Cuando el otro día publiqué la entrada sobre El Gólem y Praga, tuve un amable correo de Virginia donde me daba una interesante clave que podría constituir el título de un bonito libro: Literatura y Turismo. ¿Y por qué no devolver a esta segunda palabra que ahora es pasto de las agencias de viaje su vieja dignidad, el sentido primero que tuvo? Al tiempo que se descubrió el Arte como Historia y que se comenzaron a crear los primeros museos nació, casi como una consecuencia inevitable, el mismo Turismo, proveniente de aquel Grand Tour que sólo era privativo de aristócratas y grandes viajeros, y que hoy podemos practicar, con bastante más modestia, aquellos que somos parte del "tercer y hasta cuarto estado".
Pues bien, quería aprovechar este período de vacaciones para recordar y publicar alguna de las inscripciones conmemorativas de ilustres historiadores que hemos ido encontrando a lo largo y ancho de nuestra vieja europa. La primera de ellas va a ser ésta que veis a la izquierda, que nos habla del paso de Theodor Mommem por la admirable ciudad de Cefalú, parada obligada de los viajeros que recorren Sicilia.
Hay en Cefalú un pequeño museo llamado Mandralisca, donde se conserva la colección o gabinete de un erudito que allí habitó. Es el típico museo que vive de dos piezas conocidas universalmente: la cerámica griega del vendedor de atún y el retato de un joven, obra de Antonio de Mesina. El resto son versiones de vedutte al estilo de Canaletto y Guardi y hasta una sección de ornitología. No es un gran museo, pero tiene mucho encanto, y merece perderse una "comilona" (María José sabe a qué me refiero) por verlo.
En todo caso, lo que más me emocionó del lugar fue ver cómo justo enfrente del edificio, en la estrecha calle donde se encuentra, puede verse una placa que recuerda el paso del historiador Theodor Mommsem por la ciudad. Cuando me encuentro lejos de casa, de mis pequeñas circunstancias, me reconforta, por ejemplo, reconocer en algunos lugares el paso de aquellos personajes cuyos libros forman parte de la biblioteca. Ver allí el nombre de Mommsem me reportó, asimismo, al grato recuerdo del día que conseguí en la ciudad de Bolonia un ejemplar italiano de una selección de sus obras, o la mañana que en el mercadillo de Amsterdam pude comprar un compendio de su Historia Romana, publicado a mitad del siglo XX en Viena. Un nombre ligado, al menos, a tres recuerdos, uno, el recuerdo siciliano, de 2004, y los otros dos bastante más lejanos.
De aquella experiencia, de ese encuentro inesperado, comencé a sentir interés por todo lo referente al Grand Tour, por aquellos viajeros que reconstruyeron nuestra Antigüedad recorriendo sus lugares. Ahora ellos son también parte de esa Antigüedad.
Francisco García Jurado
HLGE
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