viernes, 25 de febrero de 2011

LA HUELLA DE LAS IDEAS: EL INCIPIENTE ESTUDIO DE LA TRADICIÓN CLÁSICA EN ESPAÑA

Voy a reproducir el comienzo del trabajo que acaba de aparecer en el interesante libro colectivo titulado "Tradición clásica y universidad", que ha compildado el profesor Francisco Lisi en la editorial Dykinson. En particular, me refiero a la ponencia que impartí en 2007 con el título siguiente: “La incipiente conciencia de la tradición clásica en España: La vida de Virgilio de Mayáns”, donde presentaba un caso muy concreto y notable de lo que vengo en llamar "edición retrospectiva". Este tipo de edición tiene como característica fundamental la de sacar a la luz una obra editada siglos antes. El lector sabe, así, que el interés básico de ese libro es el histórico. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO. HLGE.
Es un lugar común pensar en la idea de Tradición Clásica como algo dado desde siempre. Sin embargo, en el siglo XVIII todavía no se utilizaba la expresión “Tradición Clásica”, si bien comenzaba a intuirse el concepto que iba a designar, al calor de la idea más general de Tradición Literaria. Primero como “Tradición”, la grecolatina por antonomasia, y ya después “Clásica”, para diferenciarla de otras tradiciones emergentes, la expresión como tal cristalizó hacia los años 70 del siglo XIX . Es la propia conciencia de la historicidad literaria la que dio lugar al concepto, dado que la Tradición Clásica no es otra cosa que la historia de la fortuna de la Literatura Grecolatina en las propias literaturas modernas . Para llegar a esta formulación han tenido que desarrollarse al menos tres conceptos previos:

-La idea de “Historia de la Literatura”, frente a los paradigmas atemporales de la Poética y la Retórica
-La idea global de “Literatura Clásica Grecolatina”, concebida como un conjunto delimitado de obras que ilustran sobre un periodo concreto de la historia humana
-La idea de diversas literaturas modernas, a las que se van añadiendo gentilicios que se corresponden con las incipientes culturas nacionales

De esta forma, para llegar a la formulación de “Tradición Clásica” tuvieron que darse unas circunstancias complejas, en particular la articulación de un pensamiento histórico desde el siglo XVIII. Dadas las circunstancias antes expuestas, es mi deseo plantear la cuestión siguiente, que da lugar al presente trabajo: ¿cómo se refleja el incipiente concepto de Tradición Clásica, aún sin ser formulado en estos términos, dentro de las ediciones de finales del siglo XVIII? Es decir, cómo deja una idea su huella. El interés por la historia y, en particular por la historia literaria, dio lugar a un fenómeno editorial bien estudiado por Juárez Medina , la edición retrospectiva, cuyo afán es dar a la luz obras de siglos anteriores por el propio interés de su carácter pasado. Este tipo de edición vino motivado por lo que, con Maravall, podemos llamar cultura burguesa, en la que la nueva clase intelectual emergente lee las obras anteriores a su propio siglo en calidad de monumentos históricos, de testigos de otras épocas. A ello hay que unir los empeños patrióticos de reconstrucción del pasado cultural del que no van a ser ajenos nuestros ilustrados hispanos, como Gregorio Mayáns. En este nuevo contexto, las obras de la Antigüedad Grecolatina ocuparon su discreto lugar en la edición española. Los grandes editores de la época (Ibarra, Sancha, Monfort, o la Imprenta Real) presentan en su producción notables y cuidados ejemplos, como Salustio, Luciano, Cicerón o Juvenal. Pretendo, en definitiva, mostrar mediante un ejemplo concreto, un libro sobre Virgilio publicado en Valencia en 1795 en la imprenta de José y Tomás de Orga, cómo las ideas antes expuestas articularon un primer esbozo del concepto y la conciencia de la Tradición Clásica y de cómo tales ideas dejaron su huella material en una edición concreta. FRANCISCO GARCÍA JURADO

domingo, 20 de febrero de 2011

TRADICIÓN CLÁSICA Y ORIENTALISMO

La Universidad de Columbia, cuya ALMA MATER nos saluda en la fotografía aneja, me ha hecho recordar a dos grandes académicos a quienes me siento especialmente unido intelectualmente: uno de ellos es Gilbert Highet, autor del libro titulado The Classical Tradition, que se publicó en 1949. El otro autor es Edward Said, que en 1978 dio a la luz otro libro relevante: Orientalism. Ambos profesores tienen en común su adscripción a Columbia, pero hay otro lazo de unión más sutil: me refiero al juicio que sobre la propia cultura occidental expresó cada uno de ellos desde un punto de vista bien diferente. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO HLGE
Cuando Highet publica su obra en 1949 el mundo acaba de salir de una terrible guerra mundial. La primacía de Europa y su cultura toca a su fin, y los imperios coloniales comienzan su agónica fase de derrumbe. Es en ese momento cuando Highet da a la luz en la Oxford University Press un libro panorámico sobre la Tradición Clásica en Occidente. Esta publicación no obedece a la casualidad. Nuevas culturas comienzan a reinvindicar su lugar en el mundo, y aquello que Goethe y Thomas Mann denominaron "Cultura burguesa" comienza a tocar a su fin.
La Cultura Clásica y Occidente han ido secularmente unidas. Cuestionar una supone cuestionar necesariamente la otra.
Precisamente, tras varias décadas de cuestionamiento y emergencia de nuevas relidades, el profesor Edward Said, de origen palestino, formuló la interesante hipótesis de que esa cultura occidental había sido, precisamene, la que se consideró a sí misma legitimada para interpretar el resto de culturas desde su particular punto de vista. De esa forma surgió el orientalismo como un conglomerado de disciplinas encaminadas a la "invención" de Oriente. En este sentido, Oriente no dejaba de ser lo que los occidentales querían ver en él.
En ambos casos, el de Highet y el de Said, tenemos dos puntos de vista distintos sobre un mismo tema. Dos épocas y dos circunstancias marcan la gran diferencia.Es probable que a nadie se le haya ocurrido relacionar a ambos profesores, pues pertenencen a ámbitos académicos distintos, el de la Filología Clásica y el de la Literatrura Comparada, respectivamente. Aquí queda la idea, que es mía, pero que comparto gentilmente con mis lectores.
Francisco García Jurado HLGE.