Mientras preparo materiales para una congreso que se celebrará en la UNED el futuro mes de marzo de 2009, reflexiono, más allá de lo que será mi trabajo, acerca del tema sobre el que voy a tratar: la lectura de Aulo Gelio en el siglo XVI español. Cuando traduje una parte de las Noches Áticas para Alianza Editorial fui observando cuántas y curiosas lecturas dependían, al cabo del tiempo, de los textos de Aulo Gelio. Siendo una obra discreta, en parte un libro de apuntes y lecturas, ha sabido conectar con el espíritu de la modernidad como pocos.
Las Noches Áticas de Aulo Gelio no se traducen al castellano hasta finales del siglo XIX. Sin embargo, su aparición en la literatura española, si bien discreta, en comparación con otros grandes autores de la Antigüedad, es constante, y da prueba de que hay, al menos, un conocimiento de la obra por parte de autores como Pedro Mexía o Fray Antonio de Guevara. De hecho, al tratarse de una miscelánea, sus noticias se transmiten de una manera directa o indirecta a través de los diversos autores. El carácter misceláneo de la obra de Gelio, su naturaleza de obra abierta, de recopilación de escritos varios, también se deja ver en la propia recepción de la obra. Es un libro destinado a personas eruditas, de ahí la no necesidad de una traducción hasta pasados muchos siglos. Sin embargo, el estudio de la huella de sus lecturas en la literatura española nos permitiría llevar a cabo una antología (“antología inminente”, en palabras de Alfonso Reyes) de una parte significativa de las historias y noticias que en ella se nos da. Por lo tanto, sí cabría hablar de una forma de traducción implícita de la obra, que unos leen y narran para que otros la conozcan.
En lo que respecta a las Noches Áticas, el siglo XVI da lugar a dos frutos destacables: de una parte, lo que va a ser una primera edición bien difundida y provista de notas críticas, como es la edición de Stephanus; por otra parte, el salto cualitativo de la miscelánea al ensayo, que podemos presenciar en la lectura de Michel de Montaigne.
En lo que respecta a las Noches Áticas, el siglo XVI da lugar a dos frutos destacables: de una parte, lo que va a ser una primera edición bien difundida y provista de notas críticas, como es la edición de Stephanus; por otra parte, el salto cualitativo de la miscelánea al ensayo, que podemos presenciar en la lectura de Michel de Montaigne.
Estoy observando, desde autores como Fray Antonio de Guevara o Pedro Mexia, cómo se cita a Gelio en el siglo XVI. En especial, como era previsible, veo que las citas textuales o paráfrasis son mayoría. Pero también, de vez en cuando, aparece algún apunte sobre el propio autor de las Noches Áticas, como cuando se le llama "historiador" o "filósofo". En la edición que Gronovio hace ya en el siglo XVII podemos ver cómo se representa a Gelio dentro de una estética de poshumanista. Gelio, de hecho, quiso dejar su imagen personal, de manera implícita, cuando tituló a su libro con el término "noches": mientras leemos, podemos imaginar al autor escribiendo a la luz del candil. Autores ya modernos como Montaigne o Erasmo tuvieron especial cuidado en difundir sus imágenes. Por muchas circunstancias que aqui ahora no vienen al caso necesitamos imaginar a quien escribe.
FRANCISCO GARCÍA JURADO
H.L.G.E.
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