tag:blogger.com,1999:blog-56201807379378474732024-03-18T04:03:06.657+01:00HISTORIAS NO ACADÉMICAS DE LA LITERATURANuevas formas de leer y de entender la literatura.Francisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.comBlogger561125tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-52378907349132677602016-05-28T14:08:00.000+02:002016-05-28T21:19:47.596+02:00Cuando queríamos ser Umberto Eco<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjD_2uXCVJ_XF73s1qYO6hyphenhyphenOX9fwUnuIRtM1Nd9bAaHmUx4oPYY90QsuEm1n2hiQ-d98pvLUvZnDMVEY18XKlsSSxRyesTejxOkwxhc7SvrkZPipaM1y2gTADtcMXqQdNF_rpc8HeWwJYUn/s1600/SANY5598.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjD_2uXCVJ_XF73s1qYO6hyphenhyphenOX9fwUnuIRtM1Nd9bAaHmUx4oPYY90QsuEm1n2hiQ-d98pvLUvZnDMVEY18XKlsSSxRyesTejxOkwxhc7SvrkZPipaM1y2gTADtcMXqQdNF_rpc8HeWwJYUn/s320/SANY5598.JPG" width="240" /></a><b>Todavía recuerdo el "fervor intelectual" que presidía los kioskos de prensa en la honorable ciudad de Bolonia a comienzos de los años 90 del siglo XX. Libros de Umberto Eco, traducciones al italiano de Fernando Savater y no sé cuántas cosas más. La <i>Carta a la felicidad</i> de Epicuro fue un "best seller" por aquel lugar y por aquel entonces (no es una ironía, fui testigo de ello) en una de esas ediciones de "mil liras" gracias a su paganizante introducción. Hasta pude ver una clase sobre Gracián dentro de un curso de verano emitido por el segundo canal de la televisión española. Durante aquellos días que tenían como música de fondo las canciones de Battiato todos quisimos ser Umberto Eco. Entonces tan sólo intuíamos las mentiras que escondían la cultura disfrazada de "mass media". </b><b>POR FRANCISCO GARCÍA JURADO HLGE </b><br />
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Para mi colega y amigo Juan J. Cienfuegos, a quien sin duda le gustará este blog<br />
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Cada vez estoy más convencido de que una de las cosas que nos separan a los seniores de los jóvenes es la noción de lo inefable. Sí, de lo inefable, de esos resquicios de la realidad que apenas pueden describirse, pero que forman parte de los mecanismos internos de la vida. Hay un tiempo de creer, y otro de descreer (adopto tono bíblico y sentencioso). Hay un tiempo donde pensamos que simplemente nuestra valía nos llevará hasta donde queramos, y que alguien "desconocido" llamará a nuestra puerta o teléfono por el mero hecho de ser quienes somos. Pero la vida va en serio y las cosas no son tan sencillas. Los matices, las afinidades, aquello que hace que seamos amigos de unos y no de otros, que estemos aquí y no allí, van trazando caminos no escritos por los que no es fácil transitar. Hay un momento donde la ingenuidad ya no nos es perdonable. Sin política a varios niveles (incluso con ella) no es posible traspasar ciertos límites.<br />
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Por ejemplo, una de las claves básicas para movernos en la vida es saber que los premios (me refiero a los gordos, los que dan dinero) no existen. Hace un tiempo quise presentar una monografía que había coordinado para el premio de una sociedad. Al margen de las reacciones a veces adversas de algunos socios a los que requerí su apoyo alguien vino a decirme que aquel premio "estaba pensado" ya para dárselo a un historiador. Casi pregunto a esa persona que, entonces, por qué coño (con perdón) se hacía el paripé de convocar el premio. No formulé la pregunta porque sabía que hacerla era un acto de ingenuidad ya imperdonable a mi edad.<br />
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Estos días se ha concedido el premio Princesa de Asturias a la clasicista británica Mary Beard. Conste que me parece una persona admirable e impar que, entre otras cosas, tiene la suerte de ser británica y dar clase en la honorable universidad de Cambridge. Mi amigo Juan J. Cienfuegos se preguntaba estos días en facebook por qué no se le había dado el premio al profesor Juan Gil o, tratándose ya de gente de fuera, al profesor Michael von Albrecht, egregios latinistas ambos. Recuerdo también que hace unos meses votamos en mi departamento complutense a favor de la candidatura del helenista Luis Gil. Ya sabía yo que aquella candidatura caería en saco roto, al igual que en el caso supuesto de los dos latinistas ya citados, pues ninguno daría el "lustre mediático" que Mary Beard proporciona.<br />
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Que cómo se pasa al lado mediático, me preguntarán algunos. Ya hay guardianes con nombre y apellido que, dentro de los grandes medios de comunicación están encargados de negar el pan y la sal a cualquier advenedizo que ose ir "más allá" de lo que le corresponde. La "fama" no es gratuita, en ningún sentido. Razones políticas, profesionales y vanidades varias convierten en una hazaña casi imposible ir más allá de nuestras invisibles fronteras. Ante todo, como digo, se trata de un código no escrito. El caso es que sólo unos elegidos nacen o se hacen para ser los "reyes" de ese mambo que llamamos la cultura oficial (cada vez más reducida y prostituida). El resto, por bueno que sea, se queda en el mero reconocimiento de sus colegas más cercanos.<br />
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El mundo es así. Ahora vuelvo la mirada con nostalgia a aquellos años juveniles de mi estancia en Bolonia. Mi compañero de residencia era alumno de Umberto Eco. Me dijo que si quería conocerlo, dado que entonces daba clase allí, debía tener algo que contarle, pues no concedía audiencias como el Papa. Decidí que no iría a visitar a Umberto Eco, y ya intuí entonces que yo estaba "fuera". Aquellos intelectuales, gracias a sus estrechos círculos de amistades, inauguraron el género mediático, hecho que también tuvo su eco en España. Luego fueron entrando también en el circo pseudointelectuales de pelaje diverso. En fin, el mundo es así, tan así que ninguno de los tres autores citados jamás será premio Princesa de Asturias porque hay unas leyes no escritas que lo impiden, tan reales como irreales resultan ahora aquellos mis sueños. FRANCISCO GARCÍA JURADO<br />
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<br />Francisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-48581550409662517922016-02-24T10:08:00.000+01:002016-03-01T16:33:35.432+01:00Para el éxito<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0zSxThTPMVuNp7fzd8DWBG7DZ-ZRJjyiUtAuM-7JhoBoSk8pTsU71pdWfNzsetFX_LdyszwgPE4QBSwi5oMfjBhvw90weV069CD7SCZW26m-c_tbO0xJndwZYtlxORLPJo-v9U8t34p6s/s1600/Foto0091.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5682198598414708114" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0zSxThTPMVuNp7fzd8DWBG7DZ-ZRJjyiUtAuM-7JhoBoSk8pTsU71pdWfNzsetFX_LdyszwgPE4QBSwi5oMfjBhvw90weV069CD7SCZW26m-c_tbO0xJndwZYtlxORLPJo-v9U8t34p6s/s400/Foto0091.jpg" style="cursor: hand; float: right; height: 400px; margin: 0px 0px 10px 10px; width: 300px;" /></a><strong>Como dos impostores, al menos era así como el poeta Rudyard Kipling veía al éxito y al frasado, esos polos disparejos en los que solemos cifrar nuestra vida. Somos nuestros errores, y nuestros fracasos dicen tanto de nosotros como nuestros propios éxitos. Problema más arduo es plantear lo que encerramos tras cada una de estas palabras. Estas cosas pienso a menudo cuando veo la estatua dedicada a Camilo José Cela en la Ciudad Universitaria. Está entre las facultades de Filología y Derecho, en la plaza o cuadrángulo que muchos, acaso, sólo ven como un aparcadero de automóviles. A mí me conmovió, sobre todo, la frase lapidaria que encontramos bajo el busto de Cela, como recién escrita de su mano. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO HLGE</strong><br />
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Para José Antonio González Marrero, desde la distancia física que la amistad vuelve cercana<br />
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La frase en cuestión dice: "PARA EL ÉXITO SOBRA EL TALENTO, PARA LA FELICIDAD NI BASTA". Me llamó la atención el tono lapidario de la frase, propio de una sentencia de Séneca o del mismo Gracián. Podía haber sido el motto de un emblema del siglo XVII, adornado de un grabado barroco. La reflexión, sin embargo, tiene un transfondo que nos acerca a nuestro tiempo, pero que nos recuerda también a frases latinas, como ésta de la Eneida de Virgilio: "Aprende de mí la virtud, de otros el éxito". Es así como Eneas se refiere a su propio hijo antes de combatir contra el terrible Turno, sin saber, claro está, cómo termirá el singular combat<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjX2QSrBznHB9lAaU8oE5auaAU9zN7dILnvSAFdYIsY3XzSXYrk5EVECGObp1foMOIsqg5tJ7KupYJsiRkzNeAnhODl3HtSn4vgegxP46qA6MtNbeOMsZFYRKL-5y1kD9_VxKAm-T_eFHBg/s1600/Foto0092.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5682198333927264882" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjX2QSrBznHB9lAaU8oE5auaAU9zN7dILnvSAFdYIsY3XzSXYrk5EVECGObp1foMOIsqg5tJ7KupYJsiRkzNeAnhODl3HtSn4vgegxP46qA6MtNbeOMsZFYRKL-5y1kD9_VxKAm-T_eFHBg/s400/Foto0092.jpg" style="cursor: hand; float: left; height: 281px; margin: 0px 10px 10px 0px; width: 376px;" /></a>e. Pero más cercana a nuestro tiempo, y grabada en la propia estación del metro de Ciudad Universitaria, podemos leer estos versos de Jaime Gil de Biedma: "Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde -como todos los jóvenes, yo vine a llevarme la vida por delante". Se trata de un poema titulado "No volveré a ser joven", donde la experiencia acumulada a lo largo de nuestros fracasos, a menudo disfrazados de éxitos, nos va dando la pauta lúcida de aquello que pudo ser lo realmente importante para nuestra vida. Pensando ahora en la frase de la Eneida (<em>Disce, puer, virtutem ex me verumque laborem, fortunam ex aliis</em> (<em>Aen</em>. 12, 435), he tenido el gusto de traducir al latín la sentencia de Cela. Es una frase lapidaria, absolutamente apta para este ejercicio traductor, dado que la sintaxis puede quedar inalterada: TRIUMPHO SATIS INGENIUM, LAETITIAE NON SUFFICIT. Ahora que la Universidad Complutense es noticia, una vez más, por los nubarrones de la deuda que se ciernen sobre ella y las tremendas dificultades económicas (esta universidad es la triste metáfora de un país), estos rincones se vuelven pequeños reductos de paz. FRANCISCO GARCÍA JURADOFrancisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-56549631942779413042016-01-10T00:30:00.000+01:002016-01-10T10:24:13.090+01:00Biblioteca Nacional de Irlanda: o la lectura como biografía<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgK_P1rcSquxKEk-yyTdTVkSkti-FhkCeC0sqhUvZbVae_TAsaON1t1jTpufHtkmC9sIHX-pundIIVRoOccAsyg46gut0ylnHI8UFe32GWvR2VVkZ5976h2DPcpZu7hIkD6VxqumYihYRS/s1600-h/SANY4463.JPG"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5433008427613653218" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgK_P1rcSquxKEk-yyTdTVkSkti-FhkCeC0sqhUvZbVae_TAsaON1t1jTpufHtkmC9sIHX-pundIIVRoOccAsyg46gut0ylnHI8UFe32GWvR2VVkZ5976h2DPcpZu7hIkD6VxqumYihYRS/s400/SANY4463.JPG" style="cursor: hand; float: left; height: 300px; margin: 0px 10px 10px 0px; width: 400px;" /></a><strong>Cada vez habrá más gente que no comprenda cómo una lectura puede formar parte de nuestros recuerdos, de los más propios. La lógica parece implacable: si no lo vivimos nosotros mismos, si se trata de una experiencia ajena, ¿cómo va a formar parte de nuestra vida? Pero una lectura, una lectura vital, puede llegar a estar repleta de recuerdos tan genuinos como los supuestamente verdaderos. Por FRANCISCO GARCÍA JURADO.</strong><br />
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Lo reconozco, mi forma de entender los viajes, el recorrido por las ciudades, tiene poco de curiosidad por lo nuevo. Esto me ocurre especialmente cuando voy (o, en algún sentido, "regreso") a ciudades donde se esconden mis recuerdos literarios. Soñé Dublín, como tantas otras personas, con el Ulises de Joyce en las manos, particularmente en la traducción española de José María Valverde (en concreto, la primera edición en la colección "Libro Amigo", de 1979, que coeditaron Bruguera y Lumen). La fotografía color sepia de Joyce que aparece en la portada de uno de sus dos míticos tomos se convirtió para mí en algo parecido a un amuleto, precisamente cuando tenía entre dieciocho y diecinueve años. Mi padre me preguntaba, con todo su natural cariño y preocupación, de qué me iba a servir la literatura a la hora de encontrar un trabajo. Y ante esa duda vital, que yo mismo compartía en silencio, me consolaba pensar en el tono cálido de la portada del libro, aunque esto parezca una tontería. De aquella lectura tan temprana del libro de Joyce (ya conocía el <i>Retrato del artista adolescente</i>, que me allanó mucho la difícil lectura del nuevo libro) recuerdo en especial cómo evoqué la erudita conversación que tiene lugar en el despacho del director de la Biblioteca Nacional de Irlanda o, para quien se oriente mejor por las geografías librescas, por el capítulo noveno. Allí, entre juegos de palabras con "Hamlet" y "Hamnet", se desarrolla una teoría que identifica al primero, el príncipe de Dinamarca, con el hijo muerto del propio Shakespeare, que comparte una pérdida semejante con Leopold Blloom, pues también había perdido a su hijo prematuramente. En definitiva, variaciones sobre las comple<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitprElEGDSQqmsniNoJW7odabzF2LNmZKTx6slusYP9o-3Jx2QFEldr75pFPZjN3pwROv5GbG51uEk9UkeNxTW72EM5PHM6q6sB5vcU1ms5NpH_Z0Yvx6pSGDE62ueDVOaSZkmLiZJelhs/s1600-h/natlibrary.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5433013431382101970" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitprElEGDSQqmsniNoJW7odabzF2LNmZKTx6slusYP9o-3Jx2QFEldr75pFPZjN3pwROv5GbG51uEk9UkeNxTW72EM5PHM6q6sB5vcU1ms5NpH_Z0Yvx6pSGDE62ueDVOaSZkmLiZJelhs/s400/natlibrary.jpg" style="cursor: hand; float: right; height: 275px; margin: 0px 0px 10px 10px; width: 150px;" /></a>jas relaciones entre padres e hijos. Este capítulo se convirtió, con los años, en uno de los ejemplos más significativos de lo que después he llamado "una historia no académica de la literatura", es decir, una manera libre de interpretar la lectura de los autores antiguos. Aquella conversación ocurrió en un lugar y un momento mítico. El lugar todavía queda en pie, pues se trata del mismo edificio donde hoy sigue estando la Biblioteca Nacional de Irlanda, un notable edificio decimonónico. Necesitaba acudir allí no tanto para rememorar el pasaje de Joyce como para reencontrarme conmigo mismo, con "el otro" que fui y que ya no seré, pero que todavía sigo siendo, para mi propia sorpresa. Así que cuando hace unos años visitamos Dublín, María José no tuvo ningún inconveniente, sino todo lo contrario, para que tuviéramos un primer encuentro con aquel vetusto edifico al caer la tarde, como paseo previo de lo que al día siguiente sería ya una visita en toda regla. En mi retina había una antigua fotografía de la verja de entrada (esa que aquí veis), fotografía que formaba parte de un lugar único que ahora iba a poder convertir en real gracias a mi propia mirada. No tuve problema en reconocer el emplazamiento de la vieja fotografía, a la que ahora conferí el color de una noche feliz, tamizada por las cálidas luces de los alegres pubs, y lugar real donde evoqué el recuerdo de una lectura que ha pervivido para siempre. Francisco García Jurado H.L.G.E.</div>
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Francisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-90500687677175376742016-01-07T00:30:00.001+01:002020-08-17T11:38:55.346+02:00Hacia la Estación de Finlandia (San Petersburgo). Nuevo viaje sentimental<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRNf_c6WUg2tPMqjoIHx-kfLYeLpZQ-GrVkHd9166OTe9wkFdOMdYwvu9SRpyBQt2N9L23B7LnUUuIqGEOOpPvgRohv_gvuWHVELg3tpVPnQN7jSoSCZ7k8POegpfVSyyqWMQu4v_kLdto/s1600/IMGP4237.JPG"><img alt="" border="0" height="300" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5630825101828005394" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRNf_c6WUg2tPMqjoIHx-kfLYeLpZQ-GrVkHd9166OTe9wkFdOMdYwvu9SRpyBQt2N9L23B7LnUUuIqGEOOpPvgRohv_gvuWHVELg3tpVPnQN7jSoSCZ7k8POegpfVSyyqWMQu4v_kLdto/s320/IMGP4237.JPG" style="float: left; margin: 0px 10px 10px 0px;" width="400" /></a><strong>No sé si hoy día Lenin hubiera podido sortear el tránsito rodado e ir más allá de la estación de Finlandia, en la actual ciudad de Petersburgo, otrora Petrogrado y, durante mucho tiempo, incluso, Leningrado. Actualmente los automóviles hacen poco aconsejable cruzar desde la orilla del río Neva hasta ella. Esta reflexión fue la primera que se me ocurrió al llegar, no sin esfuerzo, hasta aquel lugar mitificado por la Historia y, sobre todo, por la Historiografía. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO HLGE </strong><br />
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Una vez más, para Jesús Ángel Espinós, que habita doblemente Petersburgo.<br />
