La historia no académica, cuya hipótesis propongo, se sustenta sobre la multiplicidad de las relaciones literarias, en especial aquellas que se plantean entre autores antiguos y modernos. La noción de "encuentro complejo" responde a esta relación múltiple entre los autores antiguos y modernos que va más allá de los consabidos modelos de influencia o imitación, y cuyas relaciones imprevistas dan lugar a una suerte de contrahistoria de la literatura. Complejidad es un término que debo a Claudio Guillén (véase su introducción al libro titulado "Múltiples moradas"), que aparece en la fotografía, por cortesía de su viuda. La complejidad, al menos en literatura, no tiene que ver con la dificultad, sino con la diversidad frente a lo simple y lo estéril. FRANCISCO GARCÍA JURADO HLGE
Fue en 1999, antes de emprender un viaje académico por Argentina, precisamente al encuentro de mis compañeros Alba Romano, Estela Assis y Rubén Florio, cuando me atreví a poner en limpio mis primeras reflexiones teóricas acerca de la naturaleza de la relación entre los autores antiguos y modernos en las que venía trabajando desde, al menos, 1993. El librito, editado por la Sociedad Española de Eslavistas, gracias al Dr. Jesús García Gabaldón, se publicó con el título de "Encuentros complejos entre las literatura latina y las modernas. Una propuesta desde el comparatismo". Ahora hace más de diez años de aquello, y desde entonces han pasado muchas cosas.
La superación del modelo científico que conocemos como positivista, aquel que entiende que los datos son independientes de cualquier interpretación, fue la piedra de toque de aquella pequeña obra. Las enseñanzas de Claudio Guillén, en especial tomadas de su libro titulado "Entre lo uno y lo diverso", me llevaron a la idea de la literatura como un complejo sistema de relaciones. Ya no se trataba de estudiar o constatar la presencia de un autor antiguo en otro moderno (el modelo llamado "A en B", al estilo de "Horacio en España"), sino la relación, no siempre lineal ni directa, entre el autor antiguo y el moderno. Poco a poco fui llegando, mediante el estudio concreto de autores esenciales, a las ricas configuraciones que, por ejemplo, ponían en relacion al poeta Ovidio con Pushkin como intermediario de Mandelstam, o a Plinio el Joven con Maupassant, que se convertía en intermediario entre el primero y el argentino Julio Cortázar.
En definitiva, configuraciones, articulaciones de una sistema, visiones parecidas a las que los biólogos nos muestran de las estructuras moleculares. La literatura, sus configuraciones históricas, no son más que un conjunto de relaciones inacabables. Precisamente, esta tarde, he terminado de leer y corregir las conclusiones de la tesis de mi discípula Ana González-Rivas Fernández acerca de la compleja configuración que establecen los modernos relatos góticos con la literatura grecolatina. Creo que este trabajo de investigación es la mejor prueba de la validez de aquellos estudios que se sugerían en aquel pequeño libro que viajó a América.
A veces los profesores universitarios nos vemos obligados a teorizar y pensar en herramientas conceptuales para desarrollar nuestras hipótesis. Sin darme cuenta, terminando precisamente el trabajo titulado "Las personas de Ovidio: Osip Mandeltam, Gonzalo Rojas y Antonio Tabucchi. Encuentros complejos entre autores antiguos y modernos" (Res Publica Litterarum. Studies in the classical tradition, 2006, p. 89) di con la definición más precisa que he encontrado para definir mi idea de "encuentros complejos", y con la que termino hoy este blog tan académico:
"La conciencia de la Tradición Clásica convive con la nueva conciencia de la Tradición Moderna, y cabe una productiva interacción entre ambas. A esta relación múltiple entre los autores antiguos y modernos que va más allá de los consabidos modelos de influencia o imitacion y cuyas relaciones imprevistas dan lugar a una suerte de contrahistoria de la literatura es a lo que denominamos "encuentros complejos"". Francisco García Jurado H.L.G.E.
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