Quien escribe este blog, O cuaderno de bitácora, no es una persona adinerada ni jamás lo ha sido. Tampoco creo que lo sea en un futuro más o menos cercano. De hecho, ni tan siquiera juego a la manida lotería para, al menos, tener una diezmillonésima posibilidad de poder cambiar de condición social. Muchas veces, cuando hablamos de rentabilidad, o de cosas rentables, se piensa sólo en el dinero, pero estoy cada vez más convencido de que su falta excesiva puede ser tan dañina como su propia acumulación. Desde mi punto de vista, y parafraseando a algunos clásicos que nos hablan de la "aurea mediocritas", creo que la cantidad adecuada de dinero es aquella que nos permite no preocuparnos por él. Naturalmente, la cantidad no será la misma en unos u otros casos. En fin, toda esta reflexión viene inspirada por algo que estoy leyendo estos días. Se trata de un artículo publicado hace muchos años en el Barnard´s American Journal of Education, concretamente en 1859. Un antiguo discípulo de Federico Augusto Wolf, el padre de la Filología Clásica Moderna, nos habla sobre el ideal humano que movía a su maestro. Entre otras cosas, cuenta una anécdota realmente significativa. Se dice que Wolf decidió trasladarse a la Universivdad de Halle como profesor por la cantidad de trescientos "thalers", una moneda de plata de uso común por aquella época. No voy a entrar en si esta cantidad era copiosa o exigua, pero sí diré que al mismo tiempo que aceptó esta oferta de trabajo renunció a trabajar en Osterode, donde se le pagaban setecientos, e incluso en Gera, donde la cantidad ascendía nada menos que a mil thalers.
Wolf, por tanto, aceptó la oferta económica más exigua, pero, al mismo tiempo, la más rentable. En Halle iba a poder comenzar a desarrollar su sueño de poner en marcha unos modernos estudios filológicos, frente a la Teología dominante, y de desarrolar el plan de lo que iban a ser las nuevas humanidades en la Europa moderna. Ahora que mi colega Bern Marizzi y yo mismo estamos preparando una edición comentada del programa de curso de literatura latina que publicó en Halle en 1787, pienso, a su vez, en la felicidad que este trabajo de investigación pudo reportar a Wolf, y en la que a mí me reporta. No soy, sin embargo, de esas personas que no entienden la vida más allá de la Filología, pero sí es verdad que en los libros, en el trabajo intelectual, he encontrado algo parecido a un absoluto.
Hay cosas que son importantes y otras que no lo son.
Francisco García Jurado
H.L.G.E.
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E.
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