S.I. Kovaliov y V.V. Struve son los nombres más conocidos de lo que entendemos como la historiografía marxista del mundo antiguo, de Roma y Grecia, respectivamente. Escribieron sus obras en los tiempos de la U.R.S.S. y hoy día sus libros consituyen un curioso ejemplo de historia antigua basada, precisamente, en la lucha de clases. Los antiguos "proletarii", es decir, aquellos que pertencían a una de las clases menos pudientes, los que sólo podían aportar prole, y no dinero, eran para Kovaliov todo un indicio anacrónico de lo que con el tiempo iba a ser la formulación del proletariado. Aquellos libros tuvieron gran predicamento entre ciertos sectores del estudio de la Antigüedad, también en España. Hoy son piezas de estudio en sí mismos, como pueden ser las historias de Gibbon y de Mommsem.
Dentro de la serie de placas ilustres encontradas a lo largo y ancho de nuestra vieja Europa, viene al caso comentar y destacar ésta que pudimos encontrar en San Petersburgo, dedicada precisamente a Vassili V. Struve (1889-1965). Pocos turistas, de los miles que acuden al Museo Hermitage, sabrán que muy cerca de allí, en la calle llamada de los Millonarios, aparece una placa dedicada a este historiador. Escasas probabilidades hay de saberlo, pues, para ello, hay que ser capaz de leer el alfabeto círílico y hay que saber, por supuesto, quién era Struve.
Tras nuestra semana en Moscú, bastante estresante, pues nos aventuramos a ir solos y "buscarnos la vida" en aquella ciudad dura, San Pertersburgo fue un pequeño remanso de paz. Llegamos a la ciudad al amanecer, tras una noche de película en el tren "Estrella Roja". La mañana tranquila de San Petersburgo, donde esperábamos encontrar los lugares donde había vivido el poeta Ossip Mandelstam, o los escenarios de Crimen y Castigo de Dostoievsky, fue un regalo de calma y de sol. Precisamente, al llegar a la plaza donde está el museo Hermitage, sale una pequeña calle recta paralela al inmenso río Neva, llamada Calle de los Millonarios. Allí apareció la inscripción dedicada a Struve.
Naturalmente, yo no la vi. Sin embargo, una vez leída con entusiasmo, la hice mía para siempre.
Francisco García Jurado
H.L.G.E.
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