sábado, 31 de marzo de 2012

Los límites sutiles de lo falsario: Mimos de Herodas y de Schwob

Decía Aulo Gelio que había una diferencia clara entre "decir mentira" y "mentir". La diferencia está en la intención del que habla. Podemos mentir sin querer, o mentir a sabiendas. Los Mimos que compone el escritor francés Marcel Schwob a finales del siglo XIX pretenden completar los propios Mimos del poeta Herodas. Sus textos acababan de aparecer bajo las arenas del desierto. Frente a los mimos reales, los de Schwob jugaron con la ambigüedad del que miente un poco, pero no del todo (en la fotografia, una sala del Museo Gustave Moureau de París). POR FRANCISCO GARCÍA JURADO, de la Universidad Complutense.
Marcel Schwob recreó a un poeta admirador de Teócrito, Herodas ("Herondas" para él), poco después de que se hubieran descubierto y editado sus Mimos: “El poeta Herondas, que vivía en la isla de Cos bajo el buen rey Ptolomeo, envió hacia mí una delicada sombra infernal a la que había amado en este mundo. Y mi habitación se llenó de mirra, y un ligero soplo heló mi pecho. (...) Entonces envié al poeta Herondas unos mimos nuevos perfumados con el perfume de las mujeres de Cos y con el perfume de las pálidas flores del infierno y con el perfume de las hierbas suaves y salvajes de la tierra. Así lo quiso aquella delicada sombra infernal.” (Mimos, traducción de Elena del Amo, Madrid, Siruela, 1997, págs. 103-104) Los mimos que aparecen a continuación son composiciones ficticias cuya verosimilitud viene avalada por los subtítulos griegos. En este caso, se han señalado afinidades con Pierre Louÿs, que había urdido libros apócrifos de tema griego como Poesías de Meleagro y Las canciones de Bilitis, publicadas el mismo año que los Mimos. En total, se trata de veinte mimos, con títulos como “El cocinero”, “La falsa vendedora”, “La golondrina de madera”, etc. Junto a los mimos más cercanos a su modelo griego, Schwob no puede evitar desarrollar sus habituales ejercicios de sincretismo de fuentes y de conferir a algunas de las piezas un sesgo dramático:
“Mimo XIII LAS TRES CARRERAS Las higueras han dejado caer sus higos y los olivos sus aceitunas, porque algo extraño ha ocurrido en la isla de Escira. Una muchacha huía, perseguida por un muchacho. Se había levantado el bajo de la túnica y se veía el borde de sus pantalones de gasa. Mientras corría dejó caer un espejito de plata. El muchacho recogió el espejo y se miró en él. Contempló sus ojos llenos de sabiduría, amó el juicio de éstos, cesó su persecución y se sentó en la arena. Y la muchacha comenzó de nuevo a huir, perseguida por un hombre en la fuerza de la edad. Había levantado el bajo de su túnica y sus muslos eran semejantes a la carne de un fruto. En su carrera, una manzana de oro rodó de su regazo. Y el que la perseguía cogió la manzana de oro, la escondió bajo la túnica, la adoró, cesó su persecución y se sentó en la arena. Y la muchacha siguió huyendo, pero sus pasos eran menos rápidos. Porque era perseguida por un vacilante anciano. Se había bajado la túnica, y sus tobillos estaban envueltos en un tejido de muchos colores. Pero mientras corría, ocurrió ese algo extraño, porque uno después de otro se desprendieron sus senos, y cayeron al suelo como nísperos maduros. El anciano olió los dos, y la muchacha, antes de lanzarse al río que atraviesa la isla de Escira, lanzó dos gritos de horror y de pesar.” (Mimos págs. 116-117)
El mimo combina de manera genial y sutil el mito de Atalanta e Hipomenes con el mito de las tres edades del hombre, frecuentado en la pintura por autores tan esenciales como Velázquez o, ya más cercano en el tiempo a Schwob, el romántico Gaspar Friedrich. Francisco García Jurado

12 comentarios:

Anónimo dijo...

No estoy de acuerdo con que se pueda mentir sin querer. Lo que puede uno es equivocarse, errar al decir algo que cree que es cierto y no lo es. Pero para mentir hay que saber la verdad sobre aquello de lo que se habla y decir lo contrario. No se miente por error o sin querer, se miente queriendo no decir la verdad.

Francisco García Jurado dijo...

Gracias por tu comentario. En realidad,lo que dice Aulo Gelio es que se puede "decir mentira" sin pretenderlo, reservando el acto de mentir para cuando verdaderamente tenemos la intención de hacerlo. Tienes razón.

Anónimo dijo...

No veo cómo es posible "decir mentira" sin pretenderlo, sin intención. Para decir mentira, como para mentir, hay que saber que lo que se dice es falso. No entiendo qué sería "decir mentira" de forma inintencionada, salvo que cometamos el abuso de equiparar "decir mentira" a equivocarse.