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Sin embargo, aquel lugar un tanto inhóspito, gris y cargado de Historia, como el propio acorazado Aurora, alba de la revolución, me trajo el recuerdo de un emotivo libro de Edmund Wilson, el titulado “Hacia la estación de Finlandia”. Allí traza su autor la peculiar epopeya historiográfica de aquellos que soñaron la Historia para, quizá, convertirla en pesadilla, desde autores como Vico y Michelet hasta el mismo Lenin. Este libro era para mí completamente desconocido, y supuso una maravillosa oportunidad para completar mi laguna de saber. Últimamente he descubierto que las cosas que no conocemos son estímulos para seguir aprendiendo, señales de que seguimos vivos. Me fue dada la existencia de este libro en la salita de una casa sevillana, una noche. Fue María José Barrios quien me lo mostró con entusiasmo al leerme un párrafo delicioso de Michelet. El historiador francés recreaba, con plena conciencia de hacerlo, el mito renacentista de la imprenta, y convertía a su inventor en santo. Desde entonces, la estación de Filandia ha constituido para mí un doble mito, el del libro de Wilson y el del lugar al que su relato tiende, tan lejano en el espacio y, sobre todo, en el tiempo. </div><div>Aquel día fue de intenso caminar por Petersburgo. Cruzamos el río Neva, tras recorrer los bellos canales de una ciudad que tanto me recuerda a Ámsterdam, pues ya conocéis nuestra pasión por recorrer las ciudades a pie. La ciudad nos pareció un paraíso tras haber padecido la lluvia y el humano frío moscovita. A Petersburgo fuimos, entre otras muchas cosas, para sentir los lugares donde había habitado el poeta Ossip Mandelstam, cuya evocación<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvYXBJAdjzdM6jIck9d5LOty0tCuKfssBJCRH2JUNpl3rLLEjf7j3mgEUyzgQ_4ote-GxyKrfXYDsZN1fOH4DBQzJlVxWjzUNYbjjdBW1-3Yj__SAg9O8BHg0vC7V26PrVF-6r7QqnwFv7/s1600/IMGP4176.JPG"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5630824151642595522" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvYXBJAdjzdM6jIck9d5LOty0tCuKfssBJCRH2JUNpl3rLLEjf7j3mgEUyzgQ_4ote-GxyKrfXYDsZN1fOH4DBQzJlVxWjzUNYbjjdBW1-3Yj__SAg9O8BHg0vC7V26PrVF-6r7QqnwFv7/s320/IMGP4176.JPG" style="float: right; height: 240px; margin: 0px 0px 10px 10px; width: 320px;" /></a> ovidiana yo estudiaba por aquel entonces. También nos estremecimos recordando las historias trágicas tanto de él como de los poetas de su generación, cuyas vidas sucumbieron bajo la suela comunista. </div><div>Los recuerdos de la llegada al nuestra particular meta, tras no poco esfuerzo, son literalmente grises. La estación de Finlandia es un frío edificio de estilo soviético en cuyo centro aparece la estatua de Lenin, quizá uno de los pocos lugares donde todavía se justifica su presencia en una Rusia que intenta recrear con vehemencia la época de los zares. Materialmente nos sirvió para acceder a un servicio público y apenas es posible entender en su estado actual por qué la incipiente Historia del siglo XX dio allí semejante giro. </div><div>La Historia termina convirtiéndose en relato, los muertos acaban siendo frías cifras, los pequeños anhelos de la gente normal se desvanecen ante las líneas maestras de los grandes acontecimientos, como nosotros nos habíamos desvanecido unos días antes frente a los imponentes edificios soviéticos. Por ello, una vez superé el mito de llegar hasta aquel lugar, ya sólo me quedó el libro de Edmund Wilson, unido al recuerdo de una cálida noche sevillana en una salita también llena de recuerdos, pero esta vez de recuerdos personales, del tamaño de nuestros sueños. FRANCISCO GARCÍA JURADO </div>
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Francisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-37777954892794938072015-12-28T10:30:00.000+01:002016-01-15T22:08:43.966+01:00El paisajismo hiperrealista de Julián Palazuelos<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJ2GXImeKdx6ZIx5BUnWM4KXmOTFRLQP4kINATF2r_nZVnAtMeoLww2pAVRezynFUtPTQM4jKW1MxmuaLcDCbZzVtFvxONDZZ707e3EYhyphenhyphenFH3PLh2ztDmTZOWrkHspxgSfqIhRI0eFLYm-/s1600/burdeos.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJ2GXImeKdx6ZIx5BUnWM4KXmOTFRLQP4kINATF2r_nZVnAtMeoLww2pAVRezynFUtPTQM4jKW1MxmuaLcDCbZzVtFvxONDZZ707e3EYhyphenhyphenFH3PLh2ztDmTZOWrkHspxgSfqIhRI0eFLYm-/s320/burdeos.jpg" width="320" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">"Vista de Burdeos", de Julián Palazuelos<br />
Óleo sobre tela<br />
Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York</td></tr>
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<b>Sin duda, uno de los grandes pintores de estos comienzos del siglo XXI es Julián Palazuelos. Formado primero en Sevilla y luego en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, ya en Madrid. Palazuelos ha sabido, no obstante su todavía corta edad, crear un estilo propio que podemos denominar justamente como "paisajismo hiperrealista". En la ilustración de este blog podéis admirar uno de sus más bellos cuadros: "Vista de Burdeos". El breve comentario que aquí haremos pretente resumir e ilustrar toda una filosofía pictórica. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO</b><br />
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Para Isabel, que ríe mientras escribo<br />
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La "Vista de Burdeos", actualmente expuesta en el Museo de Arte Contemporáneo (MoCA) de Nueva York, nos ofrece un universo visual construido a partir de dudas y contrapuntos. El espectador poco avezado quizá piense, al primer golpe de vista, que se encuentra ante una fotografía, pero nada más incierto. Palazuelos, digno heredero de la tradición paisajística española del siglo XIX y comienzos del XX (desde Pérez Villamil hasta Beruete), al tiempo que hábil alumno del hiperrealismo de Antonio López, ha creado una serie de obras paisajísticas repletas de posibles miradas. En un principio, y vista de lejos, La "Vista de Burdeos" puede resultar atemporal, casi un bello grabado del siglo XIX. Pero debemos fijarnos depués en los inquietantes detalles. <br />
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPnevdcUDI8j1cdSy8UppWjuMbC8K9f1bbxiELDqzgVjXGWY4uKmwWKC3V0pWMK7EYckEdQWPoP3S5Ph61WRkiGl_IhYc3C0PNJCtsbm9-WthKrLPQ5GEMMIW_NAuZhXAOFxFouXWK_DLl/s1600/burdeos+%25282%2529.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPnevdcUDI8j1cdSy8UppWjuMbC8K9f1bbxiELDqzgVjXGWY4uKmwWKC3V0pWMK7EYckEdQWPoP3S5Ph61WRkiGl_IhYc3C0PNJCtsbm9-WthKrLPQ5GEMMIW_NAuZhXAOFxFouXWK_DLl/s320/burdeos+%25282%2529.jpg" width="228" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Detalle del cuatro "Vista de Burdeos"</td></tr>
</tbody></table>
Los pequeños personajes que pueblan la obra son estrictamente contemporáneos a nosotros, hiperreales, y esto crea una suerte de melancólico anacronismo con respecto al conjunto. De esta manera, las técnicas pictóricas diversas y los temas nos llevan a visitar un pequeño mundo lleno de sorpresas. El hiperrealsimo de Palazuelos va, asimismo, más allá de la misma sensación de fotografía, pues logra crear una total ambigüedad tanto en la composición general de la obra como en el mismo cromatismo. Invitamos al amable y desocupado lector a que amplíe la vista del cuadro y se sumerja en el pequeño mundo de personajes que lo pueblan. Sentirá no sólo estar ante una dudosa fotografia, sino dentro de otro cuatro completamente diferente al que ha visto de manera sinóptica. Esta es la magia de Palazuelos y esta es también su grandeza.<br />
<br />
(Estas notas están inspiradas en mi obra <i>Historia imaginaria de la pintura contemporánea</i>)Francisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-91614838774161629732015-09-26T13:34:00.001+02:002015-09-26T16:06:42.811+02:00Desconocidos, pero no anónimos<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjz2K7ACb7T-C_7FK66GJuWUeXWwjLuL_z0fIDTtDSVyM5SwN2K6fvlbmcdpIdVUBVWo-LD1NlskLxAr_4tZItFpfXiZB796Y2u5u1p_cCQfjVd0lQ9MKhMjoKyl4zVwGsQgY_Py2XTOR4x/s1600/RAFAEL+CANSINOS+ASSENS.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjz2K7ACb7T-C_7FK66GJuWUeXWwjLuL_z0fIDTtDSVyM5SwN2K6fvlbmcdpIdVUBVWo-LD1NlskLxAr_4tZItFpfXiZB796Y2u5u1p_cCQfjVd0lQ9MKhMjoKyl4zVwGsQgY_Py2XTOR4x/s1600/RAFAEL+CANSINOS+ASSENS.jpg" /></a></div>
<b>En el momento en que esto escribo, la lejanía de mi biblioteca me impide saber si Fernando Lázaro Carreter escribió algún "dardo en la palabra" relativo al actual abuso del término "anómimo" (como adjetivo o sustantivo) para referirse impropiamente a personas "desconocidas". Debería haberlo escrito en cualquier caso y vayan, por tanto, estas reflexiones en recuerdo suyo. Las personas que no somos famosas deberíamos, cuando menos, rebelarnos contra la imbecilidad de que se nos llame "anónimos". Porque nombre tenemos. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO</b> <br />
<br />
Los tiempos bélicos suelen dar lugar, cuando pasan a ser historia, a monumentos conmemorativos. Entre ellos, suele estar el llamado monumento al "soldado desconocido". No sé si hoy, nuestros incultos gerifaltes, haciendo ostentación de su profunda y radical ignorancia, hablarían del "soldado anónimo". Asimismo, me llama la atención cuando en la televisión se habla sin rubor alguno de "gente anónima" para referirse a alguien que, sencillamente, no es famoso. Todavía recuerdo un chiste, creo que de Forges, publicado en EL PAÍS, donde alguien leía tal noticia: "SE PROPONE NO TRIUNFAR EN LA VIDA Y LO CONSIGUE". La clave del chiste está en la negación de un propósito que, aparentemente, todo el mundo desea: triunfar en la vida. Habría que pararse a pensar, sobre todo, lo que puede costar ese supuesto triunfo, sobre todo cuando se asocia con ciertas formas de fama. Asimismo, recuerdo otro chiste genial donde un señor firmaba en la parada del autobús un sinfín de autógrafos a sus vecinos. La leyenda del chiste era como sigue, más o menos así: "INDIVIDUO FIRMANDO AUTÓGRAFOS A SUS VECINOS TRAS HABER SODOMIZADO UN SOMORMUJO EN LA TELEVISIÓN LA NOCHE ANTERIOR". Naturalmente, la clave del chiste radicaba en cómo se logra la fama por cosas absurdas y abyectas. Legiones de personas desconocidas, llamadas por los periodistas "anónimas", pelean cada día por salir de ese desconocimiento y lograr tener un nombre mediático. Entonces pasan a llamarse VIPs, o "personas muy importantes" (me pregunto por qué o para qué), de manera que, pongamos por caso, cualquier cretino hijo de vecino que aparezca rebuznando en un programa de telebasura alcanza la categoría de famoso mientras un reputado médico que se pasa la vida salvando vidas tan sólo es un vulgar ser "anónimo". No me meto en estos desiguales repartos que dispensa la fama, tan sólo reivindico que las personas normales seamos, simplemente, "desconocidas" (a Dios gracias puedo ir por la calle libremente sin que nadie me mire por ser famoso o me pida autógrafos, o se haga fotos conmigo, salvo cuando voy a la India, claro está). La palabra "anónimo" se usa propiamente cuando algo o alguien no tiene nombre o lo quiere ocultar, pero las personas solemos tener nombre, aunque éste sea desconocido para los demás.<br />
En cualquier caso, más allá de su impropiedad, este uso de "anónimo" por "desconocido" da que pensar a la hora de valorar lo que hoy se considera como fama. Desde los tiempos de Juan del Encima, que nos decía aquello de:<br />
<br />
<span style="background-color: white; color: #252525; font-family: sans-serif; font-size: 14px; line-height: 22.4px;">Todos los bienes del mundo</span><br />
<span style="background-color: white; color: #252525; font-family: sans-serif; font-size: 14px; line-height: 22.4px;">pasan presto y su memoria,</span><br />
<span style="background-color: white; color: #252525; font-family: sans-serif; font-size: 14px; line-height: 22.4px;">salvo la fama y la gloria.</span><br />
<span style="background-color: white; color: #252525; font-family: sans-serif; font-size: 14px; line-height: 22.4px;">El tiempo lleva los unos,</span><br />
<span style="background-color: white; color: #252525; font-family: sans-serif; font-size: 14px; line-height: 22.4px;">a otros fortuna y suerte.</span><br />
<span style="background-color: white; color: #252525; font-family: sans-serif; font-size: 14px; line-height: 22.4px;">y al cabo viene la muerte,</span><br />
<span style="background-color: white; color: #252525; font-family: sans-serif; font-size: 14px; line-height: 22.4px;">que no nos dexa ningunos.</span><br />
<br />
han pasado muchas cosas, y hoy la fama y la gloria se han vuelto algo tan efímero como el resto de bienes del mundo. La fama se gana y se pierde al paso de los programas de televisión, y tan grande es la horda de aspirantes a esa efímera fama como el grupo de náufragos que, tras pasar unos días por las pequeñas pantallas, son arrojados de nuevo a sus orígenes de personas normales y corrientes. El escritor bohemio Cansinos Assens (en la imagen inicial) tituló uno de sus libros "El divino fracaso". En aquellos tiempos de comienzos del siglo XX los poetas y los artistas buscaban la fama y el reconocimiento. Hoy días los poetas, salvo alguna excepción, son considerados tan "anónimos" como cualquier hijo de vecino. Así son los tiempos. FRANCISCO GARCÍA JURADOFrancisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-62290566428203187452015-08-30T23:42:00.002+02:002015-08-31T01:50:40.491+02:00El templo y sus habitantes: Madurai (al sur de la India)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRMAaOwrdD-VmRNIlyqWYz2g4jWsy_BMRFtEHiTE644Zq20qZWRdKKAlzRXkr0wrmfrub02aOSLl4bOSupAy3QZZOcpvyvQWnp6-ca1Emo8odhVdI6YNSAvEEIdN-kqXQTp2FC-pE1vchq/s1600/IMG_20150810_110806.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRMAaOwrdD-VmRNIlyqWYz2g4jWsy_BMRFtEHiTE644Zq20qZWRdKKAlzRXkr0wrmfrub02aOSLl4bOSupAy3QZZOcpvyvQWnp6-ca1Emo8odhVdI6YNSAvEEIdN-kqXQTp2FC-pE1vchq/s320/IMG_20150810_110806.jpg" width="240" /></a></div>
<b>Ya solamente el nombre del estado de Tamil Nadu es una referencia mítica para cualquier viajero que recorra el sur de la India. Allí se encuentra Madurai, una de las ciudades más antiguas del mundo que hayan sido continuamente habitadas. Su Templo de Meenakshi, en realidad un inmenso complejo religioso, una ciudad templo, ocupa el centro urbano y constituye una experiencia inolvidable. La entrada al templo es, como bien cabría imaginar, un inmenso mercado de tiendas. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO</b><br />
Ya lo sabía de antemano, pero no por ello dejaba de ser asombroso, que el Templo de Meenakshi en Madurai era uno de los puntos fuertes de nuestro viaje a la India del sur. Tanto que, en realidad, lo demás que puede visitarse en la ciudad queda empequeñecido ante sus dimensiones y magnificencia. El hecho de que durante el mes de agosto los turistas escaseen convierte la visita al complejo en algo todavía más inolvidable. Imaginemos que pudiéramos visitar un antiguo templo griego con sus antiguos sacerdotes y su vida cotidiana, es decir, un templo aún vivo. Esto es lo que sentimos al disfrutar no sólo de la luz cenital que crea un ambiente realmente mágico en las largas galerías, sino del trasiego de fieles que van y vienen en su sagrado deambular. Es curioso, no obstante, observar cómo algunos sacerdotes, por lo general muy bien alimentados, distraen sus horas muertas junto a los dioses con móviles de última generación. La ilusión mística queda un tanto desdibujada, pero debemos aceptar que en un templo semejante el día a día se confunde con lo sagrado de una forma sutil. El sinfín de tiendas que encontramos nada más entrar en el complejo religioso nos da la idea de cómo aquel lugar ha regulado desde hace decenios la vida no sólo religiosa de la ciudad, sino también su cotidianidad. Allí acuden los fieles a reunirse, a pasar la mañana, o simplemente a dejarse vivir. <br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh9ehMTsvFwrlcasy9lmahNhDituD_8pg6iXqXZzbwVuqFgNqaxA3ZdRmGmnUjOgQrSIJcqXOXmCzHjjsI_1usPirMEUt6XCgMqZM8wG_M97HTwYWX8moJ89fjCNon_oZY6xUhA551snIDY/s1600/IMG_3907.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh9ehMTsvFwrlcasy9lmahNhDituD_8pg6iXqXZzbwVuqFgNqaxA3ZdRmGmnUjOgQrSIJcqXOXmCzHjjsI_1usPirMEUt6XCgMqZM8wG_M97HTwYWX8moJ89fjCNon_oZY6xUhA551snIDY/s320/IMG_3907.JPG" width="240" /></a></div>
Esto se entiende mejor cuando has intentado moverte andando por la ciudad. Poco menos que de aventura puede calificarse la "excursión", por llamarla de alguna manera, que María José y yo organizamos para desplazarnos desde el hotel hasta el centro. Es mucho más rentable pagar un tuc-tuc que te lleve en cuestión de minutos, pero, en ese caso, nos habríamos perdido una inmensa farmacia, la vida que late bajo la carretera elevada, o las miradas de tantas personas que se asombran ante nuestra inusitada aparición en medio de sus quehaceres. Cuántas veces me sentí desalentado ante lo que me parecía una prueba de resistencia más que un paseo, pero finalmente llegamos hasta el centro de la ciudad y atisbamos, a lo lejos, la altas torres del templo, verdadero oasis en el bullicio. Pudimos comer en un restaurante indio que recomendaba nuestra guía y hasta hicimos fotos desde su terraza. La India, como siempre, esconde el secreto de las historias de sus gentes, como la del orgulloso abuelo que, ese domingo, invitaba a comer a su familia, llegada desde América, para pasar unos días con él. Así nos lo contó junto a su nieto. Madurai nos brindó, además, la visita a un supermercado que había cerca del hotel. Allí compramos frutos secos al estilo indio, mientras una dependienta se me quedaba mirando boquiabierta y su compañera se reía abiertamente ante su pasmo. En fin, todo, al final, era como una inmensa extensión de aquel templo donde la fe y la vida se confunden con sabiduría y paciencia. FRANCISCO GARCÍA JURADOFrancisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-64976619596495693512015-08-25T19:39:00.005+02:002015-08-26T09:37:33.924+02:00Sagradas areriscas: los tempos de Badami (Sur de la India)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZ5EzhyphenhyphenuObHzIzrXK3UQOFyYGV4NG54Q2gAEKDo-80EkMDGB_TTkZ6z_93NUgsr0u7ypNo4YLDFYNs5iEH-LP2KVF_2Z2SV9PhQBUg3glxyHlOrAUgBDoWZgIQNq2sMg-F8vGVhVaXaEsJ/s1600/IMG_3393.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZ5EzhyphenhyphenuObHzIzrXK3UQOFyYGV4NG54Q2gAEKDo-80EkMDGB_TTkZ6z_93NUgsr0u7ypNo4YLDFYNs5iEH-LP2KVF_2Z2SV9PhQBUg3glxyHlOrAUgBDoWZgIQNq2sMg-F8vGVhVaXaEsJ/s320/IMG_3393.JPG" width="320" /></a></div>
