¿Virgilio o Lucano? Aunque hoy parezca mentira, esta ha sido una de las cuestiones polémicas que ocuparon a algunos de nuestros más eminentes eruditos dieciochescos. Terciaron en esta polémica autores como Feijoo, a favor de Lucano, o Luzán, a favor de Virgilio. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO
A este respecto, destaca la obra del jesuita Joaquín Xavier Aguirre titulada "El príncipe de los poetas Virgilio, mantenido en su soberanía contra las pretensiones de Lucano, apoyadas por el Rmo. Padre fray Benito Jerónimo Feijoo" (Madrid, Imprenta y Librería de Manuel Fernández, 1744). Asimismo, es significativa la disputa que, según relata Luis Gil, tuvo lugar a mitad del siglo XVIII, en el seno de la Academia Latina Matritense: “La Academia de latinidad de la corte, en este y otros aspectos, nacía ya muerta científicamente y todos los esfuerzos de Campomanes y de algunos de sus miembros para insuflarle vida fueron infructuosos. Una idea de la altura de los actos literarios de esta institución en los primeros años de su vida la depara el título de las conclusiones que el 16 de diciembre de 1756 defendió en la iglesia parroquial de San Ginés don José Pastor, a la sazón secretario de la Academia. Era la primera: Noster Hispanus poeta Lucanus, dignitate canendi, pura Latinitate Virgilium superavit; (...) Pastor había demostrado con ayuda de un discípulo, por vía silogística, nada menos que la superioridad de Lucano sobre Virgilio (...).” Mayáns fue más allá de los tópicos y replanteó perfectamente la cuestión, como he tenido ocasión de contarlo en otro lugar, cuando establece una relación razonada entre Virgilio y los mejores autores del siglo de Oro, como Fray Luis.
Por su interés, reproduzco el texto de Feijoo, extraído del Proyecto de Fillsofía en Español:
Teatro crítico universal / Tomo cuarto
Discurso catorce
Glorias de España. Segunda parte
XV
38. {Poesía} Lo que tengo que decir de los Españoles en orden a la Poesía, dista poco de lo que he dicho en orden a la Retórica. Tiene no sé que parentesco la gravedad y celsitud del genio Español con la elevación del Numen Poético, que sin violencia nos podemos aplicar lo de Est Deus in nobis. De aquí es, que en los tiempos en que florecía la lengua Latina, todas las demás Naciones sujetas al Imperio Romano, todas, digo, juntas no dieron a Roma tantos Poetas, como España sola; y Poetas, no como quiera, sino de los más excelentes; que si no exceden, por lo menos igualan ó compiten a los mejores que nacieron en el seno de Italia. Tales fueron Silio Itálico, Lucano, Marcial, Séneca el Trágico, Columela, Latroniano, y otros.
39. Lo que es muy de notar es, que entre los expresados hay uno que no tuvo igual en lo festivo, y otro que disputa la preferencia al más eminente (según la opinión común) en lo heroíco. El primero es Marcial, a quien nadie cuestiona el Principado en las sales y agudezas jocosas: el segundo Lucano, a quien Stacio, y Marcial (votos sin duda de gran valor) dan preferencia sobre Virgilio. Del mismo sentir es el discreto y erudito Historiador Francés Benjamín Priolo. Otros algunos se contentaron con hacerle igual. Y aunque no puede negarse que la común opinión le deja inferior, creo que la preocupación favorable por el Poeta Mantuano, y la envidia de las demás Naciones a la nuestra, contribuyó más que la razón a establecer la inferioridad del Poeta Español. Lisonjeó con exceso Virgilio a los Romanos, en tiempo que estos reinaban no sólo en los hombres, mas aún en las opiniones de los hombres: interesábanse en la gloria de un Poeta que [420] había trabajado y mentido tanto por la gloria de ellos. Por eso procuraron remontar tanto su fama, que no alcanzase a ella el vuelo de otra pluma. El favor de Augusto la ayudó mucho. Son los Príncipes Astros que ilustran a los sujetos hacia donde inclinan sus rayos; y cuyo benigno aspecto influye aún en la fortuna de la fama. En Augusto concurrieron mil grandes cualidades para hacer en él más eficaz este influjo. Su poder era inmenso, su discreción acreditada, y su felicidad como contagiosa, que se pegaba a todos los que arrimaba el corazón. Al contrario miraban los Romanos a Lucano; esto es, con indiferencia cuando le consideraban Extranjero, y con aversión cuando le contemplaban émulo de Virgilio. [421]
{(a) Confieso que sería insigne temeridad sostener por mi capricho sólo, la igualdad, mucho más la preferencia de Lucano a Virgilio. Mas entretanto que hallo votos de la más alta clase, y desnudos de toda parcialidad a favor de nuestro Español, no es justo abandonar su partido. He alegado por él a Estacio, el cual dos veces le da la preferencia de los versos que compuso, solemnizando después de muerto Lucano, el día de su nacimiento. La primera, cuando dijo: Baetim Mantua Provocare noli; la segunda, cuando después de concederle ventajas sobre Ennio, Lucrecio, Valerio Flaco, y Ovidio, añadió: Quin Majus loquor, ipsa te Latinis Aeneis venerabitur conantem. Contémplese de cuánto peso es Estacio en materia de Poesía, a quien Lipsio llamó grande y supremo Poeta: Sublimis, & celsus, magnus, & summus Poeta: De quien Julio César Scaligero, el Idólatra de Virgilio, dijo que era el Príncipe de todos los Poetas Latinos y Griegos, exceptuando únicamente al Mantuano: At profecto heroicorun Poetarum (si Phaenicem illum nostrum eximas) tum Latinorum, tum etiam Graecorum facile Princeps: Nam & meliores versus facit, quam Homeris.