Francisco García Jurado dijo...

En este caso, entre decir mentira y mentir, los clásicos establecen una diferencia neta donde subyace, en definitiva, la conciencia. Desde Aulo Gelio a San Agustín, y luego autores humanists como Pedro Mexía o el mismo Montaigne. De hecho, en latín la diferencia es más clara entre "mentiri" y "mendacium dicere", incluso con etimologías bien diferentes. Mientras "mentiri" tiene que ver con "mens mentis", "mendacium", tiene que ver con "mendax", que da palabras como "enmienda", además de "mendaz". Como aperitivo puedes leer este blog: http://lectoresaudaces.blogspot.com.es/2009/11/sobre-la-mentira-y-los-mentirosos.html

Anónimo dijo...

Gracias por las respuestas. He leído el texto enlazado, y lo que ahí explica me parece muy atinado, pero carezco de los conocimientos necesarios para saber si en aquel momento existían los términos "errar" o "equivocarse" con un significado más o menos similar al de "decir mentira" o bien establecían diferencias para preferir unos frente a otros ("decir mentira" como forma inconsciente de mentir frente a errar o equivocarse como formas de mentir por falta de conocimientos, por ejemplo). Creo que hoy en día esa diferencia atribuida a tener o no conciencia no sería válida: siempre que se miente hay conciencia de estar ocultando la verdad, hay intención de mentir. Cuando uno se equivoca no hay intención de mentira o engaño: fallará la cultura, la memoria, el conocimiento, pero no es cuestión ni de conciencia ni de intención.

Francisco García Jurado dijo...

Curiosamente, cuando hablamos, algunas veces, tras afirmar algo, decimos precipitadamente: "no, miento". La idea de "mendacium dicere", o de decir mentira, tiene que ver, naturalmente, con una sensación de error o equivocación que se hace de manera inconsciente, pero que se vuelve mentira una vez caemos en el error o en la inexactitud. Por ello, Gelio dice que la persona prudente debe evitar "decir mentira". De esta forma, "equivocarse o errar" están muy cerca de "decir mentira", pero son términos de alcance más general, no sinómimos. Reitero mi agradecimiento por el interés mostrado. Es un tema apasionante. Cuánto me gustaría que el anómimo o anónima tuviera nombre.

José Luis dijo...

El anónimo tiene nombre, pero tampoco dice nada, no es nadie importante. Me ha gustado la introducción de su comentario sobre ese "no, miento" que decimos cuando hemos afirmado demasiado precipitadamente algo de lo que hemos de retractarnos a continuación. Es, creo yo, un sinónimo de "no, perdona,me equivoco" ya que no suele desvelar a quien se miente que se le está engañando, pero sí se corrige uno mismo si ha cometido un error (salvo el "sostenella y no enmendalla" desgraciadamente tan presente en individuos de dudoso pelaje intelectual). Pero efectivamente es un bello residuo ese "no, miento" de la diferencia entre decir mentira y mentir. Y qué interesante la obra de Pedro Mexía, y qué poco se lee hoy a quien fuera un importante escritor renacentista, en contacto con Erasmo o Vives, traducido múltiples veces a todas las lenguas cultas de su época. En fin, gracias por sus respuestas, su blog y su obra. Saludos.

Francisco García Jurado dijo...

Estimado amigo José Luis:

Una mera precisión, no porque Vd. o yo no seamos "importantes" (qué relativas son estas cosas, pues es necesario, en este caso, apelar a la gramática y saber que sin un "para" el adjetivo "importante" apenas tiene sentido, dejamos por ello de tener con honestidad y orgullo nuestro nombre. Y no creo, por lo demás, ni mentir ni decir mentira tampoco sin afirmo que veo en Vd. una persona con juicio y aprecio por las cosas que merecen la pena, como la lectura de Pedro Mexía. Está a punto de aparecer en Nápoles, en la revista Athene e Roma, un trabajo mío acerca de "mentir" y "decir mentira" desde Aulo Gelio a Michel de Montaigne (lector de Pedro Mexía), y, en caso de tener interés en ello, no dude en solicitarme una separata, que se la regalaré con todo mi aprecio. Un saludo muy coridal. francisco

José Luis dijo...

Estimado D. Francisco: la verdad es que no sé cómo responder a su generosidad para con un desconocido. La única respuesta posible es darle las gracias por su ofrecimiento y facilitarle mi email para que, sin ninguna obligación por su parte, cuando publique su escrito, si lo recuerda y lo desea, me remita la separata, que leeré con gusto y con interés. Y si llegado el momento no se acuerda de hacer el envío no se preocupe ni se sienta obligado, seguro que en estas páginas nos ofrecerá alguna entrada sobre el tema. Gracias de nuevo, me siento muy honrado. Y ahora que lo pienso, ¿habría un equivalente a la diferencia decir mentira/mentir con el par decir verdad/...?¿cómo sería el otro miembro del par, si no hay un infinitivo válido? Afirmar no vale, ser veraz... no sé. También podría pensarse que nadie tendría que decir la verdad amparado en un asunto de conciencia, sin intención, como forzándose a ello. Divago. En fin, gracias de nuevo, es usted muy amable. Atentamente, José Luis (gpjoseluis2010@telefonica.net)

Francisco García Jurado dijo...