<b>La entrada a Badami, como ocurre casi siempre en cualquier ciudad de la India, tiene algo de desolador. El turista (que a veces se cree viajero) no comprende cómo aquel lugar, parecido a todos los lugares sucios y atestados que se diseminan por este inmenso país, puede conservar algo verdaderamente memorable. Pero viajar por la India supone siempre estar dispuestos a contemplar este milagro. Los templos de Badami, tanto los edificios como las cuevas, dejan boquiabiertos a sus visitantes. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO HLGE</b><br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-vTuAI1cBNuUTRHn1lQSBGE91h3bJREiH_e9mlNU0rFyhwVCiBMRmaBxIz-g13Tcp_ueREsX9ds1nVRE2IOqeu9gxXSA3SX2EMy_SiEzw8Af40yQZZOrlNgkHxa30HfU0z7wokFhdU6TG/s1600/IMG_3397.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-vTuAI1cBNuUTRHn1lQSBGE91h3bJREiH_e9mlNU0rFyhwVCiBMRmaBxIz-g13Tcp_ueREsX9ds1nVRE2IOqeu9gxXSA3SX2EMy_SiEzw8Af40yQZZOrlNgkHxa30HfU0z7wokFhdU6TG/s320/IMG_3397.JPG" width="240" /></a>Hace ya unos días que volvimos de un intenso viaje por el sur de la India, desde Mumbai, en el Mar Arábigo, hasta Chennai, en el Golfo de Bengala. Cientos de kilómetros que hemos hecho en un avión, en tres autos y en dos trenes nocturnos. Badami era uno de los lugares clave del viaje, ya lo sabíamos de antemano. Sin embargo, tanto el hotel, ciertamente con aspecto de desolado hostal de carretera, como la propia ciudad, atestada y ruidosa, siempre supone una bienvenida más bien inhóspita. Nada más llegar, nos dispusimos a acercarnos andando a buscar el museo arqueológico. María José, mucho más avezada que yo en estas cosas, había leído que dicho museo cerraba al día siguiente, por lo que, en caso de que quisiéramos visitarlo, debíamos hacerlo esa misma tarde. Allá fuimos, primero por un trecho de carretera, luego por la calle principal, llena de carritos, de autos, de ruido, de gente, como en cualquier ciudad india que se precie. Nuestra llegada a la zona arqueológica se vio "amenizada" por niños que nos saludaban y pobres que recibían comida gratuita en una suerte de templo. Por confusión, nos internamos en un recinto abierto donde decenas de desarrapados acudían a recibir una ración de arroz. Los pobres de la India son, como bien dice el escritor de viajes Paul Theroux, parte constituyente de la riqueza de este país próspero y desigual. Aquí, en Europa, serían, simplemente, personas que se han quedado fuera del sistema, pero allí son el soporte que hace posible que las cosas funcionen. <br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_sT7YkMurhEw1sLqojfmV2Zg2LKK2Hdr13QQaUHqJkBxWiQ8T1CCugDrb3lHiZnynAD59h9CsyLNBVQFv6J4g49J3zBhYUs9G9aI7bWhCpaP7rz11juaObJtd0FgsYfMVElmJlDBVETyf/s1600/IMG_3391.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_sT7YkMurhEw1sLqojfmV2Zg2LKK2Hdr13QQaUHqJkBxWiQ8T1CCugDrb3lHiZnynAD59h9CsyLNBVQFv6J4g49J3zBhYUs9G9aI7bWhCpaP7rz11juaObJtd0FgsYfMVElmJlDBVETyf/s320/IMG_3391.JPG" width="240" /></a></div>
Al fin llegamos al museo, que pudimos visitar con un margen de tiempo limitado, pero la sorpresa vino cuando observamos cómo unos turistas indios ascendían por unas escaleras de piedra internándose en la montaña. El caer de la tarde, que proyectaba esa luz propia de los grabados románticos de David Roberts, nos condujo a un lugar mágico. <br />
Estábamos ante los bellos templos de Badami, diversos, construidos de una arenisca veteada que nos enamoró. Sobre todo, nos sobrecogió la soledad, y pensamos en los viajeros del siglo XIX. A lo lejos se oía el zumbido de los cláxones, como si de una manifestación o protesta colectiva se tratase, pero aquel ruido, por lejano, nos permitía disfrutar aún más, si cabe, de un conmovedor silencio y de una luz dorada. Tuve conciencia de eso que los autores del siglo XVIII denominaban la sublimidad, y entonces me di cuenta de que el milagro que nos transporta desde el polvo y la contaminación a la belleza se había vuelto a producir.<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOwdnXEnZgQLo2kFib3rO9LI6ij1N4zT_g4LXRUpQ1upOybVFrgjzwCIHQIBUJStQA_YLjZojRLkbmSmg5MKmVxXa383hB9I7Ld6nxa45AjP2YPjOYgheq5piAdCaJ76BxZG4mK0E6ghd5/s1600/IMG_3400.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOwdnXEnZgQLo2kFib3rO9LI6ij1N4zT_g4LXRUpQ1upOybVFrgjzwCIHQIBUJStQA_YLjZojRLkbmSmg5MKmVxXa383hB9I7Ld6nxa45AjP2YPjOYgheq5piAdCaJ76BxZG4mK0E6ghd5/s320/IMG_3400.JPG" width="320" /></a></div>
Al descender, disfrutamos del precioso y antiguo estanque o presa que también es parte del conjunto arqueológico. Se trata de un conjunto vivo, porque las mujeres acuden a lavar la ropa allí, como han hecho desde hace siglos. A veces siento vergüenza a la hora de hacer una foto a una muchacha lavando.Al día siguiente, volvimos ya para visitar las cuevas-templo, al otro lado del estanque, y tampoco nos decepcionaron. Como bien dice Henri Michaud en su libro <i>Un bárbaro en Asia, </i>el viajero occidental dice que ha visto tal o cual monumento o ciudad cuando, en realidad, ha sido visto sobre todo él. Los indios nos preguntaban de dónde éramos, nos daban la mano, se hacían fotos con nosotros, y entre pose y pose intentábamos visitar las cuevas. La luz, esta mañana, ya no era tan sugerente como lo había sido en la dorada tarde del día anterior. Nada es perfecto, pero parece que hay un dios que convierte esa imperfección en belleza. FRANCISCO GARCÍA JURADO <br />
<br />Francisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-47521469015006811582015-07-23T10:42:00.000+02:002019-08-09T09:18:26.863+02:00“Por temas de…”: una expresión vulgar de la causa<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfRG5WPEo1GcI-dTWTPHdg_9Ro2-MJipUqJsfuB4e5mvYu0btd_PAoIm8tXLh2pORvAbcqmGzk7pJCQnPizEFEgA2mrBCfQUG01OGs2W7qJOfrM9p3JYfocpqayTCf1iSOLcKENNO3Y_R_/s1600/portada-covarrubias.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="223" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfRG5WPEo1GcI-dTWTPHdg_9Ro2-MJipUqJsfuB4e5mvYu0btd_PAoIm8tXLh2pORvAbcqmGzk7pJCQnPizEFEgA2mrBCfQUG01OGs2W7qJOfrM9p3JYfocpqayTCf1iSOLcKENNO3Y_R_/s1600/portada-covarrubias.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal">
<b>Es sabido que algunas palabras, dada su inmensa capacidad para designar muchas cosas, terminan teniendo un significado léxico difuso e imperceptible.
La palabra “tema”, que en la primera acepción del <i>Diccionario de la Real Academia </i>se define como “Proposición o texto
que se toma por asunto o materia de un discurso” ahora sirve prácticamente para
todo, incluso, si apuramos el lenguaje, para sustituir a la preposición “por”. POR
FRANCISCO GARCÍA JURADO</b></div>
<div class="MsoNormal">
Hace ya muchos años me sorprendió cómo un individuo
encorbatado y orgulloso de haber triunfado en la vida preguntaba en un taller
de automóviles qué tal iba “el tema” de sus neumáticos. Jamás pensé que tales adminículos
de caucho revistieran semejante envergadura intelectual, comparables al “tema
del amor en la literatura española” o al “tema de la justicia y el hambre en la
Historia de la humanidad”. En fin, como bien reza una inscripción a la entrada
de la madrileña casa de Lope de Vega, PARVA PROPRIA MAGNA / MAGNA ALIENA PARVA,
que viene a decirnos que nuestras pequeñas cosas son importantes para nosotros,
mientras que las cosas importantes que no nos conciernen se nos antojan irrelevantes.
Esto hace que nos preocupe más, pongamos por caso, “el tema de cortarnos las
uñas de los pies” que, por ejemplo, “el tema de los derechos humanos”. Pero,
más allá de este banal uso léxico, la palabra “tema” viene adoptando posiciones
sintácticas realmente curiosas… y peligrosas. Me llama la atención una
construcción que ya vengo detectando desde hace mucho tiempo: “ha faltado al
trabajo por temas de enfermedad”. Frente a la sana y llana construcción “ha
faltado al trabajo por enfermedad” o “a causa de una enfermedad”, observo
cómo ciertos hablantes, en especial personas que trabajan en diferentes ámbitos
de la gestión, introducen orgullosamente la palabra “tema” junto a la preposición “por”. Esto quiere decir que “tema” está, acaso,
sustituyendo a la palabra “causa” en estos menesteres que le eran tan propios.
El acercamiento de la palabra “tema” a la noción de causalidad provoca también
en el ámbito coloquial construcciones asindéticas donde tras la palabra “tema”
desaparece la preposición “de”. Así lo veo en un comentario referente a una
verja que rodea el actual Museo de Historia de Madrid: “pero te recuerdo que se
tuvo que poner por tema pintadas y meadas cerveceras”. La elipsis de la
preposición “de” puede tener un mayor alcance del que parece. ¿Y si también
elidimos la preposición “por” que va por delante? Esto es lo que oí a finales
del año pasado, cuando tuve que avisar a unos poceros para que sacaran el agua
que se había acumulado en el hueco del ascensor de mi inmueble:</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
“Esto va a
ser <i>tema</i> filtraciones”</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
Si nos damos cuenta, lo que tenemos aquí es el uso del
sustantivo “tema” como sustituto de la expresión “por/a causa de”. El paso del significado léxico al meramente gramatical es un hecho bien
estudiado en las lenguas (“pensemos en cómo la palabra latina <i>homo </i>“ser humano” se convirtió en el
pronombre “on” francés). No obstante, el proceso de desemantización de la
palabra “tema” me parece, sobre todo, un fenómeno propio de la pereza mental
dominante de la que hacen gala nuestros hablantes y parleros más avezados. FRANCISCO
GARCÍA JURADOFrancisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-23439984051418941402015-06-13T09:15:00.000+02:002015-06-13T13:11:54.182+02:00Donde habitan los sueños. Un largo paseo por Moscú, hasta la casa de Tolstoi<br />
<div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: center;">
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<strong>Que los viajes transcurren, en definitiva, por nosotros mismos, por nuestra íntima historia, es algo que compruebo en especial cuando visito lugares muy lejanos. “Lejano” no quiere decir “ajeno”, como ahora tendré ocasión de mostrar cuando os relate algunas sensaciones de un paseo por Moscú, nada menos que en busca de la casa de León Tolstoi. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO</strong><br />
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Ya os he contado alguna vez que mis impresiones de Moscú son las de una ciudad fría e inhumana, atravesada por grandes avenidas que generalmente se cruzan por medio de pasadizos subterráneos. Es, justamente, en ese improvisado inframundo de los pasadizos donde aflora la vida espontánea de las pequeñas tiendas y donde uno recupera cierta dimensión humana de las cosas.<br />
A la sombra de los antiguos rascacielos estalinistas, y ahora también de los modernos complejos urbanísticos que los nuevos ricos hacen florecer para pasmo de los pobres, Moscú es también una ciudad literaria, y mucho. María José y yo habíamos ido a parar a un destartalado hotel a las afueras de la ciudad, cerca del parque Ismailovo, lugar que en otro tiempo fue propiedad de los zares. Nuestro recorrido diario por Moscú comenzaba siempre en la monumental estación de metro que había cerca del hotel, y todavía provista del aroma fuerte de la antigua Unión Soviética. A las horas punta del metro debíamos mostrar toda la pericia del mundo para no titubear, pues las filas interminables de viajeros no permitían errores o retrocesos.<br />
Ya no recuerdo qué día fue, ni de qué lugar de Moscú partimos exactamente. Sí recuerdo que era por la tarde, y que emprendimos, como es nuestra costumbre, un largo e intenso paseo en busca de la casa de León Tolstoi. El paseo por el Moscú de Bulgakov, en particular por el Moscú de su novela titulada El maestro y margarita, nos había llevado hasta la gratísima Laguna del Patriarca durante una tarde de sol. Ahora disfrutábamos de otra tarde agradable, pero el paseo parecía que nunca iba a terminar (volví a tener la misma sensación en Beijing, cuando dejamos atrás la plaza de Tiananmén). Recuerdo que cruzamos una anchísima avenida donde los autos nos miraban amenazantes y que volví a tener esa sensación recurrente de que por allí era imposible que se conservara la casa de escritor o persona alguna. Pero al fin vislumbramos un gran parque presidido por una gigantesca escultura de Tolstoi, indicio de que ya estábamos cerca. Enfilamos una pequeña calle de la que absurdamente recuerdo un bar cuya puerta tenía forma de botella de vodka.<br />
Al fin nos encontramos con la casa del escritor, construida de madera y pintada de un grato color alegre. Para mí Tolstoi es el recuerdo grado de mi abuelo, buen lector de Tolstoi, como todo viejo anarquista que se preciara de ello, y que me regaló, cuando yo era bastante pequeño, un precioso librito ilustrado que narraba la vida del escritor. Recuerdo dos cosas de ese libro, una que no era recomendado para los jóvenes y otra que Tolstoi logró durante sus tiempos de servicio militar una hazaña habilidosa: un cañón se había disparado de forma improvisada, y Tolstoi logró encajar la bala dentro de otro cañón. No sé si esto fue verdad, ni tan siquiera posible, pero recuerdo perfectamente que aquel librito narraba esa historia, y que a Tolstoi lo condecoraron por ello. Sin embargo, el día en que se le iba a imponer la condecoración Tolstoi se quedó dormido, por lo que sufrió un consejo de guerra que le hizo abandonar el ejército. Quizá por esto el libro no era recomendable para los jóvenes.<br />
Tan lejos de mi casa y, sobre todo, tan lejos de los años de mi infancia, durante aquel rato, ante la casa de Tolstoi, me di cuenta de que para mí aquel gran escritor no era una persona distinta de la de mi abuelo Antonio Jurado. Si miraba el retrato de Tolstoi volvía a ver a mi querido abuelo y regresaba por arte de magia a una parte aún viva de mis días infantiles. También pensé en el comienzo de Ana Karenina, cuando Tolstoi nos dice que la felicidad de las familias suele ser parecida, mientras que la tristeza es diversa. Me vinieron a la cabeza tantos sinsabores de mi familia y horas de angustia en unos tiempos donde yo no podía entenderlos cabalmente. En aquella calle lejana de Moscú, con un vago recuerdo campestre, volví a habitar los sueños. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO</div>
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Francisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-88566704645523668062015-02-26T12:05:00.000+01:002015-02-26T21:16:20.719+01:00Phnom Penh (Camboya): rezar en el museo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<b>Tras un largo viaje en autobús de línea desde Siem Reap, al norte de Camboya, llegamos a la capital, Phnom Penh, con el tiempo suficiente de dejar las maletas en el hotel y de acercarnos hasta el Museo Nacional de Camboya, casi a punto de cerrar, con el fin de que al día siguiente pudiéramos volver con más calma. El precioso edificio de comienzos del siglo XX, herencia de los tiempos ya lejanos de la colonización francesa, albergaba no sólo las bellas estatuas del antiguo arte jemer, sino sorpresas y vivencias no menos reseñables. Por FRANCISCO GARCÍA JURADO, HLGE</b><br />
Phnom Penh emerge poco a poco como una de las nuevas capitales del sudeste asiático. Ciudades como Bangkok o la más cercana Saigón son, en buena medida, sus modelos, incluido el infierno de los millones de motocicletas. Nuestra pasión por los museos de arte nos hizo acudir en primer lugar hasta el edificio del Museo Nacional, aunque el breve paseo que hicimos desde el hotel ya nos dio algunas claves acerca de cómo eran las gentes de la ciudad. Menos pobres que en las zonas rurales, los habitantes de Phnom Penh son, al igual que en toda Camboya, mayoritariamente jóvenes. Tristemente, algunas preciosas muchachas aparecían sentadas en las terrazas de cafés europeos junto a occidentales maduros que compran su "amor" por unos cuantos dólares. Frente a ello, no lejos del museo, hay un conocido restaurante concebido precisamente para sacar de la calle a personas jóvenes, de manera que puedan ganarse la vida dignamente. Lo primero que hicimos durante nuestra breve y primera visita al museo fue curiosear en la tienda, que no es más que un mostrador de cristal en forma de ángulo recto. Elegí diez postales de antiguas esculturas jemeres, no sin antes preguntar su precio: medio dólar por cada una. Cuando ya había reunido diez, y ante mi evidente interés, la mujer que ne atendía dobló sin más el precio de las postales. Ante mi negativa a semejante atropello terminó volviendo al precio inicial de la compra, aunque con ello quedó evidenciada la común práctica de muchos camboyanos, incluida la policía, de intentarse quedar con algo de dinero mediante artimañas variadas. La policía, por ejemplo, vende sus placas oficiales por cinco dólares. Advertí a una mujer holandesa de que tuviera cuidado si iba a comprar algo.<br />
