Las fiestas del calendario me parecen a menudo una carrera
de obstáculos. Bien sé que cuando podemos disfrutar de un día de asueto en
medio del fragor de la batalla laboral tales fiestas caen como maná en el árido desierto, pero no me refiero a
esto. Quiero decir que a menudo el santoral y los cumpleaños se me olvidan,
cuando no la posición exacta de unas vacaciones en el calendario, y todo ello
me lleva a cometer errores imperdonables. Cuando hablamos de centenarios, me
considero un caso perdido. Sin embargo, he recordado a tiempo que este año que
ahora comienza, 2014, será el centenario de sucesos históricos fatales, como el
estallido de la primera guerra mundial, pero también nos trae el nacimiento de Julio Cortázar (Ixelles, Bruselas, 26 de agosto de 1914 - París,
12 de febrero de 1984), a quien tantos debemos horas memorables de lectura. Mi
particular homenaje será un trabajo que se publicará, precisamente, en París,
acerca de dos autores latinos, Plinio el Joven y Aulo Gelio, que acaso
contribuyeron a que Cortázar llegar a ser lo que fue. POR FRANCISCO GARCÍA
JURADO
Mi trabajo se va a titular “Dos intertextos latinos en
Cortázar: Plinio el Joven y Aulo Gelio. La casa profunda y la miscelánea”, y
voy a ofrecer en este blog las líneas que lo abren.
El hecho de
que los textos literarios modernos mantengan una incesante relación dialógica
con textos diversos de la literatura grecolatina no es incompatible con el
propio carácter creador o « poético » de los primeros. La reescritura, como diálogo
intertextual, no deja de ser una genuina forma de creación. Vamos a estudiar en
este trabajo cómo se manifiestan, a la manera de un iceberg, dos lecturas de
Cortázar referentes a la literatura latina dentro de su obra. Nos referimos a
la carta sobre los fantasmas de Plinio el Joven y a las Noches áticas de Aulo Gelio. Ambas son rastreables, según la precisa
terminología de Gérard Genette[1], como
« intertextos », si bien cada una de ellas presenta características diferentes
en cuanto a su relación con el texto del autor argentino. De esta forma, mientras
el texto pliniano se presenta en calidad de « hipotexto » o de texto subyacente
en el cuento « Casa tomada », las Noches
áticas de Aulo Gelio se convierten en una suerte de « architexto » o texto
genérico para Rayuela. Genette
desarrolla esta productiva articulación del diálogo entre textos desde una perspectiva
alejada de criterios esencialistas, de manera que, pongamos por caso, un « hipotexto
» no puede ser considerado como una mera fuente literaria, a la manera de lo
que haría una interpretación positivista del hecho. Los textos antiguos, lejos
de ser entidades estáticas o inmutables, plantean un productivo diálogo desde distintos
niveles de relación con la modernidad.
En lo que
atañe a los dos textos latinos que vamos a estudiar, si bien ambos se
manifiestan de forma diferente en lo que se refiere a su diálogo intertextual
con la obra de Cortázar, ofrecen una interesante característica en común, dado
que las ediciones a las que pudo acceder el autor argentino provienen de una
misma colección editorial española publicada a finales del siglo XIX: la Biblioteca
Clásica de Luis Navarro. En el caso de Plinio el Joven, la referencia a su
texto no llega a constituir una cita como tal, a diferencia de Gelio, de quien
se recoge incluso un breve capítulo dentro de los llamados « Capítulos
prescindibles » en Rayuela. En
cualquier caso, la alusión o la cita (« intertexto » propiamente dicho) no
serían más que la parte visible de la lectura, mientras que el « hipotexto » y
el « architexto » constituirían el aspecto más rico, sobre todo merced a la
motivación que ha provocado esa lectura previa y creativa en la mente de un
autor moderno. FRANCISCO GARCÍA JURADO
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