lunes, 11 de junio de 2012
“Lentas filas de los panteones”: de nuevo sobre el latín de Borges
La a menudo insospechada relación que mantiene la lengua latina con algunos autores modernos no deja de deparar gratas sorpresas. Ya he comentado en alguna ocasión que ando investigando sobre la lectura que Borges llevó a cabo de la primera égloga de Virgilio desde sus tiempos de adolescencia en Ginebra. Sobre ello hablaré en un congreso de literatura comparada que se celebrará, D.M., en la Universidad de Salamanca a mediados de septiembre de 2012. Hoy voy a centrarme en una hermosa huella de esta lectura, precisamente dentro de una obra juvenil: Fervor de Buenos Aires. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO
Hay en Fervor de Buenos Aires un hermoso poema dedicado, precisamente, al bello cementerio bonaerense de La Recoleta. En cierto momento, podemos leer estos versos:
“nos demoramos y bajamos la voz
entre las lentas filas de los panteones”
(“La Recoleta”, vv. 3-4)
¿Cómo pueden ser “lentas” las filas de los panteones, si éstos no se mueven de su sitio? El adjetivo “lento” aparece aquí configurando una desafiante imagen que nos obliga a pensar. “Lento” es un adjetivo que en latín plantea una curiosa polisemia. Su sentido primigenio parece ser “flexible”, y esto nos invita a pensar, sobre todo, en árboles como los cipreses o los tilos cuando se mecen al viento. Es justamente de ese carácter flexible del que nos habla Virgilio en su primera égloga (Quantum lenta solent inter viburna cupressi), un verso que Vicente Cristóbal traduce como “cuanto se eleva el ciprés superando a flexibles viburnos”. Este es un verso al que luego Borges recurrirá al final de su vida, cuando escriba el cuento titulado “Las hojas del ciprés”, en Los conjurados. Volviendo a los dos versos de “La Recoleta”, cabría pensar, con cierta lógica, que el uso de “lentas” responde, más bien, a las personas que realizan la acción de “demorarse”, pero que impropiamente se ha aplicado a los inmóviles panteones. Podría ser, pero cabe una posibilidad más audaz. De alguna forma, cuando pensamos en un cementerio pensamos en los cipreses, que en estos versos no se nombran. El recuerdo del verso de Virgilio, de los virburnos meciéndose a la sombra de los cipreses, nos devuelve el significado latino de “lento” como “flexible”. Creo, en definitiva, que estos versos de Borges no se pueden entender sin la imagen virgiliana. Al igual que en la poesía barroca, estamos ante un español que en realidad es latín. FRANCISCO GARCÍA JURADO
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