En la entrega anterior hemos analizado dos rasgos importantes a la hora de definir el doble: el nombre propio y el disfraz. Ahora vamos a pasar al análisis de otros tres rasgos no menos significativos: la presencia del personaje femenino, la "noche larga" y el espacio literario (en la fotografía aparece la vieja sinagoga de Praga). (FRANCISCO GARCÍA JURADO HLGE
c) Personajes femeninos.También es singular el papel que desempeñan los personajes femeninos en una y otra obra. En Anfitrión, Alcmena se convierte en el objeto de deseo de Júpiter, quien se disfraza de Anfitrión precisamente para pasar la noche con aquella. Alcmena será acusada de adulterio, aunque se trate de un adulterio involuntario, ya que ha sido víctima del engaño. El desenlace dará lugar al alumbramiento de dos hijos, uno de Júpiter, precisamente Hércules, y el otro de Anfitrión. En el caso de la novela de Meyrink, la situación es bastante más compleja, pues tenemos una suerte de doble personaje femenino: la mujer buena y virtuosa (Miriam) y la mujer "fatal" (Angelina), mito misógino de dilatada fortuna, desde Helena de Troya a la española Carmen. Con Angelina volvemos a encontrar una nueva concomitancia con la historia de Anfitrión: el tema del adulterio . En este caso, es la mujer (la "mujer fatal" de la tradición platónica y semítica), quien intenta cometerlo. Nos queda la duda de saber si Miriam es víctima del equívoco, tal y como lo es Alcmena en la comedia de Plauto.
d) La "noche larga". La singular coincidencia de una “noche larga” en una y otra obra es más interesante, si cabe, debido al origen diverso que presentan y por lo que hay de solapamiento entre el mito antiguo y el romántico. La "noche larga" (tomamos el término a partir de su denominación griega Nyx macrá) parece ser el título de dos obras dramáticas escritas por Platón el Cómico y Filemón que bien pudieron constituir parte de los modelos de Plauto. Así pues, Júpiter prolonga indefinidamente la noche que pasa junto a Alcmena. De este hecho se percata Sosia cuando está fuera de la casa intentando entrar en vano:
"SO. Por Pólux, si hay alguna otra cosa que yo crea o sepa de cierto, creo que esta noche el Lucero del alba se ha dormido borracho, pues ni la Osa mayor se desplaza algo en el cielo ni la Luna se mueve del punto de salida ni Orión ni el Lucero de la tarde ni las Cabrillas se ponen; así las constelaciones permanecen fijas y la noche no cede un punto al día.
ME. Continúa, Noche, como has comenzado; complace a mi padre; estás prestando muy bien un óptimo servicio a Júpiter Optimo, empleas bien tu servicio.
SO. Creo que no he visto una noche más larga que ésta, a no ser otra que, después de ser azotado, la pasé entera colgado; por Pólus, incluso a aquélla la ha superado ya con mucho ésta en duración. Creo, por Pólux, que el Sol está dormido también y que echó un buen trago. Sería extraño que no se hubiera convidado un poco más en la cena."
SO. certe edepol, si quicquamst aliud quod credam aut certo sciam, / credo ego hac noctu Nocturnum obdormiuisse ebrium. / nam neque se Septentriones quoquam in caelo commouent, / neque se Luna quoquam mutat atque uti exorta est semel, / nec Iugulae neque Vesperugo neque Vergiliae occidunt. / ita statim stant signa, neque nox quoquam concedit die. / ME. perge, Nox, ut occepisti; gere patri morem meo: optumo optume optumam operam das, datam pulchre locas. / SO. neque ego hac nocte longiorem me uidisse censeo, nisi item unam, uerberatus quam pependi perpetem; eam quoque edepol etiam multo haec uicit longitudine. credo edepol equidem dormire Solem atque adpotum probe; mira sunt nisi inuitauit sese in cena plusculum. (Amph. 271-283)
Curiosamente, y aunque se deba a razones bien distintas, la noche interminable es también un elemento significativo en la novela de Meyrink, cuando el narrador se ve encerrado en un calabozo, a causa de la sospecha de asesinato del marido de Angelina:
"-¿No iba a llegar nunca la mañana? El reloj volvió a dar la hora.