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Al día siguiente volvimos al museo, no sin antes haber recibido las amables invitaciones a tomar un vehículo motorizado (los asiáticos no entienden ni quieren entender nuestra obsesión europea por pasear) o las "atentas" indicaciones de espontáneos que te informan de que el museo o el palacio real están cerrados a tal o cual hora, con el fin de engañarte y llevarte a donde ellos quieren. Ya en el museo, estábamos prácticamente solos a la hora de apertura, las ocho de la mañana. Volvieron a sorprenderme en el mostrador de la tienda unas ramitas de azahar, blancas y olorosas, que había visto el día anterior, pero que debido al cansancio del largo viaje y al intento de engaño al comprar las postales no había observado de manera consciente. ¿Por qué estaban allí?, me pregunté, ¿acaso como adorno?<br />
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La respuesta vino luego, ya en las salas del museo, cuando pude comprobar cómo las cuidadoras ofrecían a los visitantes tales ramitas para hacer un ofrenda a los budas que allí se exponían. ¿Os imagináis que en el Museo del Prado los vigilantes proporcionaran velas para poner delante de un Cristo pintado por el Greco? Me llenó de asombro ver cómo aquellas mujeres encargadas de cuidar de las salas del museo no concebían las esculturas religiosas como piezas artísticas, sino como objetos de culto. Las ramitas de sándalo humeantes y el azahar formaban parte del propio ambiente del museo, algo que confería a aquel lugar una sensación extraña de estar vivo, pese a la asepsia que la museografía francesa de comienzos del siglo XX había conferido a aquel hermoso edificio. La cultura europea creó, fundamentalmente a lo largo del siglo XVIII, una peculiar visión de las obras de arte: su museización. Podíamos leer a Santa Teresa de Jesús sin necesidad de ser místicos, estudiar el Cristo de Velázquez sin tener por ello que profesar la fe católica, porque todo aquello pasaba al acervo de la historia del arte. En aquel lugar, las cuidadoras desconocían felizmente nuestra componendas intelectuales e historicistas, de manera que un "buda" seguía siendo un buda allí y en Sebastopol. <br />
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Me acordé de ciertos sacerdotes católicos que, cuando acudimos a visitar una iglesia antigua, nos miran con una medio sonrisa, porque no visitamos el lugar santo por motivos de fe, sino de laico interés por el arte. La fe es hermosa cuando ayuda a vivir a los demás, pero puede convertirse en un arma destructiva. Hace unos años, los talibanes afganos dinamitaron unos budas gigantescos esculpidos en piedra porque eran impíos (hoy, en febrero de 2015, han destruido un museo arqueológico en Iraq). No se consideró que pudieran ser patrimonio de la Humanidad o fruto de una larga historia. Aquí, en Phnom Penh, el museo se convertía ahora en una improvisada pagoda, al margen de que aquellas esculturas figuren hoy día en todos los grandes libros de la historia del arte.<br />
Si os apetece saber algo más acerca de este museo no dudéis en consultar su página web:<br />
<a href="http://www.cambodiamuseum.info/index.html">http://www.cambodiamuseum.info/index.html</a><br />
FRANCISCO GARCÍA JURADO<br />
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<br />Francisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-56322977982084746492015-02-18T09:44:00.000+01:002015-02-18T13:54:44.622+01:00Borges y la lenta ruta de la seda<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRwdQ-d_FY4Fwt1rfubIYbKqFqqoOUy7hvG5DAECRVrpPLe6PAXCtcVDbvM_a9RdARpjzSxrkEtnGR2arBFy1XOKI9-w8QddR7c9B3UnYT-ZunBmi5gWDxSSnVBn2kYg9z4sM9dqcDmKP-/s1600/SANY2684.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRwdQ-d_FY4Fwt1rfubIYbKqFqqoOUy7hvG5DAECRVrpPLe6PAXCtcVDbvM_a9RdARpjzSxrkEtnGR2arBFy1XOKI9-w8QddR7c9B3UnYT-ZunBmi5gWDxSSnVBn2kYg9z4sM9dqcDmKP-/s320/SANY2684.JPG" height="240" mda="true" width="320" /></a></div>
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<strong>Mis compañeros de viaje no tenían ni la menor idea del experimento que estaba realizando mientras recorríamos uno de los trechos míticos de la ruta de la seda, precisamente entre Bujara y Samarcanda. Mi inocente lectura, el manejo silencioso de unos folios, contenía toda una experiencia irrepetible: leer ciertos versos de Borges ni más ni menos que en plena ruta de la seda. ¿Por qué? Sobre todo porque debemos viajar leyendo y leer mientras viajamos. Pero esta lectura, de manera concreta, no era casual. Había sutiles asociaciones. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO HLGE</strong></div>
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La ruta de la seda, con su trasiego incesante de remotas caravanas, no nació por las consabidas razones comerciales que todos los libros de historia y viajes se empeñan en contarnos. Nació, simplemente, para que un poeta llegara a sentir en cierto momento la frescura de la seda de Oriente. Esta razón es tan profundamente hermosa como inútil, pero así es como nos la cuenta Jorge Luis Borges: "Por el camino de la seda, por el arduo camino que fatigaron antiguas caravanas para que un paño con figuras llegara a manos de Virgilio y le sugiriera el hexámetro, Marco Polo, atravesando cordilleras y arenas, arribó a la China (...)" (Marco Polo, "Descripción del Mundo", en Biblioteca Personal J.L. Borges). El poeta que sintió la frescura de la tela de Oriente fue Virgilio, cuya obra es imprescindible para comprender la poesía de Borges. Tras mi libro titulado "Borges, autor de la Eneida" (2006) llevo tiempo estudiando cómo Borges llegó a aprender en sus tiempos adolescentes de Ginebra otra de las obras latinas de Virgilio, concretamente la primera égloga, la que nos presenta a dos pastores, Títiro y Melibeo, cantando sus penas y alegrías. Esta égloga se cierra con dos versos insuperables, donde se nos habla del plácido ocaso, de las sombras de los montes y de las lejanías. Pues bien, he tenido la irrepetible experiencia de leer los versos de Borges, los inspirados en Virgilio, a lo largo de una parte de esa ruta de la seda. En cierta manera, estos versos han regresado a su ideal origen: los camellos trajeron la seda hasta Roma, hasta Virgilio; Virgilio, a su vez, inspiró a Borges algunos de sus mejores poemas en la Ginebra adolescente de 1914; finalmente, yo leo los poemas de Borges en el lugar originario que trajo la supuesta inspiración a Virgilio, al menos según Borges. Mi experiencia de viaje se ha vuelto, por tanto, parte de esta admirable ficción. Mientras recorríamos el árido desierto mi mente lectora intentaba dilucidar, muy en concreto, el sentido o sentidos que tiene el adjetivo "lento" en la poesía de Borges. Si Virgilio dice que uno de sus pastores está "lentus in umbra", Borges pasea por la innumerable biblioteca "lento en mi lenta sombra". "Lento", en Virgilio, se refiere a cualidades tan diversas como lo "flexible" o lo "tranquilo". Borges, entre otras cosas, habla de la "lenta mano de Virgilio" cuando acaricia la seda de Oriente. Mi lectura fue intensa y gratificante. No era una lectura meramente ociosa y venía motivada por muchas horas de reflexión previa. Algunas de esas horas habían transcurrido previamente en la propia Ginebra hacía un tiempo. Lo más curioso de todo fue que, ya de regreso, tuvimos que hacer una parada técnica precisamente en Ginebra. Desde el avión vi de nuevo los hermosos Alpes, coronados por el Mont Blanc, y supe que esas mismas montañas de las que habla Virgilio al final de su primera égloga son también las que Borges vio desde la Ginebra de su adolescencia. Borges está enterrado en Ginebra, en el tranquilo cementerio de Plain Palais. La ciudad de su adolescencia se convirtió, al mismo tiempo, en la ciudad de su crepúsculo. De la misma manera, el latín de Virgilio terminó siendo una nostalgia, inseparable de Ginebra. No sé muy bien cómo, pero antes de aterrizar en Ginebra di con la clave de "lento" en Borges. El resultado de esta investigación se ha publicado ahora en tierras no menos míticas y literarias, las de Escocia (Bulletin of Hispanic Studies), en cuya ciudad de Aberdeen Joseph Cartaphilus (¿inmortal Homero?) se subscribió a los tomos de la Ilíada de Pope. Así se cierra una mágica ruta sentimental que comenzó en Ginebra, prosiguió por las tierras Uzbecas y termina coronada por las brumas del norte. Nada más borgiano. Es por ello por lo que cuando volvía de la ruta de la seda y llegaba a Ginebra la realidad geográfica de mi viaje se había convertido ya en un itinerario oculto, quizá uno de los viajes literarios más sutiles que llevaré a cabo alguna vez a lo largo de mi vida. El resultado ha sido dichoso, y he vuelto a comprobar que todavía hay lugar para la magia en nuestras vidas. FRANCISCO GARCÍA JURADO</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZoXWxbXzP6_-OEizjAlnCUuxhECvpuF0NE1U8k2YVkyVCHtunTpxLUEloacz7u25JkuEbSy78mFd-z-1tKn6td3U_l51mPQto0hzNCD1bhtLjrRdm562B8yq0gigWachK4c1GJmB0XaeD/s1600/SANY3024.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZoXWxbXzP6_-OEizjAlnCUuxhECvpuF0NE1U8k2YVkyVCHtunTpxLUEloacz7u25JkuEbSy78mFd-z-1tKn6td3U_l51mPQto0hzNCD1bhtLjrRdm562B8yq0gigWachK4c1GJmB0XaeD/s320/SANY3024.JPG" height="240" mda="true" width="320" /></a></div>
Francisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-67293313975812171472015-01-13T09:29:00.001+01:002015-01-13T12:27:45.919+01:00El latín bárbaro en las marcas publicitarias<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<b>No es algo nuevo afirmar que el latín ha servido de motivo de inspiración para las marcas publicitarias desde que éstas existen. El propio latín de los emblemas de Alciato, en pleno siglo XVI, ya resultaba muy atractivo para el reclamo, llámese moral entonces y ahora comercial. Pero lo que más me llama la atención en estos últimos tiempos es la barbarie descarada y orgullosa de sí misma, plasmada en falsas marcas comerciales escritas en sucedáneos de latín donde se busca un prestigio absolutamente vacuo. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO</b><br />
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Pasaron aquellos tiempos en que alguien, con absoluto respeto a una lengua venerable y de cultura, buscaba nombres latinos para sus productos. Preciosa resulta la ya clásica marca FESTINA (de "Festina lente", en la más pura tradición de los emblemas de Alciato) para los relojes, o AUDI (traducción culta del alemán "Hören", es decir, "Escucha", que no era otra cosa que el apellido latinizado del fabricante, en la más digna tradición humanística, la que hizo, por ejemplo, que Juan Martínez Guijarro se rebautizara como SILÍCEO).<br />
Esta actitud humanística se desvaneció, quizá por resultar demasiado elegante. Luego llegó la época de los errores, Y eso que soportar algunos traspiés prosódicos ya parece hoy día una cuestión de mero detalle, como ocurre con el SÁNITAS (¡hasta te corrigen para que patees el latín diciendo "SANÍTAS" cuando eres tú quien lo pronuncia a la manera latina!), o el no menos egregio Seat ÉXEO (y no el incorrecto "EXÉO", cuya crítica me granjeó el cabreo de un señor que me llamó "patán", cuando, en realidad, debería haberme llamado "pedante").<br />
Pero todo esto parece ya una minucia ante los nuevos nombres latinos que adornan ciertas marcas comerciales. Me sorprendió la ahora fenecida cadena de restaurantes NOSTRUS, donde la mala calidad de la comida que se servía debía de ser, precisamente, un reflejo de la poca claridad mental del publicista que se atrevió a transformar el adjetivo NOSTER en algo tan horroroso. Pero ahora aparece en la radio la empresa COMUNITÁE (la aberrante tilde sólo la pongo a título orientativo para que se aprecie mejor cómo se consuma el crimen de la palabra latina). La noble palabra de la tercera declinación que declinamos como COMMUNITAS, COMMUNITATIS pasa ahora a una especie de latín escolar y bárbaro, no sólo mal declinado, sino también mal pronunciado. Me recuerda esto a los malos alumnos que dicen que del latín sólo saben el ROSA, ROSÁE, es decir, que ni eso saben, porque el genitivo de ROSA se pronuncia correctamente como RÓSAE. Y ya no contentos con semejantes atropellos a Cicerón, otros publicistas salen con la marca ARRENTUM, que ya ni es latín ni es "ná". No voy a entrar en quisicosas de léxico, pero desde luego "arrendar" no se dice así en latín. El publicista dichoso ha pensado directamente en el verbo "arrendar" en español y lo ha latinizado como mejor le ha parecido. No de manera distinta latinizaba el cura de misa y olla Ignacio Calvo cuando escribió su Quijote en latín macarrónico: "<span style="background-color: white; color: #545454; font-family: arial, sans-serif; font-size: x-small; font-weight: bold; line-height: 16.5454540252686px;">In uno</span><span style="background-color: white; color: #545454; font-family: arial, sans-serif; font-size: x-small; line-height: 16.5454540252686px;"> lugare </span><span style="background-color: white; color: #545454; font-family: arial, sans-serif; font-size: x-small; font-weight: bold; line-height: 16.5454540252686px;">manchego</span><span style="background-color: white; color: #545454; font-family: arial, sans-serif; font-size: x-small; line-height: 16.5454540252686px;">, pro </span><span style="background-color: white; color: #545454; font-family: arial, sans-serif; font-size: x-small; font-weight: bold; line-height: 16.5454540252686px;">cujus nómine</span><span style="background-color: white; color: #545454; font-family: arial, sans-serif; font-size: x-small; line-height: 16.5454540252686px;"> non volo calentare cascos, vivebat facit paucum tempus, quidam fidalgus de his qui habent lanzam in astillerum</span>".<br />
Lejos de estar ante una mera anécdota, nos encontramos ante otro de los síntomas de esta sociedad posmoderna, ramplona y, en el fondo, medieval y antihumanística. Nos sigue pareciendo prestigiosa cierta cultura, pero nos negamos a aprender, al sentido profundo de lo que implica formarnos en el decoro de las cosas. Es como cuando se organizan presentaciones de libros dedicados a estas intensas y lucrativas vidas de futbolistas galácticos que sólo tienen veinte años (¡y san son dignos de una biografía!). Es precioso presentar libros y hacer igual que hacen esos señores aburridos, los académicos, que saben tanto, pero que son tan abstrusos. Nos gustan las formas, pero no los contenidos. Nos gusta que suene a latín, pero no que sea latín. ¿Para qué? FRANCISCO GARCÍA JURADOFrancisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-52329268420858866962014-11-11T18:40:00.003+01:002014-11-11T18:40:56.663+01:00Entre Antígona y la Reina Sofía: leyes familiares, leyes no escritas<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjp1jhGfmauUYYlHe0SBZAGKNQGFHCdK5nPWwUgX2svhywHP12SYa5w4TPG5Z2sFQrkPi9eiPVrE1UA2G0fhHofgRPLKPvX1AcBHxizT0ZNj-ww_PfBLk-q906TqbzMUFSDAob2jyQbitB4/s1600/eteocles+y+polinices.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="228" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjp1jhGfmauUYYlHe0SBZAGKNQGFHCdK5nPWwUgX2svhywHP12SYa5w4TPG5Z2sFQrkPi9eiPVrE1UA2G0fhHofgRPLKPvX1AcBHxizT0ZNj-ww_PfBLk-q906TqbzMUFSDAob2jyQbitB4/s640/eteocles+y+polinices.png" width="640" /></a></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: 'Times New Roman'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: bold; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: 'Times New Roman'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: bold; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Hasta por lo que hoy sabemos, la infanta Cristina de Borbón y Grecia está imputada por un delito de fraude fiscal y evasión de impuestos. Pese a esto, la Corona no dice nada, y cuando se ha pronunciado ha sido a favor de la infanta. Tenemos imágenes de nuestra antigua reina griega saliendo con su hija e hijo político muy sonriente de un hotel de Nueva York. ¿Estamos ante una nueva Antígona? POR MARÍA JOSÉ BARRIOS CASTRO HLGE</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: 'Times New Roman'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: bold; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: 'Times New Roman'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Cada trimestre, como ocurre desde que estoy en la enseñanza, obligo a mis alumnos a que lean una obra latina y otra griega. Evidentemente, se trata de traducciones al español, pero siempre he considerado que no basta con que un alumno aprenda latín y griego, pues tengo por seguro que de eso se van a olvidar. Sin embargo, sé que si leen algo de literatura latina y griega, aunque sea traducida, de eso sí que tengo la certeza de que difícilmente se van a olvidar.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: 'Times New Roman'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: 'Times New Roman'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">El hecho es que este trimestre les pedí a mis alumnos que se leyeran dos obras, a saber, la </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: 'Times New Roman'; font-size: 16px; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Antígona</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: 'Times New Roman'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> de Sófocles y la </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: 'Times New Roman'; font-size: 16px; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Aulularia </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: 'Times New Roman'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">de Plauto. Hace un par de semanas les hice cuestiones del tipo de si era Antígona una heroína, mártir o masoquista, o si era responsable Creonte de la muerte y desgracia de Antígona o cómo describe Sófocles el poder absoluto en </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: 'Times New Roman'; font-size: 16px; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Antígona</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: 'Times New Roman'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">, entre otras cuestiones.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: 'Times New Roman'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Mi idea, sin explicarles todavía qué significa la hybris griega, era saber cuál era el mensaje recibido y, con sinceridad, era el que me esperaba.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;">
