sábado, 31 de octubre de 2009

LA EXPERIENCIA DEL PÚBLICO, DIVULGAR ES VIVIR


Participar con actividades en la Semana de la Ciencia supone un negocio de "escaso beneficio", pero esto lo digo, con véis, entre comillas. He visto cómo algunos profesores "importantes" se negaban incluso a pensar en la posibilidad de hacer alguna propuesta aduciendo que ellos no iban a estar contando banalidades o haciendo de guías turísticos. No creo que sea el caso. Como en tantas cosas, la imaginación cuenta mucho a la hora de proponer actividades, y considero que es bueno, tanto para el público como para los investigadores y profesores, entrar en contacto. En este sentido, hay actividades en las que veo cómo se hacen ciertas trampas, pues las actividades son simplemente minicongresos o ciclos de conferencias cuyo público está formado por los mismos alumnos a los que se da clase cada día, convirtiendo a tales alumnos en un público cautivo y desvirtuando así lo que creo que es el espíritu de estas actividades, a saber, la gente que está fuera de la universidad. Esta semana mi correo se ha visto desbordado ante el aluvión de solicitudes a participar en la actividad "Madrid gótico y sublime". Hay personas diversas, cada una con su carácter. De un lado están los habituales a mis actividades de cada año, que esperan pacientemente con un interés verdaderamente loable. Esta año ha habido mucha gente nueva, ávida de cosas diferentes. Hay quien no tiene muy claro que quien organiza la actividad no es simplemente un "guía", y que la actividad no consiste en una mera visita a la Sacramental de San Justo. Esto no sería propio de una semana de la ciencia, sino de un paseo. Pretendemos ofrecer, de manera entretenida y sencilla, unos resultados de investigación, en concreto de una tesis doctoral que se ha ido redactando entre lugares tan distantes como Madrid y Harvard y, además, se va a exponer las claves metodológicas de un grupo de investigación dedicado a estudios historiográficos. La visita no es más que el instrumento para tales cosas, y para hacer llegar al público asistente la idea de que en las humanidades también se investiga.

Cada mes de noviembre, por tanto, constituye una pequeña aventura. He aprendido mucho con la semana de la ciencia. Requiere mucho esfuerzo, esfuerzo que a menudo no se ve ni es reconocido, pero aún así sigo ilusionado y ya piendo en las propuestas del año que viene.


Francisco García Jurado

H.L.G.E.

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