Buenos días, José Luis:
No olvidaré hacerte esta entrega cuando aparezca publicado el artículo. Me preguntas acerca de la posibilidad de un par alterno a "mentir"/"decir mentira", algo así como "aseverar"/"decir verdad". En realidad, este par no resulta tan pertinente como el relativo a la mentira, y tales acciones pueden expresarse simplemente negando las primeras. Si yo no digo mentira ya se supone que digo verdad. No obstante, San Agustín afirma que no es suficiente "decir verdad" (verum loqui) si en realidad estamos creyendo que mentimos: "En cuanto a mi modo de ver, me parece que toda mentira es pecado, mas importa mucho considerar la intención y materia de la mentira. Porque no peca del mismo modo el que miente con intención de beneficiar que quien obra así con intención de dañar; ni quien dolosamente encamina a un viajero por falso camino le perjudica tanto como el que corrompe su camino hacia la vida eterna, engañándole con mentira. No se ha de tener ciertamente por mentiroso al que dice algo falso creyendo que es verdadero; porque en cuanto de él depende, más bien que engaña, es engañado. Del mismo modo, no se ha de argüir de mentira, sino de demasiada credulidad, a aquel que tiene por verdaderas cosas falsas, creídas demasiado incautamente; más bien, por el contrario, miente, cuanto de él depende, quien afirma una verdad creyendo que es falso lo que afirma, pues en su intención, por no decir lo que siente, no dice verdad, aunque después se ponga de manifiesto ser verdad lo que dice. Y, por tanto, en modo alguno está exento de mentira el que sin darse cuenta dice verdad con la boca, pero que intencionadamente trata de engañar. (Aug. enchirid. VI 18 trad. de A. Centeno)"

José Luis dijo...

Gracias por su nueva explicación, aunque aún me surgen algunas dudas. En primer lugar, y como se desprende también del texto agustiniano, creo que afirmar que quien no dice mentira dice verdad es una suposición que, si bien es posible que hagamos a menudo, dista de ser siempre cierta: podemos decir algo falso creyendo que es verdadero,afirma San Agustín; es decir, inducimos a error sin mala intención, sin engaño ni mentira. Además, el par decir verdad/aseverar me plantea alguna duda, ya que el diccionario de la Real Academia define aseverar como "afirmar o asegurar lo que se dice",lo que nos deja en cierto limbo que permite aplicar el verbo aseverar a la afirmación que hace el demente de que él es Napoleón (el diccionario de María Moliner es bastante mejor, ya que añade las notas de certeza y efectividad de lo que se dice al realizar una aseveración). Además de eso, y sobre todo, lo que me hace interrogarme sobre el asunto es considerar la nota de intencionalidad tal y como hace usted con el par mentir/decir mentira. Por poner un ejemplo: si A me pregunta por B y le digo que estará en el lugar X, que vaya a su encuentro, pero me callo que B está con C, a quien A no puede ni ver... (que lío de ejemplo, disculpe, debería pensar más las cosas antes de ponerme a escribir). En ese ejemplo, siendo cierto que B está en X, y callándome que B está con C, ¿estoy mintiéndole a A ocultando parte de la verdad?¿la intencionalidad cuenta en algo al decir sólo parte de la verdad? Esto, por ejemplo, es importante en el ámbito jurídico, que recoge la fórmula decir la verdad, TODA la verdad y NADA MÁS que la verdad, es decir, acota y restringe lo que se puede tener por verdadero, no admitiendo como tal las "medias verdades". Bueno, debería seguir pensando sobre ese tema, es interesante. Disculpe esta entrada algo caótica, pero es culpa suya por hacerme pensar. Felix culpa. Gracias de nuevo

Francisco García Jurado dijo...

En realidad, el término "aseverar" lo puse ahí, junto a "decir verdad", apresuradamente. Lo contrario de "mentir" es "decir la verdad", pero entendemos algo bien distinto de lo que San Agustín piensa cuando escribe "verum loqui". El asunto es curioso, y nos lleva a verdaderos laberintos conceptuales que Pedro Mexía establece en su entrada sobre la mentira, ya que podemos decir mentira sin mentir y podemos decir verdad mintiendo. Qué cosas más complicadas, en efecto. Y todo esto sin entrar, como Vd. dice, en las verdades a medias. En todo caso, parece que los términos realmente relevantes en esta polémica son más bien los de mentir y decir mentira. Un saludo cordial