jueves, 17 de julio de 2008

PLACAS ILUSTRES Y TURISMO III: JOHN RUSKIN FRENTE A LA GIUDECCA

Además del conocido y primigenio Ghetto, ya muy cercano a la estación (siempre tengo la impresión, sobre todo de noche, de que allí está a punto de comenzar la representación de una ópera), Venecia tuvo otro barrio judío llamado, cómo no, Giudecca. Está al sur, cruzando el canal del mismo nombre, y se corresponde con esa gran isla dominada por la palladiana iglesia del Redentor. Desde esta zona podemos también vislumbrar, mirando hacia el norte, las terribles refinerías de Mestre. Pues bien, frente a la Giudecca, a la vera de un bonito paseo, puede encontrarse esta emotiva placa dedicada al gran esteta inglés John Ruskin. Recuerdo haber llegado a saber de Ruskin gracias a Proust, a sus inolvidables descripciones de una Venecia añorada y apenas entrevista. Ruskin tiene para nuestros estudios el interés de haber forjado un paradigma estético muy productivo y exitoso a partir de la arquitectura medieval. Los palacios bizantinos y góticos que jalonan los canales venecianos sirvieron de motivo de inspiración para su libro titulado The Stones of Venice (encontré en una librería de Cambridge un ejemplar antiguo tan bonito como escandaloso en su precio: allí se quedó). Pero si me dieran a elegir tomaría el título en italiano: Le Pietre di Venezia. Ese es el título del ejemplar moderno que adquirí en la misma Venecia, con bonitas ilustraciones, algunas en color. Hay al final del libro un pequeño capítulo dedicado a la arquitectura renacentista veneciana. A Ruskin le atraía bastante menos, en comparación con el gran paradigma medieval de formas curvas y sinuosas, de ventanas ojivales (Proust llegó a inmortalizar una de ellas en su Albertine Disparue). En resumidas cuentas, cabe oponer el gótico Ruskin al renacentismo militante de Walter Pater, por ejemplo. Son los configuradores de un pasado que se vuelve presente a partir de nuevas claves, de buscadas oposiciones estéticas e incluso de credo. La inscripción dedicada a Ruskin suscita una discreta emoción, al ser encontrata, dentro de esta ciudad llena de encantos y de belleza en estado puro.



Quiero volver a Venecia, al amanecer, en invierno, cuando no haya turistas.



Francisco García Jurado
H.L.G.E.



NOTA: TODAS LAS FOTOGRAFÍAS PUBLICADAS SON DE F.G.J.

3 comentarios:

mari jo dijo...

eso de no encontrarse con turistas en Venecia es algo imposible y menos en invierno época en la que el olor hediondo de sus canales es menor. Sin embargo, Venecia tiene sus lugares recónditos donde los turistas son escasos (quizá porque no hay tiendas de souvenir)y una de esas zonas es el barrio judío que has mencionado al principio de tu relato. Son lugares donde todo parece paralizado en el tiempo, a veces, incluso es difícil encontrar algún ser humano por esas calles. Lo mismo podemos decir de otras ciudades como Praga, Londres o Paris. Todo eso lo hemos comprobado y tú lo sabes mejor que nadie.

Francisco García Jurado dijo...

Pues a ver si quedamos en algún sitio y me dices a dónde podemos ir de viaje.

Estaré encantado

mari jo dijo...

ya sabes que este año pensaba en ir a India, aunque a mi me gusta más decir la India porque me recuerda a mis gratas lecturas sobre ese país durante la época colonial. tengo muchas lecturas realizadas sobre este país y es un sueño sin cumplir. pero algún día... seguro que también allí encontramemos algunas placas ilustres para describir. no quiero asustarte pero Africa también es otra de mis pasiones.