Conté con los labios temblorosos.
¡Una, dos, tres! Gracias a Dios, unas pocas horas y amanecería. Seguía sonando: ¿cuatro? ¿cinco? El sudor me cubrió la frente. ¡Seis!... siete... eran las once.
Sólo había pasado una hora desde que oyera el reloj por última vez." (p.212).
"Wollte denn der Morgen nicht endlich kommen?! Da! Esschlug wieder.
Ich zählte mit bebenden Lippen:
Eins, zwei, drei! - Gott sei Dank, nur noch wenige Stunden, dann musste die Dämmerung kommen. Es schlug weiter:
Vier? fünf? - Der Schweiss trat mir auf die Stirn.- Sechs!! - Sieben --- es war elf Urh.
Erst eine Stunde war vergangen, seit ich das letzte Mal hatte schlagen hören." (p.226)
El amanecer llega y el narrador vislumbra el viejo reloj sin agujas que hay en una torre:
"Contaba las horas y rezaba porque pasasen más de prisa; miraba afuera el aire negruzco.
Después de un tiempo inenarrablemente largo comenzó a aclarar y, al principio como una mancha oscura y después cada vez más claro, apareció un enorme rostro de cobre entre la tiniebla: el cuadrante del viejo reloj de una torre. Pero faltaban las agujas -un nuevo suplicio." (p.214).
"Ich zählte die Stunden und betete, dass sierascher vergehen möchten; starrte hinaus in den schwärzlichen Dunst.
Nach unsäglich langer Zeit fing es endlich an, heller zu werden, undzuerst wie ein dunkler Fleck, dann immer deutlicher, tauchte ein kupfernes, riesiges Gesicht aus dem Nebel: das Zifferblatt einer alten Turmuhr. Doch die Zeiger fehlten; - neuerliche Qual." (p.227-228)
Hay, evidentemente, un tono muy distinto entre la noche larga de la comedia y la que tenemos en la novela. Esta última no deja de ser una herencia del relato gótico y fantástico, entendida la noche como el lugar idóneo para el misterio, la pesadilla y el terror.
e) Espacio literario y dobles. Resulta, finalmente, muy llamativa la exacta correspondencia que plantean los espacios literarios de una y otra obra. En Anfitrión, los dioses usurpadores están "arriba" y "dentro" de la casa, mientras los humanos que sufren a sus dobles están "debajo" y "fuera" :
"Yo soy aquel Anfitrión que tiene a sosia como siervo, el mismo que se convierte en Mercurio cuando conviene; habito en el piso de arriba".
IV. Ego sum ille Amphitruo, quoii est seruos Sosia, / idem Mercurius qui fit quando commodumst, /in superiore qui habito cenaculo (Amph. 861-862)
"Subiré allí arriba y desde allí lo expulsaré de la mejor manera, cuajdo se acerque aquí; lo empaparé, aun estando sobrio. (...) Entraré y me pondré el atuendo que mejor me conviene; después subiré arriba al tejado, para alejarlo de aquí."
ME. (...) atque illuc susum escendero: inde optume aspellam uirum / de supero, quom huc accesserit; faciam ut sit madidus sobrius. / (...) ibo intro, ornatum capiam qui potis decet; / dein susum ascendam in tectum ut illum hinc prohibeam. (Amph.1000-1008)
Asimismo, el encuentro ante el dios supone el final de la novela de Meyrink, y es en ese pasaje donde observamos, una vez más, las oposiciones "dentro"/"fuera" y "arriba"/"debajo":
"Ahora comienzo a ascender por el mismo camino que he subido ya una vez esta noche en mi sueño: la pequeña y solitaria escalera del castillo. Me golpea el corazón y sé por qué: ahora llego junto al árbol deshojado, cuyas ramas caen por encima de la muralla (...).
