Salvador Costanzo, polémico polígrafo de origen italiano, trató de aportar al panorama académico español del siglo XIX sendos manuales de literatura griega y latina que no llegaron a ser oficiales. El manual de literatura latina, que presenta un marcado e interesante tono ensayístico, ofrece reflexiones propias del autor y una interesante selección de textos con sus traducciones. Sobre su criterio de estudio, el mismo autor nos dice: “El método que hemos adoptado en este Manual no se separa del de literatura griega, y hemos juzgado las obras clásicas de la antigua Roma, ateniéndonos únicamente a nuestro criterio y nuestros estudios. Si algunos de los juicios que hemos emitido no se conforman con el gusto de los que se han educado en la escuela francesa o en la alemana, rechacen nuestra opiniones y se atengan a una u otra escuela” (Costanzo 1862: X). Dado el origen italiano del autor, hay una dedicatoria a sus compatriotas y a sus “hermanos adoptivos españoles”. En el Prólogo se hace un agradecimiento expreso a Alfredo Adolfo Camús (Costanzo 1862: IX), como ocurre en prólogos de otros manuales, y se termina con dos graciosas fabulillas dedicadas a los enemigos (Costanzo 1862: XII-XIII). El libro sigue un orden cronológico y fue uno de los que menos se adaptaron a los planes oficiales. Asimismo, se incluye un epígrafe titulado “Bibliotecas y lecturas públicas” que en algo anticipa modernas historias de la literatura, al recrear el espacio literario donde circulan las obras. Como autor católico, Constanzo se muestra contundente acerca de la cuestión de Lucrecio y el epicureísmo: “últimamente triunfó en Roma la filosofía más ruin, el epicureísmo”, y utiliza expresiones como “el lodazal del epicureísmo” (Costanzo 1862: 73 y 113). El libro de Lucrecio, en definitiva, es considerado como impío (Costanzo 1862: 127-128) y en cuanto a los aspectos biográficos el autor cree a título personal que la locura que se atribuye a Lucrecio no era más que melancolía (Costanzo 1862: 130). En lo que concierne al asunto de la decadencia de la literatura latina, hay una interesante reflexión que liga la decadencia a la falta de libertad:
“Las formas elegantes, que dan brillo á la literatura de un pais, son una consecuencia de la libertad de la palabra, porque el pensamiento puede manifestarse con gala en el solo caso en que nadie le obligue á sofocar sus propias inspiraciones, ni á revestirse con el manto de la hipocresía y la adulación” (Costanzo 1862: 320)
Como herencia de la historiografía italiana del siglo XVIII, que relaciona la decadencia con los autores hispanos, se trata el oscuro asunto de la biografía de Lucano, a quien se censura la denuncia que hizo de su madre (Costanzo 1862: 329). Sin embargo, el juicio estético sobre la Farsalia es muy favorable: “En cuanto a lo que se ha dicho respecto a la Farsalia, elogiándola, o censurando con amargura, y muy a menudo con abierta injusticia a su autor, nos parece ocioso y fuera de lugar reproducirlo en un Manual, que por su índole y naturaleza se diferencia de un tratado de retórica” (Costanzo 1862: 332). En todo caso, Costanzo (1862: 447) se opone abiertamente a la teoría de sus compatriotas del siglo XVIII de que fueran los autores hispanos quienes llevaran la decadencia a las letras latinas: “La corrupción del gusto en Roma fue la consecuencia de sus tristes vicisitudes políticas, y no la de los hombres, injustamente, pues, se atribuye a los escritores hispano-latinos, como los Sénecas, Lucano y Marcial, la culpa de haber introducido palabras inusitadas”.
Su literatura latina es, en definitiva, un pequeño libro delicioso.
Francisco García Jurado
H.L.G.E.
No hay comentarios:
Publicar un comentario