2. Añadiremos ahora al voto de Estacio el de otro Poeta, no menos, y acaso podré decir más plausible entre los modernos, que fue Estacio entre los antiguos. Hablo del gran Cornelio, aquel que subió al más alto punto de perfección el Teatro Francés. Tengo el testimonio del Marqués de S. Aubin (trait. De l’Opin. Tom. I, lib. I, cap. 5.) de que este grande hombre daba preferencia a Lucano sobre Virgilio.
3. Finalmente no quiero omitir lo que Gaspar Bartio (que sobre insigne Crítico, fue también Poeta) dice de Lucano; porque ya que [421] no en todos, en muchos primores de la Poesía le concede asimismo ventajas sobre Virgilio: Lucanus Poeta magni ingenii, neque vulgaris doctrinae, vero prorsus heroyci, jam inde ex eo tempore quo floruit, maxima semper fuit autoritate; praecipue apud Philosophos, propter grave, nervosum, & acutum, vibransque, & penetrabile scientiarum pondus, quibus universa ejus oratio mirifice floruit, adeo ut in genere parem nunquam ullm habuerit. (Apud Pope-Blount).
4. Confesaréle a Lucano un defecto, de que ya otros le han acusado, que es la prolijidad y amplificación algo tediosa en varias partes del Poema, nacida de que no era dueño del ímpetu que le arrebataba para reprimirle oportunamente. ¿Pero no hay también en Virgilio defectos? Pienso que más esenciales; porque desfiguran a su Héroe, degradándole de tal. Este punto hemos tocado en el Discurso, alegando algunas pruebas que ahora confirmaremos con otras. El erudito Carlos Perrault le notó haber pintado un llorón a Eneas. Es así que frecuentemente y sin mucho motivo le hace derramar copiosas lágrimas. Otro Crítico satisfizo esta acusación, diciendo que Virgilio en las fingidas lágrimas de Eneas tuvo la ingeniosa mira de lisonjear las verdaderas de Augusto, de quien refiere que era de corazón tierno y muy ocasionado al llanto. Mas replico, que si ese fuese su designio, pintaría a Eneas clemente, y fácil en condonar la vida a sus enemigos cuando les veía rendidos, como lo hizo comúnmente Augusto. Bien lejos de eso, jamás le permite dar cuartel en la campaña, aunque varias veces el enemigo postrado imploró su clemencia. Más desdice de lo heróico esta dureza, que aquella ternura.
5. Pero lo que sobre todo no puede perdonársele a Virgilio, es haber representado en algunas ocasiones a su Eneas con ánimo apocado. Lo de tristi turbatus pectora bello es nada, con aquel hielo del corazón, ó frío desaliento que mostró al empezar la tempestad que se pinta en el primer libro:
Extemplo Aeneae solvuntur frigore membra:Ingemit, &c.
6. ¡Oh qué diferente papel hace César en Lucano, constituido en el mismo trance! A los primeros furores del Mar le notifica el Barquero Amiclas, que respecto de la horrenda tempestad que se previene, no hay otro remedio para salvar la vida que retroceder sin dilación al Puerto de donde acababan de salir. ¿Qué responde César? [422]
Sperne minas, inquit, pelagi, ventoque furentiTrade sinum: Italiam, si caelo auctore, recusas,Me pete, &c.
Cierto que por grande que se contemple el corazón de Julio César, nunca puede considerarse mayor que cual se representa en la suprema energía de esta valentísimas voces. No pienso que excederá quien diga que el espíritu Poético de Lucano igualó al valor heroico de César.
7. Los que notando en Lucano la falta de ficción quieren excluirle por este capítulo de la clase de los Poetas, inútilmente se embarazan en una cuestión de nombre. El más apasionado de Lucano se empeñará poco en su defensa sobre este artículo, como en el resto le concedan todos los primores que pide la versificación heróica. ¿Pero es cierto como pretenden estos Censores, que la ficción es de esencia de la Poesía? Es sin duda este el dictamen más válido. Dudo si el más verdadero. Julio César Scaligero, nada indulgente por una parte con Lucano, le reconoce sin embargo de la falta de ficción, por Poeta: Nugantur, dice, more suo Grammatico, cum objiciunt illum Historiam composnisse. Principio fac Historiam meram: oportet eum a Livio differre: differt autem versu: hoc vero Poetae est. (I. 2. Poetic. c. 2.)
Francisco García Jurado H.L.G.E.
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