Huele a rocío y sobre la muralla llega hasta mí un suave aroma a jacintos.
Permanezco asombrado, como petrificado durante mucho rato. Me siento como si ante mí surgiera un mundo desconocido, y un viejo jardinero o criado con una chaqueta de corte extraño, chorreras y zapatos con hebillas de plata, se acerca por la izquierda hacia mí y me pregunta por entre los barrotes qué deseo.
Le entrego, sin una palabra, el sombrero envuelto de Athanasius Pernath.
Lo agarra y cruza la puerta.
Al abrirse veo dentro una casa de mármol, como un templo, y en sus escaleras a
ATHANASIUS PERNATH
y apoyada en él a
MIRIAM
y ambos miran hacia abajo, a la ciudad.
Miriam se vuelve por un momento, me ve, sonríe y susurra algo a Athanasius Pernath.
Estoy fascinado por su belleza.
Está tan joven como la he visto en el sueño.
Athanasius Pernath se vuelve lentamente hacia mí y mi corazón se detiene." (pp.277-278).
"Denselben Weg, denichheute nachts im Schlaf schon einmal gegangen, wandere ich wieder empor: die kleine, einsame Schlossstiege. Mir klopft der kahle Baum, dessen Äste über die Mauer herübergreifen (...).
Es riecht nach Tau, und Hyazinthenduft weht über die Mauer herübe. ----
Lange stehe ich wie versteinert da undstaune. Mir wird, als träte eine fremde Welt vor mich, undeinalter Gärtner oder diener mit silvernen Schnallenschuhen, Jabot undsonderbar zugeschnittenem Rock kommt vonlinks hinter dem Gitter auf mich zu undfragt michdurch die Stäbe, was ich wünsche.
Ich reiche ihm stumm den eingewickelten Hut Athanasius Pernaths hinein.
Er nimmt ihn undgeht durch das Flügeltor.
Wie es sich öffnet, sehe ich dahinter ein tempelartiges, marmornes Haus und auf seinen Stufen:
ATHANASIUS PERNATH
undan ihn gelehnt:
MIRJAM
und beide schauen hinab in die Stadt.
Einen Augenblick wendet sich Mirjam um, erblickt mich, lächelt und flüstert Athanasius Pernath etwaszu.
Ich bin gebannt von ihrer Schönheit.
Sie ist sojung, wie ich sie heut nacht im Traum gesehen.
Athanasius Pernath dreht sich langsam zu mir, und mein Herz bleibt stehen: (...)" (p.298-299)
Estamos ante una singular escena final, en la que el fiel sirviente impide al narrador la entrada al recinto sagrado donde se encuentran Pernath y Miriam. Este sirviente, que no parece ser otro que el Golem, aquel lado oculto y atormentado de Athanasius Pernath, ya pacificado y convertido ahora en servidor del andrógino , desempeña ahora el mismo papel que desempeñaba Mercurio cuando impedía a Anfitrión la entrada a su propia casa, donde estaban Alcmena y Júpiter. En esta complejidad de dobles que interactúan es precisamente donde reside la genialidad de Plauto y de Meyrink.
La historicidad del mito reinterpretado.
Esta lectura de Meyrink a través del Anfitrión plautino surte efectos inesperados en el análisis del mito antiguo y del moderno. La novela de Meyrink puede invitarnos a releer el Anfitrión de Plauto en una clave puramente esotérica y hermética, hecho que, por cierto, no ha pasado desapercibido a algunos estudiosos en lo que al autor latino respecta . En el otro sentido, Plauto invita a hacer resaltar los rasgos más específicos del mito del doble en la obra de Meyrink, a pesar de haber adoptado nuevos elementos de la literatura romántica. El mito se reinterpreta, pues, desde la peculiar tensión resultante entre lo atemporal y lo histórico.
FRANCISCO GARCÍA JURADO
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