miércoles, 18 de mayo de 2011

RAYUELA DE CORTÁZAR Y NOCHES ÁTICAS DE GELIO

Cuando leemos antiguos libros que presentan etimologías aparece una preocupación común, el orden de las palabras, en paralelo con el orden de las cosas. La preocupación por presentar globalmente las etimologías de acuerdo con criterios conceptuales o alfabéticos es, de hecho, uno de los aspectos que más interesan al nuevo lector. Tales problemas no atañen, sin embargo, a aquellos que como el erudito del siglo II Aulo Gelio nos presentan un conjunto heterogéneo de escritos acerca de asuntos diversos, tales como cuestiones literarias, anécdotas y reflexiones filosóficas, lo que responde a una tendencia a relajar las formas literarias. Entre tales cuestiones no faltan las reflexiones etimológicas. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO


Por otra parte, frente a los títulos relativos al contenido de la obra (De Lingua Latina o De Verborum Significatu) nos sorprende ahora un título de motivación bien distinta, Noctes Atticae no se refiere al contenido, sino a las circunstancias de la composición. Se trata del estudio a la luz del candil, la lucerna, lo que supone una erudición dispuesta en orden fortuito, gozando de una libertad que preludia ya el propio ensayo moderno. Es muy interesante observar cómo Gelio reflexiona en más de una ocasión acerca de las etimologías de otros autores, como es el caso de Varrón (Gel.1,18), de Publio Nigidio (Gel. 10,4), o este excepcional pasaje sobre la etimología de persona en Gavio Baso (Gel. 5,7). Hoy día sabemos que el término latino persona proviene en realidad de la lengua etrusca , por lo que la ratio que tradicionalmente ha explicado el término mediante el falso corte per-sonat, dando a entender que la persona se llama así porque personat, es decir, "resuena", está definitivamente descartada. Sin embargo, la etimología tradicional sigue viva en la historia de la cultura. En otro lugar , hemos estudiado el singular hecho de que el novelista argentino Julio Cortázar reproduzca en su novela Rayuela, concretamente en el capítulo 178 (uno de los "Capítulos prescindibles"), la traducción al castellano de este pasaje de las Noctes Atticae en versión de Francisco Navarro y Calvo :

"De la etimología que da Gabio Basso de la palabra persona.

Sabia e ingeniosa explicación, a fe mía, la de Gabio Basso, en su tratado Del origen de los vocablos, de la palabras persona, máscara. Cree que este vocablo toma origen del verbo personare, retener. He aquí cómo explica su opinión: «No teniendo la máscara que cubre por completo el rostro más que una abertura en el sitio de la boca, la voz, en vez de derramarse en todas direcciones, se estrecha para escapar por una sola salida, y adquiere por ello sonido más penetrante y fuerte. Así pues, porque la máscara hace la voz humana más sonora y vibrante, se le ha dado el nombre de persona, y por consecuencia de la forma de esta palabra, es larga la letra o en ella.» AULIO (sic) GELIO, Noches Áticas".

Esta cita, que ha pasado desapercibida en el heterogéneo conjunto de referencias que hay en Rayuela, no nos parece fortuita, pues su contenido debe ponerse en relación con uno de los leit-motif de la obra de Cortázar: el problema del lenguaje como vehículo de comunicación . La cita del texto de Aulo Gelio constituye el capítulo 148 de Rayuela. Como es sabido, esta novela no se lee necesariamente de manera lineal, sino que puede optarse por un Tablero de Dirección que, de la misma forma que el juego de niños que da título a la obra, nos permite saltar de una parte a otra. Pues bien, el capítulo que nos ocupa está situado, según el Tablero de Dirección, entre los capítulos 41 (precisamente el primero que redactó Cortázar) y el 42. No hemos encontrado relación evidente entre el capítulo 148 con su precedente, pero sí parece que la hay con el capítulo 42, y, más precisamente, con este pasaje:

"(...) Le había dado esa mañana por pensar en frases egipcias, en Toth, significativamente dios de la magia e inventor del lenguaje. Discutieron un rato si no sería una falacia estar discutiendo un rato, dado que el lenguaje, por más lunfardo que lo hablaran, participaba quizá de una estructura mántica nada tranquilizadora. Concluyeron que el doble ministerio de Toth era al fin y al cabo una manifiesta garantía de coherencia en la realidad o la irrealidad; los alegró dejar bastante resuelto el siempre desagradable problema del correlato objetivo. Magia o mundo tangible, había un dios egipcio que armonizaba verbalmente los sujetos y los objetos. Todo iba realmente muy bien" (Rayuela cap. 42)

En Cortázar volvemos a encontrarnos con un viejo anhelo humano: la búsqueda de la armonía entre las palabras y las cosas. Así pues, la etimología latina de persona representa ese afán de correspondencia entre los sujetos y los objetos de la que, por lo demás, es garante el dios egipcio Toth, famoso inventor de la escritura, según el mito platónico (Fedro 274b-275e y Filebo 18b-d) , y al que los griegos acabarían llamando Hermes Trimegisto. FRANCISCO GARCÍA JURADO

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuántos recuerdos...

Y pienso también en Juan Ramón y en su "InteliJencia, dame el nombre exacto de las cosas...". Anhelo siempre antiguo y siempre nuevo.

Saludos.

Elena