El frío no ha impedido que hayamos podido celebrar esta mañana del diez de diciembre de 2008 la prometida excursión al Madrid idealizado y soñado del poeta de Moguer. Y no sólo era ese Madrid, el del poeta, sino también el de los proyectos científicos y educativos, o el de la fe en la cultura y las ideas. A lo mejor no está en nuestras manos cambiar el mundo, pero sí pensarlo, así que esta mañana hemos dado buena cuenta de esa herramienta inapreciable. Nuestro paseo ha discurrido amablemente, gracias a un excepcional grupo formado por las personas que puenden verse en la foto. Procedencias diversas y un aspecto en común: amor al saber. Alumnos y nuevos amigos. Hemos sentido, ciertamente, el orgullo de poder pasear por los jardines de la Residencia de Estudiantes y de hacer una excursión profunda, llena de ideas y sugerencias, cuando no de evocaciones. La primera parada fue en la misma Residencia, sus pabellones gemelos, el central, el llamado trasatlántico, o el mismo banco de piedra frente a ellos. Dentro, en su salón, leímos pasajes de la comedia Los filólogos, de José Bergamín, sátira aristofanesca sobre sus amigos de la Escuela Española de Filologia. También recordamos el idealismo lingüístico con la ayuda de un texto de Vicente García de Diego. Ya después, tras visitar el jardín de las Adelfas y el canalillo, seguimos recorriendo la calle del Pinar para, cruzando la Castellana, llegar hasta la manzana donde está la actual Fundación Ortega y el Instituto Internacional. Así las cosas, hemos logrado desarrollar, mediante un fácil hilo conductor, aunque no evidente, un puente imaginario entre el mundo de la Residencia de Estudiantes y el de la Residencia de Señoritas, y continuar de esta manera las evocaciones, ahora dentro de un nuevo contexto. En el Instituto Internacional hemos evocado, mediante una cotidiana carta de María de Maeztu, un mundo intelectual que todavía hoy resulta muy atractivo. Pilar Piñón, la directora y conocedora del lugar, nos ha vuelto a ilustrar, como otras veces, sobre las circunsancias americanas que hicieron esa empresa educativa posible. El último lugar que visitamos fue la fachada del viejo edificio de la Institución Libre de Enseñanza, hoy día en obras. Allí es necesario el recuerdo de maestros, en particular quien estudió las escuelas de España, Luis Bello, y sus bonitos libros, llenos de noticias para hacer una intrahistoria de la educación primaria.
Francisco García Jurado
H.L.G.E.
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