<span style="white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: 'Times New Roman'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLlZZ9nGEgKPcsbv5yAEVnFtG4IoBz5stcOhd4b-X1ADYrs98ja30SCVQPGPtIqvrK8f1eLAMtSUCdjoMxtRejhRcCL1g1i94IENajx2Ba7SH3Ii-jaJHzcw-ZmKbqUHKoGMbyy4dsFS3f/s1600/ant%C3%ADgona.png" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="222" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLlZZ9nGEgKPcsbv5yAEVnFtG4IoBz5stcOhd4b-X1ADYrs98ja30SCVQPGPtIqvrK8f1eLAMtSUCdjoMxtRejhRcCL1g1i94IENajx2Ba7SH3Ii-jaJHzcw-ZmKbqUHKoGMbyy4dsFS3f/s400/ant%C3%ADgona.png" width="400" /></a></div>
<br />
<div dir="ltr" style="line-height: 1; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: 'Times New Roman'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Para ellos, la heroína es Antígona. Son adolescentes, se enfrentan ante el poder fáctico de su tío, un adulto. No esperaba menos. Todos los que hemos estudiado clásicas sabemos que ambos, Antígona y Creonte, faltan, porque son soberbios y no son capaces de ser dúctiles o tener tacto.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: 'Times New Roman'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: 'Times New Roman'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Ahora yo les pongo un ejemplo nuevo. Supongamos que la hermana del rey ha cometido un delito. La cuestión es: ¿debe el rey seguir las normas dictadas por la lealtad a los familiares (cosa que ha hecho su madre y antigua reina griega Sofía) y dejar libre a Cristina, o debemos seguir las leyes dictadas por Creonte, de que cualquiera que cometiere delito debe ir a la cárcel?</span></div>
<span id="docs-internal-guid-489c3f78-9fe2-74c5-f9e6-429d3e0e2a39"></span><br />
<div dir="ltr" style="line-height: 1; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: 'Times New Roman'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: 'Times New Roman'; font-size: 16px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Por ahora, respecto al libro de Antígona según mis alumnos, gana Sofía. ¿Qué opináis vosotros? POR MARÍA JOSÉ BARRIOS CASTRO HLGE</span></div>
Francisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-35630450307428943332014-11-08T12:26:00.002+01:002014-11-08T13:51:26.752+01:00Morir en Grecia... para vivir siempre<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPxq2V3dbyT2N7vWrRfhgUo87RFanrSwVdLULheZuk3TLFFZ8lgvwP1EwOOixsplg_3EWPOuEHylne-m36wT4UpHttEMlKebKlyhYoT4AG4U_qfV6GVccn5fVRgWNH2HF7o2mTQ4Ije2Cl/s1600/IMG_2519.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPxq2V3dbyT2N7vWrRfhgUo87RFanrSwVdLULheZuk3TLFFZ8lgvwP1EwOOixsplg_3EWPOuEHylne-m36wT4UpHttEMlKebKlyhYoT4AG4U_qfV6GVccn5fVRgWNH2HF7o2mTQ4Ije2Cl/s1600/IMG_2519.JPG" height="320" width="240" /></a></div>
<b>Llevo ya unos meses disfrutando de una estancia académica en la Universidad de Oldcastle. Ustedes se preguntarán por qué he tenido a bien abandonar las tierras meridionales para vivir en este frío constante y este otoño casi eterno. Pues bien, me encuentro aquí recopilando los versos del poeta post-romántico y bohemio Edmund James (1889-1965), El poeta nació en la ciudad inglesa de Oldcastle y falleció setenta y seis años más tarde en Venecia, sumido en la "sublime indigencia", como él mismo quiso llamar a su ruina. En estos momentos preparo una antología de sus versos y una traducción al castellano. Ofrezco a continuación una primicia, como es la traducción parcial de su desconocido poema "Morir en Grecia... para vivir siempre", que cambió el sentido estético de una época. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO</b><br />
<br />
Para María José Barrios, incondicional lectora de James<br />
<br />
Se trata de unas cuartillas bien escritas, con una caligrafía primorosa y propia de quienes han renunciado a cualquier medio mecánico de escritura que vaya más allá de una pluma. Por problema de derechos, no puedo ofrecerles aquí la reproducción facsímil de la primera página o, en especial, aquella donde aparece el bello poema "Dying in Greece", que comienza con el insuperable verso: "About failures... I know everything". Les voy a ofrecer ahora un conato de traducción, aún a sabiendas de que mis palabras no recogen la intensidad de unos versos escritos casi en los últimos días de la existencia de Edmund James, cuando la miseria se asociaba con los bellos ocasos de la ciudad de los canales. James, por lo que parece, se inspiró en la imagen de Lord Byron y en el hecho de que todo lo que la vida nos pide es "vivir para morir intensamente". El poema crea la imagen antagónica del sujeto gris y mezquino que sólo vive para ahorrar y cifrar su vida en esa "forma de muerte que es el aburrimiento". "Para vivir", nos dice James en uno de sus escritos, "es preciso fracasar", equivocarse con la misma intensidad con que "los pájaros surcan los ciegos ocasos". Pues bien, les ofrezco ahora, por primera vez en versión española, el comienzo del poema:<br />
<br />
"Acerca del fracaso...<br />
todo lo sé. Ya no lo temo,<br />
pues libre estoy<br />
de esperanzas y empeños.<br />
<br />
Mi vida no ha sido más<br />
que un completo despropósito<br />
de afanes irrealizables,<br />
de falsas frustraciones.<br />
<br />
Pues bien, quiero morir en Grecia,<br />
de pie, ante el sol,<br />
y reírme de aquellos que hicieron<br />
de su vida un triste acopio de éxitos."<br />
<br />
He renunciado a los matices que recuerdan a Dickens cuando nuestro poeta habla más adelante de los "hombres grises, administradores implacables de una vida entre barrotes de humana miseria", prefiriendo quedarme con la idea pura y desnuda de esta denuncia vitalista. En definitiva, Edmund James fracasó porque vivió, y vivió porque fracasó. Me quedo con esa idea, tan estoica de estar "free of hopes and purposes...".<br />
<br />
<br />
<br />Francisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-1963674210835793622014-10-28T03:00:00.000+01:002014-10-28T08:52:38.708+01:00Lecturas y censuras: historias no académicas<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJKYOpVmE89gAQMLW8p8rHhb0mtLts8hLAS8M_AdHjyQHHN4QlViFU0nY1cX6yNJcx6AZvQgn9Rk4qL4lsHx5ZDcaXeDiF6TXwbjpseTsP9EfsxKksJM7RvFypeJXoda_FF5hRH6002Kz1/s1600/SANY1554.JPG"><img alt="" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJKYOpVmE89gAQMLW8p8rHhb0mtLts8hLAS8M_AdHjyQHHN4QlViFU0nY1cX6yNJcx6AZvQgn9Rk4qL4lsHx5ZDcaXeDiF6TXwbjpseTsP9EfsxKksJM7RvFypeJXoda_FF5hRH6002Kz1/s400/SANY1554.JPG" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5564025852169716274" style="cursor: hand; float: left; height: 300px; margin: 0px 10px 10px 0px; width: 400px;" /></a><strong>Leer a los clásicos en la actualidad es una actividad relativamente sencilla, al menos desde el punto de vista del acceso a las obras de los autores, pues es innegable el hecho de que jamás fue tan fácil tener libros y, en buena medida, tan barato. Por otra parte, los lectores de tercer milenio dispondremos de un acervo literario riquísimo, tanto de literaturas antiguas como modernas. Pero no siempre fue tan fácil. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO HLGE.</strong>Los lectores actuales, por lo demás, ya no tenemos que escondernos de las censuras ni arriesgar nuestras vidas para leer autores que en otra época estuvieron proscritos. Todavía en el siglo XIX se condenaba la lectura de algunos clásicos latinos por impíos, y hoy día podemos adquirir una traducción de los Coloquios de Erasmo en unos grandes almacenes sin que nos denuncien por herejes. Esta no era, ciertamente, la situación de aquel humanista de la localidad extremeña de Barcarrota cuando tuvo que emparedar algunos de sus más queridos libros, como el Lazarillo publicado en Medina del Campo en 1554 o una edición de la Lingua, de Erasmo (Jesús Casas Murillo, Una edición recién descubierta de Lazarillo de Tormes. Medina del Campo, 1554, Mérida, Junta de Extremadura, 1997). No es necesario remontarse al Renacimiento, pues en pleno siglo XIX podemos asistir a una auténtica cruzada contra los clásicos abanderada por el ultracatolicismo del abate Gaume, persona hoy desconocida, pero que en su momento tuvo una gran repercusión ideológica. El propio Menéndez Pelayo fue acusado de “pagano” por escribir un prólogo a la traducción de los Idilios de Teócrito de su amigo Ignacio Montes de Oca. Fue, precisamente, el poeta Lucrecio quien acaparó buena parte de las críticas, debido a su impiedad, como podemos leer en la Historia de la Literatura Latina de Martín Villar y García:<br />
<br />
“El poema didáctico de Lucrecio, titulado De rerum natura, contiene la doctrina de la filosofía epicúrea, que habiendo empezado como una secta de apariencia elevada, degeneró en grosero materialismo que hacía consistir la felicidad en la satisfacción del placer, y no en los goces del espíritu y señorío de las pasiones como había enseñado el fundador Epicuro. En esta funesta degeneración pasó a los romanos la escuela del filósofo de Samos con todas las absurdas máximas que la habían hecho lisonjera y popular; y no contribuyó poco a que se desataran sus vínculos religiosos y se precipitaran violentamente por el sendero de la corrupción. Reducido todo a la materia, niega la existencia de la vida futura quitando así todos los estímulos a la virtud, y como consecuencia de este absurdo principio, niega también la espiritualidad del alma y su existencia distinta del cuerpo. Tal doctrina debió forzosamente contribuir a la desmoralización de Roma que veía levantar al vicio. Ídolo que adoraba, un monumento magnífico: sensible extravío del genio, que repetidamente se manifiesta en la literatura romana.” (Martín Villar y García, Historia de la Literatura Latina, Zaragoza, 1875, p. 118)<br />
<br />
No todas las lecturas son las mismas ni tan siquiera en una misma época. Así lo vemos en el tono bien diferente que emplea entre 1839 y 1841 un doctorando alemán acerca de los textos de Lucrecio y el epicureísmo. Se trata de Carlos Marx, quien nos ha dejado siete interesantes cuadernos relativos a esta etapa:<br />
<br />
“Así como la naturaleza en primavera se acuesta desnuda y, por así decir, segura de su victoria, pone a la vista todos sus encantos, mientras que en invierno cubre sus vergüenzas y su desnudez con nieve y hielo, de igual modo se diferencia Lucrecio, el fresco, audaz, poético señor del mundo, de Plutarco, quien envuelve su mezquino Yo en la nieve y el hielo de la moral.” (Karl Marx, Escritos sobre Epicuro (1839-1841). Traducción, presentación y notas de Miguel Candel, Barcelona, Crítica, 1988, p. 156)<br />
<br />
<br />
<div>
<div>
En esta apreciación sobre Lucrecio nos damos cuenta de que lo que cobra una gran relevancia es la particular lectura que ha hecho de sus versos un lector moderno. La historia de una literatura puede entenderse, dejando a un lado los principios positivistas, como la historia de las distintas lecturas que se han hecho de ella a lo largo de los siglos, sobre todo si se trata de una literatura como la clásica grecolatina. Hasta tal punto es importante el estudio de las lecturas que la historia de éstas puede constituir una suerte de historia alternativa y no necesariamente académica, frente a las historias al uso, que tiende a rescatar generalmente una sucesión de datos. Desde hace unos años, y desde posturas muy cercanas a las de la “estética de la recepción” de Jauss, venimos defendiendo la posibilidad de plantear una historia de las lecturas de la literatura grecolatina en los autores modernos, desde el siglo XVIII hasta nuestros tiempos. Esta historia es la que, precisamente, da cuenta de la vitalidad, y nos ofrece datos a menudo distintos de aquellos que podemos extraer de las historias académicas. Pero para que exista un historia no académica de la literatura grecolatina tiene que haber, evidentemente, lectores (pues los autores ya no están vivos entre nosotros), y no basta con los filólogos clásicos u otros especialistas. Generalmente, el acceso a los autores clásicos ha venido dado por medio de dos vías: por un lado, el paso por la escuela, que permite acceder a ciertos autores que podemos considerar como el canon escolar, y, por otro, el acervo de distintas lecturas, sobre todo aquellas que remiten a otros libros, lo que va configurando en el lector una suerte de “antología inminente”, en palabras de Alfonso Reyes. </div>
Francisco García Jurado H.L.G.E.</div>
Francisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-1686886782703403132014-10-13T00:20:00.000+02:002014-10-13T00:20:33.765+02:00La magia de la formación de las palabras<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0NeW1uf3XRJBTXGatSZYPlMU9d-Rt-r6qaNwPgK3RwvG1vrDTjlmIykWa0_U0b1i_svsvPesefD9wVxJ4nieddqMVnOkCnb9hRRCVvw-B1lb_CQGzESngxx0TzoP7f5EZW2BrP3XBV9po/s1600/nuevo-diccionario-latino-espanol-etimologico-madrid-1875-13522-MLA3098268065_092012-F.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0NeW1uf3XRJBTXGatSZYPlMU9d-Rt-r6qaNwPgK3RwvG1vrDTjlmIykWa0_U0b1i_svsvPesefD9wVxJ4nieddqMVnOkCnb9hRRCVvw-B1lb_CQGzESngxx0TzoP7f5EZW2BrP3XBV9po/s1600/nuevo-diccionario-latino-espanol-etimologico-madrid-1875-13522-MLA3098268065_092012-F.jpg" height="320" width="237" /></a></div>
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<b>Suele ser el fino olfato lingüístico de mis buenas amigas, como es el caso de Rosa Ruiz y de Inmaculada Collado, el que a menudo me ofrece pistas para escribir alguno de estos blogs donde pienso en alto acerca del lenguaje. En este caso, las dudas que Inmaculada ha expresado en facebook acerca de si es correcto "implicamiento" o "implicación", o bien "desmantelación" o "desmantelamiento", me han animado a escribir estas líneas. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO HLGE</b><br />
Las cuestiones a menudo tienen un componente de reto y, a la vez, de trampa. Si se nos pregunta cuál de las dos palabras es correcta, "implicamiento" o "implicación", tendemos a dar una respuesta electiva y directa que nos saque de la duda, pero a lo mejor nos olvidamos de lo más curioso: en caso de que "implicación" sea la forma, digamos, correcta, por qué alguien ha llegado a generar la palabra "implicamiento". Formar palabras supone un trabajo a menudo arduo y repleto de senderos sinuosos. Las palabras no suman sus componentes al mismo tiempo, sino poco a poco, como en un proceso de sedimentación que hace que, especialmente en algunas lenguas, no todo sea posible a la vez. Por ejemplo, yo puedo decir "descerebrado", pero no existe, o no es posible, el correspondiente adjetivo "cerebrado", acaso porque no hace falta. Puedo decir "tolerable" e "intolerable", pero al correspondiente "tolerar" no puedo contraponer un "intolerar". "Implicar" es un verbo precioso que tiene que ver con la idea de "plegar". Curiosamente, lo que tiene un solo pliegue es "simple" (del latín <i>simplex</i>), mientras lo que presenta muchos es complicado o complejo. Ya en latín se creó un sustantivo <i>implicatio </i>al tiempo que un <i>implicamentum </i>para referirse a ciertas envolturas. Pero ambos sustantivos se crearon sobre un verbo <i>im-plico </i>("envolver", "implicar"). Así, pues, al latín le debemos este pequeño milagro de un concepto que luego hemos utilizado tantas veces cuando queremos relacionar una cosa con otra "envolviéndolas". Son palabras cultas (el latín <i>plico </i>da en español "plegar"), y seguramente ya no fue necesario más que adoptar una de ellas, cuando dejamos de tener conciencia cierta de la diferencia habida entre los sufijos -<i>tio </i>y <i>-mentum </i>(el primero tiene que ver más con el acto en sí, y el segundo con el producto de este acto). En castellano, "implicación" ha pasado ya como una palabra entera, sin conciencia de su antigua formación latina (primero <i>im-plico </i>y ya después <i>implica-tio</i>). Si alguien utiliza, sin embargo, "implicamiento", quizá esté dejándose llevar por la analogía con otras palabras acabadas en "-miento", como "sufrimiento" o "lucimiento". En el caso de "desmantelamiento" y "desmantelación", el camino ha sido, curiosamente, el contrario. FRANCISCO GARCÍA JURADO<br />
