Hace ya un tiempo envié una carta al diario El País que no fue publicada (en honor a la verdad, también debo reconocer que es mayor el número de cartas enviadas que me han publicado que el número de las rechazadas). Tenia que ver con esa visión excesivamente política de nuestro canon literario, un fenómeno nada nuevo, por cierto. Dado que el otro día emitieron por televisión la versión cinematográfica de la novela Soldados de Salamina, volví a recordar el absoluto desprecio que se hace a la obra de un autor allí tratado. Si bien no tenemos por qué comulgar con las ideas de ese autor, ello no debería ser óbice para valorar otros aspectos de su obra, como alguna de las ficciones que escribe, a caballo del modernismo y la herencia de los clásicos antiguos y modernos. En fin, paso, sin más, a reproducir el contenido de aquella reseña:
Veo en El País del martes 19 de noviembre de 2002 que la novela de Javier Cercas, Soldados de Salamina, sigue dando de qué hablar, ahora en Alemania, país donde la mala conciencia colectiva aún es un fantasma que se deja ver de vez en cuando. Sobre mi mesa aún está la reciente novela de Javier Cercas, Soldados de Salamina, que me ha proporcionado unas más que gratas horas de lectura. Junto a la novela, el interesante artículo que el propio Javier Cercas publicara en El País Semanal del 6 de enero de 2002 ("El país de Salamina") y el penetrante análisis que Mario Vargas Llosa le dedicara en El País del 3 de septiembre de 2001 (“El sueño de los héroes”), fecha que hoy nos resulta absolutamente lejana por tantas cosas. Tiene razón Vargas Llosa cuando advierte las raras veces que tenemos ocasión de estar ante un prodigio de la narrativa, e imagino que su texto admirativo sobre la novela de Cercas podría resumir el sentimiento de muchísimos lectores de Soldados de Salamina. Pero hay también en mi mesa otra novela, Rosa Krüger, en su primera edición de 1984, a pesar de que fuera escrita entre 1936 y 1937. Frente a la “historia real” de Cercas, Rosa Krüger nos presenta una alegoría de Europa y un crisol de distintos registros narrativos que van desde la novela erótica de Insúa hasta, a mi entender, los versos de Goethe en su Herman y Dorotea, como he intentado demostrar en un trabajo publicado en las últimas actas del congreso de la Sociedad Española de Literatura General y Comparada, celebrado en León en octubre del año 2000. A ello pueden añadirse los relatos homéricos convertidos en “relatos fantásticos” que preconizan aspectos de la narrativa de Álvaro Cunqueiro o Joan Perucho, unos años después. En Rosa Krüger se nos dice que “la vida no es una novela”, singular contrapunto de la novela de Cercas, que nos presenta la vida precisamente convertida en relato. Volviendo a Soldados de Salamina, tengo la impresión de que hay algo que ha dejado conscientemente en segundo plano Javier Cercas, como es la calidad de Sánchez Mazas como escritor, al margen de ideologías. Esto me recuerda a un artículo que 1994 publicara Antonio Muñoz Molina también en EL PAÍS del 4 de mayo, como es común en sus escritos se trataba de una lúcida reflexión titulada “Eliot, el malvado”, acerca del “escarnio póstumo” que por aquel entonces se estaba haciendo de T.S. Eliot en un estudio biográfico donde quedaba relegada cualquier consideración relativa a la incuestionable calidad literaria o crítica de este autor. Por lo que veo, no es muy diferente el trato que Sánchez Mazas está recibiendo gracias o por culpa de una novela excepcional como la de Cercas. Por cierto, por si no lo dije antes, Rosa Krüger, también excepcional en muchos aspectos, la escribió Rafael Sánchez Mazas. ¿Hasta cuándo seguirá perdiendo la literatura ante la política?
2 comentarios:
"Tenia que ver con esa visión excesivamente política de nuestro canon literario, un fenómeno nada nuevo, por cierto."
"¿Hasta cuándo seguirá perdiendo la literatura ante la política?"
En realidad, no he leído las novelas que comenta, pero su opinión acerca de la política dictadora del canon literario me parece aplicable a muchos casos, por ej. a Borges no le dieron el Premio Nobel por sus ideas políticas conservadoras
En mi país, Argentina, premian libros cuya temática sea la lucha terrorista de los años '70 donde se victimiza a los terroristas. Este tema es excluyente y reiterado hasta el infinito.
Siempre he creído que los jurados son subjetivos, por supuesto, pero uno se harta.
España es, en materia ideológica, más injusta todavía -según mi opinión. Así que no es de extrañar que ocurra lo que comenta.
Se castiga marginando a los escritores cuyas ideas son "políticamente incorrectas".
Espero que publique mi comentario.
Saludos desde Argentina.
Le agradezco su participación en el blog y le recomiendo que ley Rosa Krüger, que es algo así como la novela de Europa. En un próximo blog intentaré hablar más acerca de esta novela y de alguna de sus extraordinarias circunstancias. El arte, no debemos olvidarlo, contiene ideas políticas, pues es reflejo de la historia. Pero cuando pasa el tiempo lo que predomina, sobre todo, es la condición de la obra como tal. En otro caso, deberíamos acabar, por ejemplo, con las pirámides de Egipto, pues no dejan de ser una manifestación del esclavismo y la tiranía.
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