Una de las calles más importantes y bonitas de la ciudad de
Bath lleva el alegre nombre de Gay Street. En ella se sitúa la casa de la
famosa novelista Jane Austen. Es posible que algún turista piense, al leer el
rótulo de la recta y empinada calle, en connotaciones bien distintas a aquellas
que en el siglo XVIII motivaron semejante nombre. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO
HLGE
Entre los cuidados jardines de Queen Square hasta los
centenarios árboles que pueblan The Circus asciende la pequeña y bella Gay
Street. Paseamos por la ciudad georgiana de Bath, que ya desde la misma
estación de ferrocarril semeja una estampa de tinta china. Las columnas dóricas
y jónicas de algunas casas nos traen recuerdos de antiguas arquitecturas
clásicas, y el aspecto recoleto de las viviendas en hilera crea un armonioso
conjunto donde la utilidad urbana se alía con el decoro. Estamos ante un
urbanismo ilustrado y orgulloso, donde podemos recordar a aquellos viajeros europeos
por las Islas Británicas que en pleno siglo XVIII quedaban maravillados ante su
sistema parlamentario. El concepto de “felicidad”, en especial si es pública,
resulta clave para entender estos proyectos urbanísticos tan propios del Siglo
de las Luces.
Gracias a los buenos conocimientos que del latín tienen todavía
buena parte de aquellos ideólogos, no es difícil comprobar cómo el término
FELICITAS, relativo en sus orígenes rurales y romanos a la fecundidad del campo
(así como LAETITIA, que tiene que ver con las tierras abonadas), preside estos
anhelos de bien común. Por vericuetos lingüísticos que ahora no vienen al caso,
el término inglés “gay” bien podía recubrir en el siglo XVIII lo que pretende
expresar el adjetivo latino FELIX, antes de que “gay” pasara luego a adquirir
otras connotaciones concretas. Hoy día, el posible equívoco de “gay” entre el
viejo sentido, relativo a la FELICITAS, y el nuevo, nos puede hacer incluso
sonreír. Lo que quizá no sepa todo el mundo, ni tan siquiera los habitantes de Bath,
es que, en su catedral, una de las inscripciones que revisten los solemnes y
altos muros representa a esta felicidad como una suerte de divinidad con el
singular título de ORBIS TERRARUM FELICITAS, es decir, “Felicidad de las
tierras del mundo”. La felicidad, personificada en una mujer que porta una suerte de cornucopia, está acompañada por otra que porta una balanza, símbolo de la justicia, y por un camellero con turbante que probablemente simboliza el comercio. Otros elementos concurren a los pies de la felicidad, como un carnero, un niño o un joven que sostiene una suerte de nutria. En fin, que nuestro paseo por Bath transcurrió sutilmente desde “Gay Street” a la FELICITAS ORBIS TERRARUM, y en ese hilo conductor que pone en relación ambas cosas supe, una vez más, reconocerme en un lugar ajeno para apropiármelo ahora sentimentalmente. FRANCISCO GARCÍA JURADO
5 comentarios:
Hombre, lo de "recta y empinada" calle no ayuda a disipar las dudas...
Un saludo de un seguidor.
Usted viaja mucho, profesor jijijijiji
El post me ha parecido muy interesante. Por otra parte supongo que usted quería decir
JANE AUSTEN y no JANE EYRE.....
Porque Jane Eyre no era escritora, y además nació de la imaginación de Charlotte Brontë....
En efecto, quería decir Jane Austen. Le agradezco mucho su interés. Ya está corregido.
Un placer leer este comentario tan ilustrado. No pude disfrutar de esta percepción en mi visita,carecía de esta información. Gracias.
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