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Francisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-53668928123372227362014-06-27T09:13:00.001+02:002015-02-11T22:25:34.385+01:00Solemnidad y amistad: labrar un recuerdo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHXZV8iN1C9wLvBodUX7vorABmYLbxoV2cXiGWG9PBW-KtJJni6L4lQl97jt2GQCaoXZ04u9qMZIBRZCKEDMnMFfXnS-F9xcoz1uX8lWko-VIhAoF7dDRYpcS6bJZh6ClhsdOgb0LUQUaW/s1600/unnamed+(2).jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHXZV8iN1C9wLvBodUX7vorABmYLbxoV2cXiGWG9PBW-KtJJni6L4lQl97jt2GQCaoXZ04u9qMZIBRZCKEDMnMFfXnS-F9xcoz1uX8lWko-VIhAoF7dDRYpcS6bJZh6ClhsdOgb0LUQUaW/s1600/unnamed+(2).jpg" height="213" width="320" /></a></div>
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<b>Ya he regresado de Ámsterdam feliz y cargado de recuerdos
indelebles. A la mañana siguiente de mi regreso veo que Rocío Rosa me ha
enviado parte de las preciosas fotografías que tomó durante el miércoles 25 de
junio. Es buena fotógrafa y capta el alma, no puedo decir más. POR FRANCISCO
GARCÍA JURADO</b></div>
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A Rocío y Cristian, para quienes el futuro es nuevo cada día</div>
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Fui estudiante en Holanda, durante los míticos tiempos en
que realizaba mi tesis doctoral. Entre verbos latinos de vestir y concordancias
de léxico puedo encontrar, aún en mi recuerdo, el sonsonete de los tranvías
amarillos y parte de ese característico barullo que siempre hay (y habrá) en el
Rokin. La tesis doctoral de Cristian Crusat me ha devuelto a aquellos días,
ahora no como doctorando, sino como tribunal de su propia tesis. Es una gran tesis que
nació, por cierto, del flechazo académico que ambos sentimos cuando el profesor
Fernando García Romero nos presentó hace muchos años en la Complutense. Pocos
temas se prestaban tanto a aplicar la noción de “Historia no académica de la
literatura” como las vidas imaginarias de Marcel Schwob. Al cabo del tiempo
Cristian ha podido terminar su tesis y defenderla, y yo he tenido el honor de
darle el título, por gentileza de sus promotores, la profesora Ieme van derPoel
y el profesor Pablo Valdivia. </div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEir0VNHOa2z76yj5tteHi5-9WExj_pqC_qDCDc8rXasqWFLBF1ph2-GiITocRrA67NhBE0xTrsDovce0PQ5eTyuT6tVM12MSgh1Y7i9KCRsSImuKIdQfhUDYwbc0po8iU0VSWfMgZDT-UsQ/s1600/alocuci%C3%B3n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEir0VNHOa2z76yj5tteHi5-9WExj_pqC_qDCDc8rXasqWFLBF1ph2-GiITocRrA67NhBE0xTrsDovce0PQ5eTyuT6tVM12MSgh1Y7i9KCRsSImuKIdQfhUDYwbc0po8iU0VSWfMgZDT-UsQ/s1600/alocuci%C3%B3n.jpg" height="213" width="320" /></a></div>
Fue un día más que emocionante, en la preciosa
capilla de la universidad, por donde tantas veces había pasado yo mismo
mientras pensaba en mi trabajo de tesis. El acto de la defensa de la tesis
fue solemne y se atuvo a los ritos preestablecidos por el protocolo. Me encantó
vestirme de “Erasmo” con mi buen amigo el doctor Albadalejo, que también entró
en el juego con el buen humor que era esperable en él. Tras la defensa,
Cristian nos ofreció un cóctel en la planta baja del mismo edificio, donde todo
el mundo se fue marchando después “a la holandesa”. <br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_hhvVgvg7o6HsDGqKvQYnIegNcF80UGf9MJk7MwiUgcLGdPrcxbzSHjGGM4NPUo5ado1VY8RwV1ko8UJfYXpXxZfG7iItzemgZdHT2TtLh6J-BQcYMzHrHIZTqyUFsLYoFhBR1Myt62-d/s1600/unnamed+(3).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_hhvVgvg7o6HsDGqKvQYnIegNcF80UGf9MJk7MwiUgcLGdPrcxbzSHjGGM4NPUo5ado1VY8RwV1ko8UJfYXpXxZfG7iItzemgZdHT2TtLh6J-BQcYMzHrHIZTqyUFsLYoFhBR1Myt62-d/s1600/unnamed+(3).jpg" height="213" width="320" /></a></div>
Yo le había prometido que
no me marcharía (por ello me quedé un día más en Ámsterdam). Así que tras este cóctel nos fuimos a comer
después tanto Cristian como Rocío Rosa y una amiga común de ellos, Luisa, que
ha comenzado una nueva vida en Holanda. <br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVu3AJdC7zBY4pTFSR_9u-0wpRtOk3BzVeuYf5WrWG7oJpp-3m7IhY6sfbAn3FGquInJw6P58qaUxHMyH1aRoDllLNrmRH7ekgANVah8zW5zNoOOxfLlsSJ9kjBwNRj2vUEL8x7O8Knq8B/s1600/unnamed+(1).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVu3AJdC7zBY4pTFSR_9u-0wpRtOk3BzVeuYf5WrWG7oJpp-3m7IhY6sfbAn3FGquInJw6P58qaUxHMyH1aRoDllLNrmRH7ekgANVah8zW5zNoOOxfLlsSJ9kjBwNRj2vUEL8x7O8Knq8B/s1600/unnamed+(1).jpg" height="320" width="213" /></a></div>
Aquí comenzó la etapa más entrañable de
ese día, sin cuyo complemento toda la solemnidad de la mañana se hubiera
quedado desnuda. Gracias a aquella comida distendida y amable en un típico
coffeshop holandés fuimos tomando cierta conciencia de lo ocurrido unas horas
antes. Tras un descanso, sobre todo para que los nervios acumulados por tanta
emoción se relajaran, quedamos luego, a las ocho, Rocío, Cristian y yo para ir
tomar algo en el café De Jare, tan cercano a la propia Universidad de Ámsterdam
y a todos mis recuerdos (allí habíamos tomado una cerveza el profesor Jan de
Jon y yo en otro tiempo, tras una búsqueda sistemática de un verbo latino en
las entonces primitivas concordancias electrónicas de Cicerón). <br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhPxtP6uALno3-xb84vGsbWX8R_ub19bUJsb14pc2dwGjyz9vRnNXNqX4_hdfhOrtTVtEMBrhYLZxvROOMFw5UKb9AZG-ICthPP2iKPcZj8n3DOlI1RfwlgPp5RjU-xFV773-llTTa8VgfR/s1600/IMG_1551.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhPxtP6uALno3-xb84vGsbWX8R_ub19bUJsb14pc2dwGjyz9vRnNXNqX4_hdfhOrtTVtEMBrhYLZxvROOMFw5UKb9AZG-ICthPP2iKPcZj8n3DOlI1RfwlgPp5RjU-xFV773-llTTa8VgfR/s1600/IMG_1551.JPG" height="213" width="320" /></a></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEir7MqYKG0oFjMHxi-NUGzkbQoFOxiRXjb1-0zMTYJkhMj7sYnKZdk89VwoVoyRQEheU7bKFrtWYuDSL50CB9rLVy3_gvwjBavjIXZehk2no8VQ7_vIngaj7v3aDByS13s8FLTgpszs8DOP/s1600/unnamed.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEir7MqYKG0oFjMHxi-NUGzkbQoFOxiRXjb1-0zMTYJkhMj7sYnKZdk89VwoVoyRQEheU7bKFrtWYuDSL50CB9rLVy3_gvwjBavjIXZehk2no8VQ7_vIngaj7v3aDByS13s8FLTgpszs8DOP/s1600/unnamed.jpg" height="213" width="320" /></a></div>
Rosa llevó su cámara
de fotos y en realidad aquellas horas restantes, mientras la noche se cernía
sobre los canales y las luces cálidas dominaban el café, terminaron siendo mágicas.
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpK-1a5N0cbD5nTDNz5_RQTE0TPrrht_1NldF7LQVkFC2QB0bhsWACFTkj2cyZ6zKZ38EMu2yLaXKOvVXmExcUozuukV4nUNvltKpAfZSDSckTwwjDDnntRC2_BQo2C1pKLIrIYyKU17-6/s1600/IMG_1547.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpK-1a5N0cbD5nTDNz5_RQTE0TPrrht_1NldF7LQVkFC2QB0bhsWACFTkj2cyZ6zKZ38EMu2yLaXKOvVXmExcUozuukV4nUNvltKpAfZSDSckTwwjDDnntRC2_BQo2C1pKLIrIYyKU17-6/s1600/IMG_1547.JPG" height="213" width="320" /></a></div>
Recordamos algunos cuentos de Cristian, en especial aquel que recrea a un
profesor en Marsella que, precisamente, había hecho su tesis sobre los verbos
de vestir en latín (y mientras él escribía este cuento, yo, sin que casi nadie
lo supiera, estaba en Marsella), hablamos de las luces de Ámsterdam prendidas
en las pupilas de la Albertine de Proust, de un poema de Safo donde se habla de la contemplación amorosa y de los días que
duran para siempre, según Cavafis. Aquella tarde-noche se volvió el broche
sutil de un gran día, al igual que el paseo que después dimos, pues yo quería
acompañarles hasta su casa, entre canales nocturnos. <br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7dy-43XEvv-N-pCrfcCvcwKH-KiVHVfppOJ987rXxjxmk7fdQnjQACLTnJWdPPrH1lZ2jEw9fwEQXR8V9o-XHrAMQBeOytTEZv4-8Gt6o6tJ9hbibvW2W_vo4H8jtAdDm4uLwbymkayaT/s1600/IMG_1552.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7dy-43XEvv-N-pCrfcCvcwKH-KiVHVfppOJ987rXxjxmk7fdQnjQACLTnJWdPPrH1lZ2jEw9fwEQXR8V9o-XHrAMQBeOytTEZv4-8Gt6o6tJ9hbibvW2W_vo4H8jtAdDm4uLwbymkayaT/s1600/IMG_1552.JPG" height="213" width="320" /></a></div>
Rosa quiso hacer una
fotografía a una puerta rodeada de naturaleza, lo que me trajo una extraña
sensación de cercanía a la infancia. FRANCISCO GARCÍA JURADOFrancisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-68136052480575473482014-06-19T08:00:00.000+02:002014-06-19T09:34:53.678+02:00¡Viva la república! La muerte de Lucrecia<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIQKgTK5MpcJXbxUum0Sn1OrZjxaoakONkCYyTuKiza718Vh4MJG87PbDljRMF9kZeizov9P04YlbBiqySG8tRUmF_ulmWsW3c7-gJrAw6tObzdH0dl40S5Yi6NGWtEMFhL8JlpiqaFMGs/s1600/muerte+de+lucrecia.bmp"><img alt="" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIQKgTK5MpcJXbxUum0Sn1OrZjxaoakONkCYyTuKiza718Vh4MJG87PbDljRMF9kZeizov9P04YlbBiqySG8tRUmF_ulmWsW3c7-gJrAw6tObzdH0dl40S5Yi6NGWtEMFhL8JlpiqaFMGs/s400/muerte+de+lucrecia.bmp" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5587911156164837730" style="cursor: hand; float: left; height: 255px; margin: 0px 10px 10px 0px; width: 339px;" /></a><b>La identificación de los monarcas con los tiranos se puede encontrar ya, naturalmente, en la propia Historia Antigua. Tarquinio el Soberbio, el último rey etrusco, ha pasado a la historia como déspota y corruptor de virtudes. La cobarde violación de una honrada matrona, Lucrecia, desbordó el vaso que terminó dando lugar a la república romana. Lucrecia decidió el suicidio antes que el oprobio o la humillación. El episodio ha encontrado luego su relectura moderna en todos aquellos que alimentan el anhelo por la renovación y la regeneración política. El pintor Rosales y el dramaturgo Leopoldo Cano pusieron moderna imagen y voz al terrible y, a la vez, ejemplar episodio. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO HLGE</b><br />
<strong><br /></strong>
Leopoldo Cano compone en 1884 <em>La muerte de Lucrecia</em>, cuya fuente literaria clásica se encuentra al final del libro I del <i>Ab urbe condita</i>, de Tito Livio (Liv.1, 57-59). El argumento, entendido ya desde la ciencia histórica del XIX como parte de la historia mítica de Roma , tiene todos los ingredientes que lo hacen interesante para los gustos de la época: la tensión entre la intachable virtud de Lucrecia con el acto de la violación a manos de Tarquinio, que se ha consumado antes de que comience la obra, seguido todo ello de la truculenta escena del suicidio de la heroína en la escena final, donde no puede obviarse su relación con los gustos de la pintura histórica, a la que se alude explícitamente.<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGeOQLWGBbQ_gGtrChWVJUzCouMbbqfE7Sl2k8ss4eiCvTe5xIAoKl_WqPnIQfWvH46eZoq1dV2_64KCAYNcyBkwha9E5BsvraoMO3gtkZRnypo5v3JRJe1Dw7JkHYb_bLuAZYxEODC6Lr/s1600/IMG_0863.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGeOQLWGBbQ_gGtrChWVJUzCouMbbqfE7Sl2k8ss4eiCvTe5xIAoKl_WqPnIQfWvH46eZoq1dV2_64KCAYNcyBkwha9E5BsvraoMO3gtkZRnypo5v3JRJe1Dw7JkHYb_bLuAZYxEODC6Lr/s1600/IMG_0863.JPG" height="320" width="240" /></a></div>
<strong><br /></strong>
He aquí uno de los pasajes fundamentales de la obra, rebosante de patetismo:<br />
<br />
"LUCRECIA. ¡Acercaos!<br />
No perdáis ni una frase de esta historia<br />
y escribidla con sangre de tiranos.<br />
Bajo este honrado techo<br />
halló hospitalidad un hombre osado,<br />
que en nombre de mi esposo la pedía;<br />
y, antes que despuntase en nuevo día,<br />
oí desde mi lecho<br />
el ruego vergonzoso del malvado.<br />
¡Era Sexto Tarquino!<br />
Al ver por mi desprecio y energía<br />
que, al deshonor, la muerte prefería,<br />
«Cede a mi amor,» -me dijo el libertino-<br />
«que aún puede ser tu suerte<br />
mucho más espantosa que la muerte.»<br />
«Si mi ruego amoroso<br />
rechazas, sobre el lecho de tu esposo<br />
haré poner un siervo degollado<br />
y diré a Roma entera<br />
que fue de esta manera<br />
por infame adulterio castigado .»" (...)<br />
<br />
Saca un puñal rápidamente y se le clava en el corazón. Todos lanzan un grito de horror. Séptimo Lucrecio y Publio Valerio sostienen a Lucrecia. Colatino cae desfallecido sobre el lecho, y Junio Bruto, tomando el puñal que le entregara Lucrecia, cuando lo indique el diálogo, se aleja del grupo principal, de manera que todas las figuras queden en la disposición que ocupan en el cuadro de Rosales."<br />
<br />
Imaginamos que el interés por este asunto de la historia de Roma guarda asimismo relación con el del florecimiento de las novelas históricas, volcadas, por aquel entonces, en el nacimiento del cristianismo, como es el caso de Fabiola o la iglesia de las catacumbas, de N.P.S.Wiseman, editada en 1854 , así como de la decadencia de Roma, de la que pueden encontrarse versos en el drama de Lucrecia. El propio Leopoldo Cano tiene una composición titulada "El triunfo de la fe" , que, fiel a los gustos truculentos del momento, se deleita en la muerte de una pequeña niña cristiana en la arena. Debido a la rareza del texto, y a su posible interés para la historia de la novela histórica en España, nos permitimos reproducirlo:<br />
<br />
"Ancha es la sacra vía/que va al Anfiteatro, y todavía/a su pesar se funde y se codea/el pueblo-rey, con la canalla aquea./Himnos de gloria, lúdicas canciones,/acentos de dolor, imprecaciones,/se mezclan en extraño desconcierto./Ya el crujir de la férula, que hostiga/los corceles de rápida cuadriga,/que transporta al pretor... y a su liberto;/ya el gruñido estridente del beodo,/que danza con abyecta cortesana,/al caer desplomado sobre el lodo,/lecho nupcial de la impureza humana;/ya una risa que acaba en un quejido;/ya un lamento, seguido de una nota/que espira sollozando, apenas brota/de címbalo sonoro mal tañido;/todo a la vez resuena confundido/y dice, en las palabras de ese idioma/ en que se explica un pueblo conmovido,/que hoy es gran día y se divierte Roma./Por la fiesta, el Edil dejó el Consejo;/apoyado en su báculo va el viejo,/arrastrando su cuerpo hacia la cuesta/donde el Anfiteatro se divisa,/y la toga pretexta/recoge el joven, por andar de prisa./En vano algún líctor, con golpe rudo,/ por abrir paso al senador ceñudo/flagela al vil esclavo, hijo de Grecia,/que su aviso colérico desprecia;/el esclavo se aparta/rechazando el empuje que le ahoga,/mas no bastante, y la romana toga/se roza con la clámide de Esparta./La muerte el extranjero merecía,/mas hoy el senador es tolerante;/a su adusto semblante,/como rayo de luna en noche umbría,/una sonrisa de placer asoma..../que un tigre envidiaría./Hoy correrá un raudal de sangre impía;/hoy se divierte triunfante Roma./ Mira allí al patrono y su cliente/ y al altivo Pretor, a quien saluda/ un parásito vil, humildemente;/hacia el Anfiteatro van sin duda./ Turba de histriones con alegre coro/el ritmo imprime de grotesca danza,/y, muellemente reclinada, avanza/en su litera de marfil y oro,/la meretriz procaz, casi desnuda,/que el cuello de nieve/acaso más valor en joyas lleve/que pudiera costar la tribu entera/de los siervos que llevan su litera./Se ríen los histriones; sonríe la ramera,/y no les faltan, en verdad, razones./Han traído de Libia una pantera/y un gladiador responde de la fiera./Hoy se derramará sangre cristiana/y al Circo va la alegre caravana./Hoy es día feliz, día de broma,/pues con la sangre se divierte Roma./¡Grandioso Anfiteatro! ¿Veis el solio/que ocupa aquella escuálida persona/pálida, como muerto con corona?/ Pues ha costado más que el Capitolio./Rojo dosel, con arrogante emblema,/se refleja sangriento en su diadema;/ perlas hay a sus plantas/tachonando el cojín; pero son tantas/y de modo tan triste resplandecen,/que torrente de lágrimas parecen/de las madres cristianas, que han llorado/a los pies del verdugo despiadado./Cien mil espectadores/se agitan en la inmensa gradería; en el pódium, los graves senadores,/para ver de más cerca la agonía/ de una niña, que al medio de la arena/empuja un gladiador. ¡Soberbia escena!/La fiera va a salir. Llegó la hora./Se aleja el gladiador, la niña llora;/la plebe ruge; el bronce toca a muerte;/el rey bosteza; el pueblo se divierte./¿Quién es la niña? ¿Cuál es su delito?/¿Por qué la turba con salvaje grito/su aparición saluda?/Miradla triste, resignada, muda,/sin temor, sin orgullo y sin enojos,/pues es cristiana, y sufre los agravios/sin entreabrir las rosas de sus labios,/sin llorar por los cielos de sus ojos./Su mano hace una cruz, y en ella imprime/el beso ardiente de la Fe sublime./¡Qué ternísima escena!/Es la rosa besando a la azucena./Ha buscado el suplicio, y no es suicida,/porque va a conseguir la eterna vida./Se humilla y vence. Cuando muere un lirio,/al cielo va su delicado aroma;/el alma se sublima en el martirio/cuando el mísero cuerpo se desploma./¡Piedad! dice una voz. ¡Inútil ruego!/ Es implacable el populacho ciego,/El César hizo la señal de muerte/y su pueblo con sangre se divierte./¡Impía Roma! De tu ley severa/es digno ejecutor esa pantera./Tu víctima sucumbe; un raudal brota/del níveo seno por la horrible herida;/pero toda esa sangre, gota a gota,/abrasará tu frente maldecida./El héroe muere, pero no su ejemplo./Lo que es Circo, mañana será tu templo./No celebres tu efímera victoria;/en ese Anfiteatro has erigido/un pedestal al mártir, que ha ceñido/el lauro inmarcesible de la gloria./Escucha el alarido de la guerra./El coloso de cieno se derrumba./¡Pesa mucho la losa de una tumba/que mártires encierra!/¡Roma cruel! No vistas férrea malla/ni acudas presurosa a la muralla./Has de morir. Herido está de muerte/el pueblo que con sangre se divierte!"<br />
