Juan Luis Vives en Brujas (15 de agosto 2008)
¡Que maravilloso y recóndito lugar de Brujas! donde se encuentra entre álamos y sauces llorones el recuerdo hecho bronce del humanista Juan Luis Vives (1492- 1540). Mientras yo le contemplaba sereno y tranquilo, me vino a la memoria la lectura de sus obras y pensé: ¡cuánto debió añorar la luz de su Valencia natal! este proscrito y exiliado por pertenecer a la tercera generación de una familia conversa, cuando en el De Disciplinis recuerda la primera vez que fue a casa del maestro y a sus amigos de la infancia, y luego escribiría con la nostalgia del recuerdo lejano el paseo con sus amigos por el vergel del brillante y resplandeciente Turia. Pero, inmediatamente no me olvidé de que después de sus estancias en París, Inglaterra y Lovaina, Brujas fue el solaz de los últimos 15 años de su vida, en donde encontró su felicidad familiar en la Plaza de los Cordoniers, y que como buen humanista y buen ciudadano pidió clemencia y solución al Senado de su segunda Patria en el De subventione pauperum de 1526 para los lisiados, inválidos y enfermos, por causa de las guerras y del azote de la peste. El Senado de Brujas aceptó la propuesta de nuestro humanista y con apoyo de otros ciudadanos financiaron esas casas de acogida y beaterios que se muestran hoy en día en el paseo por la Brujas de Luis Vives. No es de extrañar, pues, que al gran humanista europeo Luis Vives, que vivió y murió en la más absoluta pobreza, sin pedir nada a cambio, sus conciudadanos de Brujas le recuerden eternamente con agradecimiento.
¡Que maravilloso y recóndito lugar de Brujas! donde se encuentra entre álamos y sauces llorones el recuerdo hecho bronce del humanista Juan Luis Vives (1492- 1540). Mientras yo le contemplaba sereno y tranquilo, me vino a la memoria la lectura de sus obras y pensé: ¡cuánto debió añorar la luz de su Valencia natal! este proscrito y exiliado por pertenecer a la tercera generación de una familia conversa, cuando en el De Disciplinis recuerda la primera vez que fue a casa del maestro y a sus amigos de la infancia, y luego escribiría con la nostalgia del recuerdo lejano el paseo con sus amigos por el vergel del brillante y resplandeciente Turia. Pero, inmediatamente no me olvidé de que después de sus estancias en París, Inglaterra y Lovaina, Brujas fue el solaz de los últimos 15 años de su vida, en donde encontró su felicidad familiar en la Plaza de los Cordoniers, y que como buen humanista y buen ciudadano pidió clemencia y solución al Senado de su segunda Patria en el De subventione pauperum de 1526 para los lisiados, inválidos y enfermos, por causa de las guerras y del azote de la peste. El Senado de Brujas aceptó la propuesta de nuestro humanista y con apoyo de otros ciudadanos financiaron esas casas de acogida y beaterios que se muestran hoy en día en el paseo por la Brujas de Luis Vives. No es de extrañar, pues, que al gran humanista europeo Luis Vives, que vivió y murió en la más absoluta pobreza, sin pedir nada a cambio, sus conciudadanos de Brujas le recuerden eternamente con agradecimiento.
Virginia Bonmatí Sánchez
vbonmati@filol.ucm.es
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