miércoles, 5 de junio de 2013

Feliz en Bath: un paseo sentimental entre Gay Street y la catedral

Una de las calles más importantes y bonitas de la ciudad de Bath lleva el alegre nombre de Gay Street. En ella se sitúa la casa de la famosa novelista Jane Austen. Es posible que algún turista piense, al leer el rótulo de la recta y empinada calle, en connotaciones bien distintas a aquellas que en el siglo XVIII motivaron semejante nombre. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO HLGE

Entre los cuidados jardines de Queen Square hasta los centenarios árboles que pueblan The Circus asciende la pequeña y bella Gay Street. Paseamos por la ciudad georgiana de Bath, que ya desde la misma estación de ferrocarril semeja una estampa de tinta china. Las columnas dóricas y jónicas de algunas casas nos traen recuerdos de antiguas arquitecturas clásicas, y el aspecto recoleto de las viviendas en hilera crea un armonioso conjunto donde la utilidad urbana se alía con el decoro. Estamos ante un urbanismo ilustrado y orgulloso, donde podemos recordar a aquellos viajeros europeos por las Islas Británicas que en pleno siglo XVIII quedaban maravillados ante su sistema parlamentario. El concepto de “felicidad”, en especial si es pública, resulta clave para entender estos proyectos urbanísticos tan propios del Siglo de las Luces.
Gracias a los buenos conocimientos que del latín tienen todavía buena parte de aquellos ideólogos, no es difícil comprobar cómo el término FELICITAS, relativo en sus orígenes rurales y romanos a la fecundidad del campo (así como LAETITIA, que tiene que ver con las tierras abonadas), preside estos anhelos de bien común. Por vericuetos lingüísticos que ahora no vienen al caso, el término inglés “gay” bien podía recubrir en el siglo XVIII lo que pretende expresar el adjetivo latino FELIX, antes de que “gay” pasara luego a adquirir otras connotaciones concretas. Hoy día, el posible equívoco de “gay” entre el viejo sentido, relativo a la FELICITAS, y el nuevo, nos puede hacer incluso sonreír. Lo que quizá no sepa todo el mundo, ni tan siquiera los habitantes de Bath, es que, en su catedral, una de las inscripciones que revisten los solemnes y altos muros representa a esta felicidad como una suerte de divinidad con el singular título de ORBIS TERRARUM FELICITAS, es decir, “Felicidad de las tierras del mundo”.
La felicidad, personificada en una mujer que porta una suerte de cornucopia, está acompañada por otra que porta una balanza, símbolo de la justicia, y por un camellero con turbante que probablemente simboliza el comercio. Otros elementos concurren a los pies de la felicidad, como un carnero, un niño o un joven que sostiene una suerte de nutria. En fin, que nuestro paseo por Bath transcurrió sutilmente desde “Gay Street” a la FELICITAS ORBIS TERRARUM, y en ese hilo conductor que pone en relación ambas cosas supe, una vez más, reconocerme en un lugar ajeno para apropiármelo ahora sentimentalmente. FRANCISCO GARCÍA JURADO