<br />
Llama la atención esta viva descripción de una Roma no exenta de exotismo, personalizada en la meretriz cargada de joyas, frente a la pobre niña cristiana, que hacen moverse el texto entre una Salomé y una Fabiola. Francisco García JuradoFrancisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-28600459465148855022014-06-01T14:22:00.000+02:002014-06-01T09:44:37.227+02:00Sobre ferias del libro y otras vidas<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiY7FTjJ1jO1PaFLwh9xSUjrkfLlozegHK3CTAQ7DEJwQDxBmyVKEiS256gAExDtbIq0NC2tlZ9PhQPDQty_1_NWnuDDez1_qXyuqOZ33gc0oJXh2O5sjNX5dmmgypTd5wITRT3xnRFHvp/s1600/miguel+hern%25C3%25A1ndez.jpeg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiY7FTjJ1jO1PaFLwh9xSUjrkfLlozegHK3CTAQ7DEJwQDxBmyVKEiS256gAExDtbIq0NC2tlZ9PhQPDQty_1_NWnuDDez1_qXyuqOZ33gc0oJXh2O5sjNX5dmmgypTd5wITRT3xnRFHvp/s320/miguel+hern%25C3%25A1ndez.jpeg" height="320" width="240" /></a></div>
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<b><i>"Yo, que tantos hombres he sido, no he sido nunca / </i><i>aquel en cuyo abrazo desfallecía Matilde Urbach"</i>. De esta forma tan propia de un pensador presocrático nos recuerda Borges la feliz y, a la vez, trágica condición múltiple de los seres humanos, pues, ciertamente, tras los años nos damos cuenta de cuántas encarnaciones hemos sufrido dentro de una misma vida. El niño soñador, el adolescente altanero, el joven ambicioso, el varón incipiente que quiere vivir todas las vidas posibles, el hombre maduro que mira hacia atrás sus errores..., y no sé cuántas me esperan. La feria del libro es, tanto con las presencias como con las ausencias, parte de ese escenario donde han paseado esos diferentes seres que siempre leyeron. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO</b></div>
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Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que fui a la feria del libro. Lo hice en compañía de mi abuelo. De aquella tarde gloriosa recuerdo el olor a lluvia del Parque del Retiro, el aroma a libro nuevo y un cuento de las fábulas de Esopo que me llevé como regalo de mi propio abuelo. Después, siempre que pasábamos por el quiosco de prensa donde mi abuelo compraba sus periódicos, intentaba evocar en la memoria olfativa ese momento sublime de una tarde de lluvia en el Retiro. Al cabo de los años fue ya con mis padres, y por la mañana de un sábado o domingo, con quien acudí a la feria. Me atraía entonces ya cierta literatura, como una edición preciosa de unos cuantos sonetos de Miguel Hernández (reproducida en la ilustración), o El contrato social de Rousseau. También acudí sólo a la feria, en especial una tarde de sábado tras haber terminado mi segundo curso de filología clásica (inusitadamente, había dado fin a mis exámenes muy pronto). Fue aquella tarde cuando compré la novela Rayuela de Cortázar y creí escuchar por megafonía el estruendoso título de un libro escrito por alguien desconocido que al cabo de unos años llegaría a ser famoso. También la feria supuso el paseo con las contadísimas novias que he tenido, y un momento para compartir lo poco que he sabido compartir: el amor a los libros. Todas esas tardes quedaron en el recuerdo, perdidas como se quedan atrás los carteles en las carreteras, con la certidumbre de que fueron efímeros y plenamente pasajeros. Ya no voy a la feria. Recuerdo que, cuando publiqué mi libro sobre Borges y la Eneida, el editor, que jamás me dio un duro, sugirió que podía firmar ejemplares allí. A mí aquel acto me espantó, no tanto por el hecho de ir allí a firmar, sino por la cara de circunstancias que se me pondría al ver que, a lo sumo, un par de lectores vendría a que se lo firmara, y acaso por equivocación. Todavía recuerdo esa cara de circunstancias en el rostro de algunos escritores aspirantes a famosos. La vanidad es una enfermedad del alma. Salvo excepciones, los "escritores" que más público acaparan son los mediáticos y, sobre todo, los que publican libros de autoayuda diversas. Esto es inevitable, pues un editor necesita vender libros, cuanto más mejor. Los tímidos libros que han salido de mi mano han estado seguramente en la feria, pero abandonados a su pobre suerte ya desde su nacimiento. No sé, tampoco, si algún día de estos volveré por la feria. Hace como tres años regresé porque un amigo firmaba libros. Ya ni tan siquiera me atengo a estos compromisos. En cualquier caso, quizá no tenga el valor de pasar junto al niño que va con su abuelo, el chaval que acude con sus padres una radiante mañana de sábado, o el joven dichoso que acaba de terminar segundo de clásicas. En mi particular feria hay ya demasiados fantasmas. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO</div>
Francisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-72975958525286061052014-05-28T10:31:00.003+02:002014-05-28T10:44:44.094+02:00Dos imágenes: políticas y nostalgia, o el tiempo recobrado<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJf6rbgX4p9Y83tVntqQwuaQvSFb3rXM1VP8YKy-l_fqP7umkfQS_zlswdWJJp7io-KqSl0mVZMyNJDRM3AuW4MguY6Co7wdTogloowOrJjw9ckhDDQmunWe_FYYyE4TyDa7jfi0pAGXmO/s1600/pablo+iglesias+podemos.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJf6rbgX4p9Y83tVntqQwuaQvSFb3rXM1VP8YKy-l_fqP7umkfQS_zlswdWJJp7io-KqSl0mVZMyNJDRM3AuW4MguY6Co7wdTogloowOrJjw9ckhDDQmunWe_FYYyE4TyDa7jfi0pAGXmO/s1600/pablo+iglesias+podemos.jpg" /></a></div>
<b>Este blog no trata sobre política, sino que pretende hacer una lectura de dos imágenes que se han superpuesto en mi "retina de la memoria". Cuando el flamante líder de "Podemos", por cierto colega universitario de la Complutense, apareció celebrando su inesperado triunfo electoral, me vino a la mente una antigua imagen de Felipe González, joven y arrollador. No se trata de parecidos ni de cuestiones comunes, sino de una atmósfera que ya no es reconocible en la encorsetada política actual. Se trata de unas personas jóvenes con las que no comparto mayores afinidades, pero en las que sí puedo reconocer ilusiones perdidas en el tiempo. Esta es la breve crónica de mis impresiones, conscientemente imprecisas. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO</b><br />
Hubo unos tiempos en que, aunque hoy parezcan irreales, la gente sintió ilusión por la política o, más bien, por sus políticos. Posiblemente todo estaba condenado a perderse, porque nos hacemos mayores y los propósitos se degradan, porque dejamos de ser quienes fuimos y nos convertimos en personas acomodaticias. Los partidos políticos, en particular el PP, el PSOE e IZQUIERDA UNIDA han crecido con nosotros, con los que somos de una generación ya madurita, y también ellos se han hecho mayores. Me hace gracia cuando los llamados "progres", es decir, algunos artistas y gente sobre todo del cine, se reúnen para reivindicar algo. Creo que el poeta García Montero es el más joven de entre ellos. Aquellas reuniones de intelectuales parecen ya más un viaje del inserso que una reivindicación. También hemos visto cómo envejecía el "guapo" Felipe (mi abuela decía que parecía un mono), ahora convertido en un señor gordo y rico, qué cosas. El PP, ciertamente, siempre fue viejo, formado por votantes que leían el ABC (ese periódico que llegó a tener un suplemento cultural maravilloso, con Blanca Berasategui y Ansón). El PSOE supo hacerse con un buen sector de votantes entre los jóvenes, y eso que OTAN, DE ENTRADA NO y otras pifias ya nos hicieron ver a aquellos jóvenes que estos políticos no eran ni tan claros ni tan honestos como los pintaba ingenuamente el dibujante José Ramón.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgSTg9bgVdW6MZHMeZ8a1lDVl4-4biuchlYlIJF_JfwX6Fw9Ck5rvFKJp5UT0QxVxiNK6zWqmXXnlmUwgJuys1zdR-nedXOhIG-DqOzZXe9suVjRU4OzjOHwm_B7ZJoMLOZdVOFGhMJWosV/s1600/felipe+por+jos%25C3%25A9+ram%25C3%25B3n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgSTg9bgVdW6MZHMeZ8a1lDVl4-4biuchlYlIJF_JfwX6Fw9Ck5rvFKJp5UT0QxVxiNK6zWqmXXnlmUwgJuys1zdR-nedXOhIG-DqOzZXe9suVjRU4OzjOHwm_B7ZJoMLOZdVOFGhMJWosV/s1600/felipe+por+jos%25C3%25A9+ram%25C3%25B3n.jpg" height="285" width="400" /></a></div>
<br />
IZQUIERDA UNIDA fue el fruto de tantas batallas internas del PCE, para regocijo de los socialistas, que se llevaban sus electores cansados de tanto dogma y escición. Ay, aquellos lectores del difunto DIARIO 16, cuando no de MUNDO OBRERO. En fin, ahora os veo a todos, con vuestras diferencias, ilusiones y mentiras, como parte de mi biografía. Habéis ido viviendo gracias a vuestros votantes incondicionales, es decir, el PP gracias a esa gente que sólo vota y votará, hasta que se muera, a la derecha, porque es lo bueno y lo cristiano: ancianitas que aún recuerdan a los rojos de la Guerra civil y gente bien pensante que lleva sus hijos a colegios religiosos. Nuevas generaciones. Al PSOE lo votan todos aquellos que sólo votan al PSOE, como parte de mis colegas de la Universidad, porque recuerdan a los grises corriendo tras de ellos, porque el PSOE es un mal menor y porque quieren una educación pública mejor, aunque sus hijos (ya nietos) vayan a los mismos colegios de curas que los hijos de los del PP. En fin, mis amigos los pijoprogres. Por lo demás, y en cuanto a los votantes de IZQUIERDA UNIDA, vaya ahora mi recuerdo emocionado de Jos, mi querido colega de filología alemana, militante de Comisiones y fiel votante del PCE, que se dejó retratar en sus últimos días de vida para reivindicar el derecho a morir dignamente. Jos llevaba un bigote a lo Gunter Grass y era una estampa viva del intelectual de la República Democrática Alemana, aquella que luego se descompuso en su propia mierda. Sin embargo, cuando pienso en Jos y su capacidad de entusiasmarnos me emociono más allá de las ideas. En fin, todo esto lo cuento simplemente porque el otro día, pese a que este joven Pablo Iglesias no me gusta ni me convence, me hizo ver, como a Proust le ocurre en<br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhm9AxSXyNxYy165f9K83pnNsaT7hoJLohcjyN7zvllfiP4b654Zxn5UAMYpjjlTr7WHI6_xLD4KbhdZJDSy1JmIoga6YCFB8eNHaFjW5mw4-lkoBacmT0uXVadfv5kCjDpGxg2Veoebq1k/s1600/felipe+gonzalez.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhm9AxSXyNxYy165f9K83pnNsaT7hoJLohcjyN7zvllfiP4b654Zxn5UAMYpjjlTr7WHI6_xLD4KbhdZJDSy1JmIoga6YCFB8eNHaFjW5mw4-lkoBacmT0uXVadfv5kCjDpGxg2Veoebq1k/s1600/felipe+gonzalez.jpg" /></a><i>El tiempo recobrado</i>, que el tiempo de ciertos políticos y de ciertos partidos ha pasado ya. ¿Qué ocurrirá cuando las viejecitas que sólo votan al PP se vayan al cielo, o cuando los pijoprogres del PSOE se vuelvan ya tan mayores que no puedan ni ir a votar (ahora, buena parte de los profesores de instituto que ganaron su plaza en tiempos de Felipe se están jubilando)? ¿IZQUIERDA UNIDA acabará siendo una sucursal de PODEMOS? En fin, con nostalgia, al ver los rostros jóvenes e ilusionados de quienes dentro de veinte años ya no serán tan jóvenes, recordé las primeras elecciones de Felipe, porque allí se podían ver igualmente estos rostros, quizá más épicos. <br />
En esta feria de las vanidades políticas, donde candidatas frustradas con voz de flauta se ven a hora marginadas, casi nada es verdad y todo, todo es mentira, pero quizá la nostalgia de lo vivido se nos muestra como una rara forma de verdad sentimental. FRANCISCO GARCÍA JURADO<br />
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</div>
<br />
<br />
<br />Francisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-28583397655025828532014-05-09T20:41:00.002+02:002014-05-09T20:41:34.962+02:00Carta abierta, o familiar, para el poeta Santos Domínguez Ramos<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUyX2Z81Ey6KM0WYx_XF7cZVGu4K7mT1lEcFWWa3Iw7tX11yVh4AvXTdi2ppRjn4xDENrR4q1Gsf1BedhclvxpDmU4LUJD0rXp8adQpboaQIULTZv_Hgh0sV9uGcNkoFEOW19ohlfIhkO8/s1600/due%C3%B1o+del+eclipse.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUyX2Z81Ey6KM0WYx_XF7cZVGu4K7mT1lEcFWWa3Iw7tX11yVh4AvXTdi2ppRjn4xDENrR4q1Gsf1BedhclvxpDmU4LUJD0rXp8adQpboaQIULTZv_Hgh0sV9uGcNkoFEOW19ohlfIhkO8/s1600/due%C3%B1o+del+eclipse.jpg" height="248" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal">
Querido amigo, admirado poeta:</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Algunas circunstancias, y ya no suelo incurrir en el
inoportuno ejercicio de hallar las causas, han hecho que por la mañana leyera a
Petrarca y ahora, por la tarde, como si se tratara de un puro servicio vespertino,
fueras tú el objeto de mis lecturas. Ha llegado a mis manos hoy tu libro
titulado <i>El dueño del eclipse</i>, de
quien Félix Grande, tan llorado, se ha convertido ahora en su merecido
destinatario. He recobrado la belleza de tus libros acariciado por la luz
dorada de la Sierra del Guadarrama (ya ves que se trata de una bella y
coherente combinación), he vuelto a visitar a “una sibila oscura”, que me
remonta a las hipálages y las deudas contraídas contigo, he entrevisto las
antiguas Siracusa y Babilonia, o la lluvia en Agrigento, acaso tan negra y tan
rara. Ya sabes que te has convertido en estilo, irremediable destino de los
buenos poetas. Toda esta emoción es ahora la que procuro expresar en estas
pobres palabras. </div>
<br />
<div class="MsoNormal">
Admirado poeta y querido amigo, no creo que sea casualidad
que esta mañana, en las frías salas de espera de un laboratorio de análisis,
haya estado leyendo a Petrarca y que ahora te esté leyendo a ti, acariciado por
la doble belleza, material y lingüística, de tu libro y de un ocaso serrano. Acaso
las casualidades no se explican, sólo se sienten como obras que el tiempo pretende
hacer con el arte. FRANCISCO GARCÍA JURADO</div>
Francisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-10516202244758532014-04-24T07:40:00.000+02:002014-04-24T07:41:53.798+02:00Sertorio: Hispania contra Roma<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJ46CjGhpWanxdxOaxLmDbzKEMp1WUGLO3Rh8KXNCPigZg5AWQymPty_-Fbk0Eu7Km64JQb3VW5nS1rPvdP8uSJHBxKX6nlf1qnoizJbpVRMn8FB57WylgRt0jJjgL-gKN1AU9fog_5_ph/s1600/sertorio.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJ46CjGhpWanxdxOaxLmDbzKEMp1WUGLO3Rh8KXNCPigZg5AWQymPty_-Fbk0Eu7Km64JQb3VW5nS1rPvdP8uSJHBxKX6nlf1qnoizJbpVRMn8FB57WylgRt0jJjgL-gKN1AU9fog_5_ph/s1600/sertorio.jpg" height="320" width="232" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><b>De oscuro linaje, según Plutarco, Quinto Sertorio contaba con
varias de las virtudes que pueden convertir a un general en mítico: su valentía
y su ingenio. Sin embargo, historiadores antiguos y modernos han visto en él
desde un héroe hasta un traidor. En cualquier caso, Sertorio mantuvo en jaque a
Roma durante diez años y volvió a resucitar las aspiraciones independentistas
de los lusitanos tras la muerte de su caudillo Viriato. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO HLGE</b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD" style="background: white;">En el año 82 a.C. Sertorio se encontraba
en Mauritania, cumpliendo una misión muy precisa: reclutar un ejército para
combatir a Sila, que había sido nombrado dictador como cabeza del partido de
los aristócratas. Entonces Sertorio recibió una propuesta inesperada: los
lusitanos le ofrecían encabezar una rebelión contra Roma. De esta forma, un </span><span lang="ES-TRAD">pueblo oriundo de la Península Ibérica se ponía voluntariamente en
manos de un general romano. <span style="background: white;">Los intereses de los
lusitanos no coincidían exactamente con los de Sertorio: los primeros querían
librarse del yugo de Roma, el segundo sólo pretendía acabar con el poder de
Sila. Pero tenían un enemigo común que hizo posible la alianza.</span> Sertorio
ya había estado antes en Hispania acompañando al cónsul Didio, que actuó con
implacable impiedad contra los lugareños. Fue así como Sertorio se dio cuenta
de que era mucho más inteligente tenerlos como aliados. Por tanto, tras la
invitación a encabezar la guerra, Sertorio dejó una parte de sus tropas en
África y marchó con 4.000 hombres a Hispania en el año 80 a.C. Comenzaba el
mito de Sertorio entre los lusitanos.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Es, precisamente, en ese momento cuando tiene lugar uno de los
episodios de la vida de Sertorio que aunque parece anecdótico no lo es en
absoluto. Plutarco nos cuenta que un lugareño llamado Espano había encontrado una
cierva recién parida. Tras hacerse con la cría, se la regaló a Sertorio, pues
era un animal extraordinario por su blancura. La cervatilla terminó haciéndose tan
inseparable del general que éste quiso hacer creer que aquel regalo había sido
hecho por la propia diosa Diana y que gracias al animal podía conocer secretos
vedados a los demás mortales. De esta forma, si algún mensajero traía la
noticia de la victoria de uno de sus ejércitos, ocultaba a éste y hacía ver que
era la cervatilla la que se lo había transmitido, logrando ser tenido como un
dios entre los supersticiosos lusitanos.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Gracias a tales cosas, Sertorio encarnaba en su persona al buen
romano, al general aguerrido y al hombre dotado de cualidades sobrenaturales.
