Si sabemos ser inteligentes o, al menos, estar a la altura de nuestras circunstancias vitales, vamos sintiendo el placer de pequeñas libertades de las que sólo podemos disfrutar cuando cumplimos ciertos años. Los "cantos de sirena" que nos van lanzando a uno y otro lado de nuestro camino van dejando de ser, poco a poco, tentadores. Sinceramente, cifro el éxito de mi vida en preferir tomar una tranquila cena con María José en nuestra azotea del ático que acudir a una memorable recepción pública. Me cansa el mundo, pero no mi mundo. Aún así, y ya lejos de simplistas tentaciones vanidosas, todavía me pregunto si alguien me lee, en especial alguno de los libros más sentidos y vividos, como el titulado Borges, autor de la Eneida. Los autores de grandes libros de éxito están acostumbrados a ver, al menos, a muchas personas con sus libros bajo el brazo, e incluso pidiéndoles firmas y dedicatorias (jamás me he sentido bien en la feria del libro, un lugar que me agobia). No creo que tenga lectores, naturalmente, pero sí alguien que haya leído algo escrito por mí. Estas lecturas ocurren en lugares desconocidos, a cargo de personas que quizá nunca veremos, y que se harán de mí una idea acaso falsa, pero que será como otro yo, efímero y paralelo. Ahora con internet podemos, sin embargo, dar con algunas de las huellas de estas lecturas. En un cándido chat de estudiantes tuve la oportunidad de leer cómo una alumna de la Complutense citaba algo del libro sobre Borges, autor de la Eneida, para luego reconocer que no lo había entendido demasiado. Me encantó su frescura y honestidad. Sin embargo, hace unos días, descubrí por casualidad otra página web argentina donde unos buenos lectores habían estado comentando el libro con mayor conocimiento de causa. Fue una grata sorpresa, un pequeño punto en la oscuridad. No soy capaz de reproducir lo que dijeron, sólo me atrevo a poner aquí la dirección web:
Me pareció hermoso, sobre todo, cómo el libro había vivido en sus lecturas. En alguna ocasión dije que no me gustaba la posición que tuve que ocupar como autor de este libro, que hubiera preferido ser también su lector. Así es, no es una impostura.
Francisco García Jurado
H.L.G.E.
1 comentario:
El lector, agazapado, siempre está ahí, da igual si muchos o pocos, en esto vale lo del Hombre Justo del Antiguo Testamento, basta con uno. Si no hubiera existido el blog jamás hubiera podido saludarte con la facilidad que lo hice, para decirte lo mucho que me gustó tu libro de Schowb y la introducción y selección de las noches áticas. Salvo las liquidaciones y las amistades, al final el escritor minoritario, osea de verdad, tiene poco contacto con sus lectores (y el mayoritario tiene demasiados lectores...)
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