Ya he vuelto de Toulouse con el grato recuerdo de unos días intensos y atareados, pero con la conciencia del trabajo bien hecho. Tras terminar el congreso, hacia las cuatro de la tarde del sábado 25, decidimos coger el metro para regresar desde el campus universitario de Toulouse Le Mirail hasta el centro de la ciudad, con el fin de visitar la muy extraña catedral de la ciudad, seccionada en dos grandes naves que se suceden sin terminar de encajar una con la otra. No quería perderme una obra arquitectónica sobre cuya planta la historia ha dejado esa inmensa falta de correlación. Lo que no me esperaba ni por asomo era que frente a la plaza de la catedral, como si de un mercadillo medieval se tratara, hubiera un pequeño mercado de libros antiguos donde iba a encontrar algo completamente inesperado. Francia no suele decepcionar a los amantes del libro antiguo, y la presencia de viejos ejemplares sobre la Antigüedad no es rara. No cuesta encontrar cosas interesantes, en muchos casos a precios razonables. Encontré, por ejemplo, el estudio que Sainte-Beuve dedica al poeta Virgilio (segunda edición corregida, publicado en París en 1870). Lárazo Galdiano lo mandó traducir para su colección La España Moderna. Puesto que me acompañaban mis colegas españoles, Mirella Romero y Pablo Asencio, comentamos este pequeño pormenor editorial. Pero mi sorpresa, casi mi pasmo, vino cuando aparecieron, como esperándome, los cuatro tomos en octavo de la Histoire Abrégée de la Littérature Romaine de F. Schoell, publicados en París en la significativa fecha de 1815. Para mayor alegría, su precio estaba bastante rebajado y el estado de los libros era excelente. Están encuadernados en una bonita lomera granate que se remata en cinco discretos nervios, como puede apreciarse en la foto. Este es un libro de esos que llamamos "de biblioteca", prácticamente imposible de encontrar, y mucho más imposible todavía al precio que tenía marcado. No recordaba ciertamente que Schoell fuera quien hubiera editado el Fragmentum Petronii del abate Marchena, de cuya reciente reedición y estudio a cargo de Joaquín Álvarez Barrientos ya he hablado en una ocasión anterior. Pero esta circunstancia me la recordó Pablo Asencio puntualmente, dado su buen conocimiento en el abate Marchena (espero que su tesis doctoral sobre el célebre "heterodoxo", vilipendiado y admirado por Menéndez Pelayo, esté pronto terminada). Naturalmente, cuando Schoell publicó el fragmento de Marchena creía que se trataba de un texto verdadero, no de una mistificación. Se me ocurrió preguntarme sobre la marcha de la conversación si habría acaso alguna alusión en el manual a este pormenor. Pablo, al menos, no lo recordaba. Pues bien, voy a transcribir ahora el sabroso texto que dedica Schoell a hablar de algunos fragmentos descubiertos. Se encuentra en el tomo II y está entre las páginas 425 y 426 (respeto la grafía de la época):
"Les fragmens qui nous en restent forment autant d'épisodes du grand ouvrage dont les neuf dixièmes peut-être ont été perdus. Le plus spirituel de ces épisodes est la fameuse histoire de la Matrone d'Ephèse; mais le plus long, et celui qui peint mieux qu'aucun autre les moeurs du temps et l'interieur des maisons des riches Romains, est le banquet de Trimalcion, personnage ridicule sous lequel, selon l'opinion commune, Pétrone a voulu peindre l'empereur Claude. Ce fragment fut trouvé dans le 17e siècle à Trau en Dalmatie, dans la bibliothèque d'un certain Nicolaüs Cippius, et publié pour la première fois à Padoue en 1662. Il excita une guerre très-animée parmi le savans. Adrien de Valois et Wagenseil en attaquèrent l'authenticité, qui fue défendue para le célèbre médecin Pierre Petit, dans una apologie où il prit le nom de Marinus Statileius. Le manuscrit fut envoyé pour quelque temps à Rome, et examiné par les plus grands critiques du temps. Il passa ensuite dans la bibliothèque du Roi. Aujourd'hui tout le monde savant s'accorde à reconnoître ce fragment comme appartenant véritablement à Pétrone. Le bruit que cette découverte avoit fait dans le monde littéraire inspira à un officier françois, nommé Nodot, l'idée d'une fraude, dont le succès ne répondit pas à ses espérances. Il publia en 1693, à Rotterdam, un prétendu Pétrone complet qu'il disoit avoir été trouvé á Belgrade en 1688, par un certain Dupin. Quoique, dans le premir moment, quelques membres des académies de Nîmes et d'Arles s'en fussent laissé imposer, la fraude fut bientôt découverte, et elle est regardée aujourd'hui comme indubitable. On ne doit pas confondre avec cet imposteur un Espagnol nommé Marchena, qui fin, en 1800, la plaisanterie de publier un nouveau fragment de Pétrone, qui'il prétendoit avoir trouvé à la bibliothèque de Saint Gall."
Termina Schoell con una nota a pie de página donde dice: "L'auteur de cet ouvrage, qui a été l'éditeur de ce prétendu fragment, en a raporté l'histoire dans son Répertoire de Littér. anc. vol. I., p. 239." Realmente, estas dos páginas del manual de literatura bien podrían confundirse con un verdadero cuento de bibliófilo, como los que escribe el contemporáneo Charles Nodier o el propio editor de la novela Dafnis y Cloe, Pablo Luis Courier, cuando escribe su Historia de una mancha de tinta, crónica de la pequeña desgracia acaecida con un texto desconocido de Longo. La frontera entre la historia académica de la literatura y la leyenda es tenue en este caso, y da lugar a este tipo de ficciones tan propiamente románticas.
Verdaderamente, encontrar este libro de Schoel ha sido todo un hallazgo. También di con un interesante Veleyo Patérculo de 1825, pero esto ya será motivo de ensayo para otro día.
Francisco García Jurado
H.L.G.E.
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