"Se ha observado que entre los ancianos que están a punto de cumplir sesenta y tres años esta edad viene marcada por penalidades, la muerte o algún tipo de desastre; y aquí también, relativo al mismo asunto, se añade el testimonio de una carta del divino Augusto a su hijo Gayo (15, 7)
Se ha observado y comprobado gracias al testimonio de muchos ancianos que a la mayoría de ellos les llega su sexagésimo tercer año de vida con peligro y alguna desgracia, como una grave enfermedad, la muerte o un mal anímico. Por ello, los que se preocupan por el estudio de estas cosas y los términos que las designan denominan a esta edad “climatérica”.
La noche anterior, mientras estaba leyendo un libro de cartas del divino Augusto, dirigidas a su nieto y luego hijo adoptivo Gayo, y me dejaba llevar, asimismo, por la elegancia de un discurso en absoluto moroso o afectado, sino, por Hércules, fácil y simple, esto mismo fue lo que encontramos acerca del año en cuestión dentro de cierta carta; he aquí el texto:
Saludos, mi querido Gayo, mi asnillo gratísimo, a quien echo de menos, a fe mía, cuando estás ausente. Y, especialmente, durante días especiales como el de hoy mis ojos buscan a mi Gayo, a quien, donde quiera que hayas estado este día, confío en que feliz y sano te hayas acordado de mi sexagésimo cuarto aniversario. Pues, como puedes ver, he logrado superar los sesenta y tres años, esa edad crítica para el común de los viejos que se llama climaterio. Ruego a los dioses que a mí, en lo que me quede de vida, me sea posible vivirlo con salud en la más absoluta prosperidad del Estado, y siendo vosotros, mis sucesores, personas de bien preparadas para asumir el relevo."
FRANCISCO GARCÍA JURADO
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