-La idea de “Historia de la Literatura”, frente a los paradigmas atemporales de la Poética y la Retórica
-La idea global de “Literatura Clásica Grecolatina”, concebida como un conjunto delimitado de obras que ilustran sobre un periodo concreto de la historia humana
-La idea de la configuración de las diversas literaturas modernas, a las que se van añadiendo gentilicios que se corresponden con las incipientes culturas nacionales
De esta forma, para llegar a la formulación de “Tradición Clásica” tuvieron que darse unas circunstancias complejas, en particular la articulación de un pensamiento histórico desde el siglo XVIII. Dadas las circunstancias antes expuestas, cabe hacer la siguiente pregunta: ¿cómo se refleja el incipiente concepto de Tradición Clásica, aún sin ser formulado en estos términos, dentro de las ediciones de libros publicados a finales del siglo XVIII? Es decir, cómo se desarrolla una idea antes de ser formulada de manera explícita. El interés por la historia y, en particular por la historia literaria, dio lugar a un fenómeno editorial bien estudiado por Juárez Medina[3], la edición retrospectiva, cuyo afán es dar a la luz obras de siglos anteriores por el propio interés de su carácter pasado. Este tipo de edición vino motivado por lo que, con José Antonio Maravall, podemos llamar cultura burguesa, en la que la nueva clase intelectual emergente lee las obras anteriores a su propio siglo en calidad de monumentos históricos, de testigos de otras épocas. A ello hay que unir los empeños patriotas de reconstrucción del pasado cultural, a cuyo estudio no van a ser ajenos nuestros ilustrados hispanos, como Gregorio Mayáns. En este nuevo contexto, las obras de la Antigüedad Grecolatina, precisamente, ocuparon su más que discreto lugar en la edición española. Los grandes editores de la época (Ibarra, Sancha, Monfort, o la Imprenta Real) presentan en su producción notables y cuidados ejemplos, como Salustio, Luciano, Cicerón o Juvenal, por no citar el interés por autores latinos de especial utilidad pública, como Columela para la Agronomía o Vitruvio para la Arquitectura. Una doble función presidía este renovado interés por la Antigüedad literaria: la lectura del pasado en calidad de tal pasado y una decidida actitud a favor de formar el gusto literario, especialmente entre los jóvenes. La tradición, por tanto, supone un sutil equilibrio entre el pasado y el futuro. Es un volver la mirada para seguir caminando sin perder el rumbo.
FRANCISCO GARCÍA JURADO
H.L.G.E.
[1] F. García Jurado, “¿Por qué nació la juntura “Tradición Clásica”? Razones historiográficas para un concepto moderno”, CFC (L) 27, 2007, pp. 161-192.
[2] Asimismo, el propio estudio e interpretación de esta tradición no puede desligarse de su objeto en sí. Suscribimos las palabras de José Antonio Maravall cuando dice que “todo hecho histórico es el hecho y el pensamiento del hecho, su interpretación” (J. A. Maravall, Menéndez Pidal y la Historia del Pensamiento, Madrid, Arion, 1969, p. 21).
[3] A. Juárez Medina, Las reediciones de obras de erudición de los siglo XVI y XVII durante el siglo XVIII español. Estudio realizado a partir de los fondos antiguos de la Biblioteca Nacional, de las Hemerotecas Municipal y Nacional de Madrid, Verlag Meter Lang, Frankfurt am Main – Bern – New York – Paris, 1988.
3 comentarios:
Una excelente reflexión. Y enormemente interesante y actual, si tenemos en cuenta que precisamente ahora, en la teoría de la cultura, se empiezan a vislumbrar nuevas definiciones de la categoría de "tradición". Un gran abrazo
Me gustaría mucho que, cuando tengas tiempo y ganas, desarrollaras un poco más esta cuestión de la idea de tradición en el marco de la teoría de la cultura.
Es algo a lo que llevo dándole vueltas un cierto tiempo. Lo haré, lo haré. ¡Hasta pronto!
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