lunes, 13 de octubre de 2008

LAS DOS REEDICIONES DE TUCÍDIDES


Hace unos días os hablaba de mi estudio sobre las dos ediciones retrospectivas de la Historia de Tucídides editadas en España durante el siglo XIX. Desde la primera edición de la traducción castellana de Diego Gracián, en 1564, Tucídides no vuelve a aparecer hasta 1882 y 1889, respectivamente. Ya he disertado, asismimo, acerca de algunas de las claves culturales por las que vuelve a editarse esta vieja traducción castellana del historiador griego, incluso a pesar de sus numerosos errores de interpretación. Pero me ha parecido oportuno motrar ahora la dimensión fisica, tangible, de tales reediciones. Como puede verse en la fotografía, el libro de la izquierda, con una aceptable encuadernación en piel de la lomera y holandesa en las tapas, se corresponde con la reedición llevada a cabo por el Marqués de San Román, militar y bibliófilo, para su Biblioteca Militar Económica. El papel no es muy bueno, y presenta el peculiar color tostado del papel industrial cuando ha pasado ya algún tiempo. Recuerda en parte a los libros de la colección Austral. Es una pena que la Biblioteca Militar Económica economizase tanto en el papel, realmente. Hay ejemplares de esta edición en la Biblioteca Nacional, el Ateneo de Madrid, el Senado, la Biblioteca Central Militar o el Museo del Ejercito. En estos tres últimos lugares, la presencia del libro indica ciertamente el valor pragmático que tiene la obra de Tucídides como libro todavía útil para la politica y el conomiento de las cosas militares. La edición de San Román está dividida en dos tomos, pero la encuadernación presente recoge ambos dentro de un único volumen. Por su parte, los dos ejemplares de la derecha pertenecen a la Biblioteca Clásica, ya estudiada por David Castro. El modelo de esta colección es el de la Biblioteca Garnier e intenta retomar el testigo hispánico de las reediciones dieciochescas de Antonio de Sancha. Los ejemplares de la fotografía están encuadernados en tela, dentro de un tipo de encuadernación llamada "industrial" o "editorial". Son ejemplares de 1889 y presentan un papel mejor que la edición de San Román. Asimismo, el texto de la traducción de Gracián está modernizado, a diferenica de la otra reedición, que resulta mucho más arqueológica. Es una característica común de ambas ediciones el hecho de que en la portada venga el nombre del antiguo traductor, Diego Gracián. Esto implica una conciencia histórica, no anecdótica, del traductor hispano.
Me ha gustado ver juntas ambas reediciones, las únicas de Tucídides desde el siglo XVI. Tendrá que llegar la segunda mitad del siglo XX para que surjan nueva ediciones, ya modernas. Con todos sus errores, el esfuerzo editorial fue notable, un pequeño hito historiográfico.
Francisco García Jurado
H.L.G.E.

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