En cierto sentido, había suplido la nostalgia del antiguo caudillo lusitano
Viriato. En lo militar, Sertorio supo combinar sabiamente la táctica romana con
la peculiar lucha de guerrillas lusitana: no dar tregua al enemigo, devastar y
rapiñar, obrar con rapidez y evitar batallas en campo abierto. Es así como
logró poner en jaque a Cecilio Metelo, a quien Sila había enviado a Hispania
como procónsul. De manera paradójica, Sertorio lograba las victorias mediante
sus estratégicas retiradas. Fue así como Sertorio, con su lugarteniente
Hirtuleyo, logró neutralizar la ofensiva de Metelo y avanzar hacia la Hispania
Citerior desde la Ulterior. Según Schulten, este avance hacia el Este debió de
ser un cómodo paseo triunfal. Sertorio tomó Segóbriga y Caraca, y continuó por
Bílbilis y Contrebia. Ahora también los celtíberos hacían causa común con
Sertorio.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Llegado a Osca (la actual Huesca), Sertorio fundó una inusitada
escuela con el fin de instruir a los hijos de los nobles celtíberos. Sin
embargo, el fin de este centro de enseñanza no era tan filantrópico como
pudiera parecer, pues le servía para mantener a los hijos de estos nobles en
calidad de rehenes. También creó en Osca un senado, si bien no era más que un mero
órgano consultivo. Sertorio se acercaba así a la figura que unos años más tarde
encarnaría el propio Augusto, pues su verdadera intención era convertirse en
emperador. Según Schulten, el propósito de Sertorio era crear en Hispania una
segunda Roma para poder lograr así el control de la misma Roma. Hispania se
convertía de esta forma no tanto en el objetivo de Sertorio como en el
instrumento ideal para terminar con el poder de Sila. Hacia el año <st1:metricconverter productid="76 a" w:st="on">76 a</st1:metricconverter>.C., Sertorio estaba ya en
la cumbre de su poder, lo que le permitió organizar una gran ofensiva hacia el
Levante. Quien acabará siendo su asesino, M. Perpenna Vento, une ahora sus
fuerzas a las suyas. Es entonces cuando Sila envía hasta Hispania a otro de sus
grandes generales, Pompeyo. Este logra vencer a Perpenna, pues era muy inferior
en astucia y valentía al propio Sertorio. No obstante, Sertorio logró
interponerse entre ambos contendientes en la ciudad de Lauro, equidistante de Sagunto,
donde había establecido su campamento Pompeyo, y de Valentia, a donde había
huido Perpenna. Sin embargo, la llegada de las tropas de Metelo, quien había
logrado terminar incluso con el lugarteniente Hirtuleyo, supuso un grave revés
para Sertorio. Tuvo entonces lugar en Sagunto uno de los combates más decisivos,
aunque se libró con una victoria pírrica para Sertorio, por culpa de Perpenna, una
vez más. En el otoño del <st1:metricconverter productid="75 a" w:st="on">75 a</st1:metricconverter>.C.
fue Pompeyo quien atacó a Sertorio, pero sin obtener tampoco una victoria
clara. El mito de Sertorio como general invicto comienza a resquebrajarse.
Pompeyo envía entonces una carta al Senado de Roma (conservada gracias a
Salustio) para conseguir más recursos y tropas. Gracias a esta nueva ayuda, Pompeyo
y Metelo ponen cerco a la sertoriana Calagurris en el año <st1:metricconverter productid="74 a" w:st="on">74 a</st1:metricconverter>.C. Tras haberse hecho con
la Hispana Citerior preparan ahora su ofensiva contra Sertorio en la Ulterior. Además
de la ofensiva externa, la división que se va produciendo entre los aliados de
Sertorio es cada vez mayor a causa de lo incierto de sus victorias. Para colmo
de males, se extravió la cierva del general, encontrada casualmente gracias a unos
que la reconocieron corriendo por el campo. Sertorio preparó teatralmente el
reencuentro con el animal, dejando que ésta acudiera públicamente hasta él como
si de un hecho divino se tratara. No era más que el desesperado intento de
recuperar su fama sobrenatural. Pero ya todo era en vano. En el año <st1:metricconverter productid="73 a" w:st="on">73 a</st1:metricconverter>.C., el poder de Sertorio
se derrumba, una vez perdida la Celtiberia. Obligado a refugiarse en el
territorio del valle del Ebro, Sertorio terminará convirtiéndose en un
personaje vil y despótico. Las relaciones con los pueblos nativos se vuelven
turbias. Incluso va a ordenar la muerte o la venta como esclavos de los hijos que
los caudillos iberos habían dejado en la escuela de Osca. También los romanos
que habitan con él en Osca recelan cada vez más de su persona. Es entonces
cuando movido por la envidia y el miedo Perpenna organiza una conspiración
contra Sertorio, al tiempo que el Senado de Roma decretaba el perdón para todos
aquellos partidarios de Sertorio que depusieran las armas. Once fueron los
coautores del magnicidio, que tuvo lugar durante un banquete organizado en casa
de Perpenna para celebrar una falsa victoria. Esto ocurría en el <st1:metricconverter productid="72 a" w:st="on">72 a</st1:metricconverter>.C. El asesinato de
Sertorio puso fin a su paulatina decadencia, pero también a diez años de
campañas militares por Hispania. Tras su muerte, la causa sertoriana fue
desvaneciéndose. Tan sólo Calagurris se mantuvo firme hasta el punto de que sus
habitantes, sitiados, recurrieron a la ingesta de cadáveres humanos. FRANCISCO GARCÍA JURADO</span></div>
Francisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-49496863515956558372014-03-07T05:08:00.000+01:002014-05-06T10:55:27.999+02:00Sir William Hamilton, el Vesubio y el fracaso de la Ilustración<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwDu_ivjauykeCabcsJV_azWVZxR3r64Mk2m6-00usJOWj9HA-WbmMxn6ue59EabxX_U26gIcOrbANzby1jaSF674ZYHZHjN9zGkFXRjku7LsmMj9pRyb-4IKT6arjsNWOamNq7zrEbOam/s1600/SANY6778.JPG"><img alt="" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwDu_ivjauykeCabcsJV_azWVZxR3r64Mk2m6-00usJOWj9HA-WbmMxn6ue59EabxX_U26gIcOrbANzby1jaSF674ZYHZHjN9zGkFXRjku7LsmMj9pRyb-4IKT6arjsNWOamNq7zrEbOam/s400/SANY6778.JPG" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5561332063129916898" style="cursor: hand; float: left; height: 411px; margin: 0px 10px 10px 0px; width: 503px;" /></a><strong>Nuestra experiencia visual y estética ante el vaso Portland en el Museo Británico supuso ya una perfecta tarjeta de invitación para conocer a este apasionante erudito del siglo XVIII llamado Sir William Hamilton (1730-1803). Otras circunstancias, como el hecho de haber estado casado con Lady Hamilton y, sobre todo, que ésta fuera amante del almirante Nelson lo han hecho popular en algunas películas y novelas históricas. Pero la figura del embajador y erudito llega mucho más allá de tales circunstancias. POR MARÍA JOSÉ BARRIOS CASTRO Y FRANCISCO GARCÍA JURADO. HLGE</strong><br />
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Creemos que nuestra revelación final la tuvimos en el pequeño Museo Mandralisca, en la siciliana Cefalú, que devuelve al visitante la pasión desaforada por el coleccionismo. En nuestra biblioteca conservamos un voluminoso ejemplar dedicado, precisamente, a la colección de antigüedades que recopiló Hamilton, decorada al estilo de moda de la época, el llamado "estilo etrusco" (los antiguos Oxford Classical Texts también conservaban este estilo, cuyo color predominante es el marrón). El libro sobre las Antiquities se vendía al precio de 150 euros. Fue una suerte encontrar un ofertón por sólo un tercio del precio en una librería cercana a Cuatro Caminos, en Madrid. Y desde hace tiempo, los tonos cálidos de esa estética dieciochesca que mira a la Antigüedad, afín a las vedutte de Canaletto, han pasado a formar parte de nuestros pequeños ensueños cotidianos. Hamilton, ese británico afincado en Nápoles, representa el anhelo de tantos viajeros británicos que llegaban al sur de Italia en busca de un sueño. Como si se tratara de un nuevo Plinio el Viejo, Sir William Hamilton fue un curioso observador del Vesubio durante buena parte de su intensa e ilustrada vida. Más conocido en el mundo anglosajón, Hamilton fue embajador inglés en la corte de Nápoles entre 1764 y 1800 y empedernido coleccionista: una parte de sus vasos griegos y etruscos fue adquirida por el Museo Británico.<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyTYeFZWNxtwTY5YeNZUZluwk0PurnxPtuPcEQS-O2M0O-qtcLRDJm4jpmXz53Gfff2dvgj1SIckWvLLUzGRTt4JMrpnZUoHF2RpcRfLKNyGfgnhQ1DucwVSFFxuWPfjpMLTZJlfyFPbDZ/s1600/vaso+portland.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyTYeFZWNxtwTY5YeNZUZluwk0PurnxPtuPcEQS-O2M0O-qtcLRDJm4jpmXz53Gfff2dvgj1SIckWvLLUzGRTt4JMrpnZUoHF2RpcRfLKNyGfgnhQ1DucwVSFFxuWPfjpMLTZJlfyFPbDZ/s1600/vaso+portland.JPG" height="480" width="640" /></a></div>
Sus libros sobre Antigüedades etruscas, griegas y romanas y Observaciones sobre el monte Vesubio reflejan perfectamente sus dos grandes pasiones como coleccionista y estudioso. Recibía a los jóvenes ingleses que realizaban el Grand Tour como viaje de formación y acompañaba a los visitantes distinguidos que acudían a Nápoles en peligrosas y asfixiantes excursiones hasta la cima del volcán. No en vano, fue uno de los promotores de la moderna vulcanología, y recopiló preciosas muestras de los diferentes tipos de lava y de piedra, no menos valiosas que sus colecciones artísticas. Durante una de las erupciones que tuvieron lugar en el siglo XVIII el volcán quedó desmochado y afeado. Si Plinio el Joven, al relatar su peripecia durante la erupción del Vesubio a Tácito, vio en la guerra de Troya el paradigma de la destrucción, Hamilton tuvo el referente más cercano en la invasión napoleónica de Europa, que puso fin a sus tiempos dorados junto al volcán. La escritora Susan Sontag escribió una gran novela, titulada El amante del volcán, acerca del peculiar trío que conformaron este personaje, su segunda esposa, Emma Hamilton, y el almirante Horace Nelson. De esta novela admirable nos quedamos con la discusión entre Hamilton y su sobrino William Beckford. El tío es un hombre ilustrado que sueña con la "felicidad pública" y la belleza, mientras el joven Becfkord es un prerromántico que sólo quiere su autosatisfacción y la experiencia de las cosas sublimes. En los jardines de Wörlitz, en la ciudad alemana de Dessau (Alemania), inspirados en los principios filosóficos y artísticos de la Ilustración, podemos encontrar un emotivo homenaje a Sir William Hamilton: un volcán artificial que reproduce a pequeña escala el Vesubio, y a cuyo pie se levanta un pequeño pabellón que evoca la residencia que ocupó el propio embajador en Nápoles.<br />
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María José Barrios Castro y Francisco García Jurado H.L.G.E.</div>
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Francisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5620180737937847473.post-90995243319593881762014-02-20T10:47:00.001+01:002014-02-20T10:47:13.987+01:00Los peligros de la amistad<div class="MsoNormal">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgS-SVwzRNqeUByJbBUB9HieSVghz9liIc_7EuqiMbsiU50lIQvcTnq3OVLGo9-ov3betum_zAkt_56EE6xaUwTG0-OEJjx_G_-3lBRmAAQJm01IHwtepV_N7REqhFblqk1l919nnVbNYLx/s1600/fiorio.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgS-SVwzRNqeUByJbBUB9HieSVghz9liIc_7EuqiMbsiU50lIQvcTnq3OVLGo9-ov3betum_zAkt_56EE6xaUwTG0-OEJjx_G_-3lBRmAAQJm01IHwtepV_N7REqhFblqk1l919nnVbNYLx/s1600/fiorio.jpg" /></a></div>
Roberto Tinfarano, <i>Los
(sanos) límites de la amistad</i>, Trad. de Amado García. Madrid, Albalí
editores, 2014, 206 páginas.</div>
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<div class="MsoNormal">
<b>Hoy me permito traer ante mis lectores un libro que me ha
dejado huella. Lo encontré hace unos días en la librería de la facultad, y me
apetecía leerlo sólo por esa idea contestataria que propone ante un valor
supuestamente universal: la amistad, especialmente cuando ésta no tiene límites.
FRANCISCO GARCÍA JURADO</b></div>
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<div class="MsoNormal">
El profesor Tinfarano, antropólogo de los actualmente más
reputados, enseña desde hace muchos años por las rectas calles que circundan la
universidad de Turín. Es un hombre afable, y me lo imagino conversando
amigablemente en algún remoto café al caer la tarde. Tinfarano ha escrito un
libro que, en mi opinión, es digno de colocarse junto a las grandes obras
dedicadas al tema, como el propio <i>De
amicitia </i>de Cicerón. Lo que confiere personalidad a este nuevo libro es,
sin embargo, el contrapunto que supone con respecto a una idea reconocida
universalmente como buena. ¿Por qué cuestiona Tinfarano la amistad? La
respuesta es aparentemente sencilla. Tinfarano rechaza de plano que la amistad
se convierta en algunas sociedades, especialmente las meridionales, en el único
medio para establecer relaciones interpersonales. Si no somos amigos de
alguien, nadie nos seleccionará para nada. Si no tenemos amigos, no seremos
nada. Cree Tinfarano que en los tiempos de Internet, donde es posible encontrar
sin mayores dificultades a la persona más apta para cualquier cosa, por rara
que ésta sea, la amistad como criterio exclusivo de selección es ya un
anacronismo trágicamente cándido. La amistad es un gran sentimiento, qué duda
cabe, pero llevada a los extremos del “o conmigo o contra mí” termina siendo un
“arma de destrucción masiva social”, en opinión de este pensador acaso utópico.
El propio Tinfarano cuenta cómo algunas personas a lo largo de su vida le
ofrecieron una “amistad incondicional” que jamás resultó gratis. A cambio de
esa amistad, se le requería una completa obediencia, una adscripción sin
fisuras. “Así es como funcionan, ni mas ni menos, los partidos políticos”. Esta
idea está muy arraigada desde los tiempos de la antigua Roma, donde el concepto
de <i>socius </i>o de <i>satelles </i>está íntimamente ligado al de <i>amicus. </i>Por “amistad”, más de una vez, se encubre el servilismo más
servil. Propone, por tanto, Tinfarano, una sociedad donde los criterios de
relación humana se enriquezcan con nuevos elementos, y no exclusivamente con la
amistad interpersonal que crea pequeños círculos de poder y opresión. Por ello,
su propuesta no es contraria a la idea de amistad, sino que contribuye a dotar
de límites éticos a la misma, de manera que no caigamos en los sempiternos comportamientos
sectarios que apreciamos en nuestra vida cotidiana. Para ello, retoma una vieja
oposición de términos latinos: <i>amare </i>en
latín es “amar”, frente a <i>diligere</i>,
que es saber elegir a las personas, aunque con un mejor grado de intensidad que
<i>amare</i>, ya que en ésta elección
concurren criterios racionales. Una sociedad “dilecta”, que realmente
transcienda del clan o la tribu y configure el verdadero Estado, donde una
persona con responsabilidad y poder pueda contar con alguien precisamente por
su valía, y no por su servilismo, daría lugar a un nuevo tipo de amistad que
dejaría de ser mera moneda de cambio. FRANCISCO GARCÍA JURADO </div>
Francisco García Juradohttp://www.blogger.com/profile/07597959726125713060noreply@blogger.com2