Me conmueve un breve poema de Eugenio de Andrade (1923-2005) sobre la lectura de Homero. Príamo llega por la noche a la tienda de Aquiles, que aún tiene las manos calientes de la sangre de Héctor. Príamo pide a Aquiles que le permita enterrar el cadáver de Héctor, su hijo, apelando a la piedad. Es una gran escena de la literatura universal cuya lectura recuerda el poeta portugués de esta manera:
A LA SOMBRA DE HOMERO
Es mortal este agosto; su ardor
sube los escalones todos de la noche,
no me deja dormir.
Abro el libro siempre a mano en la súplica
de Príamo. Pero cuando
el impetuoso Aquiles ordena al viejo
rey que no le atormente más
el corazón, dejo de leer.
La mañana tardaba. ¿Cómo dormir
a la sombra atormentada
de un anciano en el umbral de la muerte?,
¿o con las lágrimas de Aquiles
en el alma, por el amigo
a quien acaba de enterrar?
¿Cómo dormir a las puertas de la vejez
con ese peso sobre el corazón?
(Trad. de Martín López Vega)
A LA SOMBRA DE HOMERO
Es mortal este agosto; su ardor
sube los escalones todos de la noche,
no me deja dormir.
Abro el libro siempre a mano en la súplica
de Príamo. Pero cuando
el impetuoso Aquiles ordena al viejo
rey que no le atormente más
el corazón, dejo de leer.
La mañana tardaba. ¿Cómo dormir
a la sombra atormentada
de un anciano en el umbral de la muerte?,
¿o con las lágrimas de Aquiles
en el alma, por el amigo
a quien acaba de enterrar?
¿Cómo dormir a las puertas de la vejez
con ese peso sobre el corazón?
(Trad. de Martín López Vega)
Cuánto recuerda, asimismo, al poema "Helena", de Seferis, el que comienza diciendo "No te dejan dormir los ruiseñores en Platres".
Francisco García Jurado
H.L.G.E.
No hay comentarios:
Publicar un comentario