miércoles, 3 de septiembre de 2008

LA MÚLTIPLE TEMPORALIDAD DE UNA HISTORIA NO ACADÉMICA DE LA LITERATURA

A Vds., "happy few", capaces de entender lo que aquí cuento, y esta vez, especialmente a David Castro...

Dentro de unas dos semanas asistiré al Congreso que celebra la Sociedad Española de Literatura General y Comparada (SELGyC) en la Universidad Pompeu Fabra. Allí rendiré con mi aportación justo homenaje a uno de los maestros que más han influido en mis ideas sobre la literatura: Claudio Guillén. Precisamente, hace ahora diez años, preparé un trabajo titulado "Apuntes para una historia prohibida de la literatura latina en el siglo XX: la voz de los lectores no académicos" (García Jurado 1999a), que puede consultarse en la dirección web que aparece al final de este texto. Incurrí, es posible, en un camino peligroso al hablar de "historia". Sin embargo, el tiempo me ha revelado que no se trataba de una mera forma de hablar. Precisamente, el trabajo que ahora presento en la Pompeu Frabra se titula “La historicidad de las historias no académicas: encuentros complejos entre literaturas antiguas y modernas”, y trata de dar respuesta a la compleja cuestión de si pueden existir o no historias no académicas de la literatura. Lo cierto es que este trabajo nació al calor de una de esas raras conversaciones inteligentes que mantenemos a veces en los departamentos universitarios. Creo recordar que era una tarde de marzo, cuando la tranquilidad reina en la Facultad y hasta es posible hacer algo de calidad en ella. Al fin había logrado dar forma a un artículo en el que, no sin esfuerzo, y tras los pasos de lo ya expuesto por el profesor Gabriel Laguna, exponía las razones por las que se había configurado el concepto de “Tradición Clásica” a finales del siglo XIX y cómo se había acuñado dicho término en España. Entre otras cosas, interpreté que con este concepto se hablaba de la “Historia de la pervivencia de las literaturas antiguas en las literaturas modernas” y que, en definitiva, se trataba de un término esencialmente histórico, fruto del momento de su acuñación. Estas son algunas de las reflexiones que le expuse a mi compañero David Castro aquella tarde. Con ello llegamos a la propia idea de “Historia de la Literatura” y, en oposición a este tipo de estudio institucional, a un concepto más audaz que es el de “Historia no académica”, algo en lo que, como dije al principio, vengo trabajando desde 1998, precisamente para hablar sobre encuentros complejos entre autores antiguos y modernos. David Castro cuestionó aquella tarde de manera muy oportuna si era posible hablar “propiamente” de una Historia no académica de la literatura, o si se trataba tan sólo de una forma de hablar. Le he dado muchas vueltas a esta pregunta, y el trabajo que viene a continuación es el fruto de esas horas de reflexión. No obstante, debo decir que las claves de mi respuesta las encontré en los textos del maestro Claudio Guillén, en especial el enfoque correcto. La Historia no académica que propongo no se adecua, ciertamente, a un relato lineal, sino a lo que Guillén llamó una “múltiple temporalidad”, y es ahí, en la concepción de la literatura como sistema de elecciones, donde emana la historicidad de la Historia no académica que propongo.

La historia literaria no es un concepto apriorístico ni ajeno a la propia creación. La misma conciencia que de ella se tiene no es sólo dominio de los historiadores de la literatura, sino que puede revertir, asimismo, en los creadores. Éstos, a menudo por rechazo a tales historias, dan lugar a narraciones alternativas con respecto a sus propias herencias literarias. Pero esta nueva forma de historia no académica no es ajena a la propia historicidad de las lecturas que la sustentan, dado que nace de los mismos sistemas literarios y de su naturaleza diacrónica. Nuestro trabajo hace un reconocimiento explícito de la trascendencia que las aportaciones de Claudio Guillén a la teoría de la historia literaria (Guillén 1989 y 2005) han tenido en nuestra propuesta para el estudio de los “encuentros complejos entre literaturas antiguas y modernas” (García Jurado 1999a), reformulada luego como “historia no académica de la literatura grecolatina en las letras modernas” (García Jurado 2001-2003). Para alcanzar tal propósito revisaremos dos de los argumentos básicos que constituyen nuestro método:

-La conciencia de la historia de la literatura grecolatina en los autores modernos (García Jurado 2004). Hemos visto claras improntas de esta conciencia en autores como Pérez Galdós, Huysmans y Schwob. Estos dos últimos, por su parte, son claros precursores de la idea de una lectura no académica de la literatura grecolatina en los autores del siglo XX.

-La configuración de “modelos históricos supranacionales” a partir de determinadas lecturas modernas de la literatura grecolatina que, paradójicamente, pasan a ser parte de una tradición moderna. Es el caso de las lecturas en contra y a favor de Virgilio por parte de Huysmans y Eça de Queiroz, cuya síntesis, al cabo del tiempo, se recoge en el autor mallorquín Cristóbal Serra (García Jurado 1999b).

La historia no académica de la literatura viene definida por diversas tensiones y no supone, en todo caso, un relato lineal. Su historicidad “brota” de su propia capacidad de elección, de rechazo y de vuelta al pasado en busca de precursores. Este análisis constituye una recepción dinámica de las ideas de Claudio Guillén, abierta al futuro.


Bibliografía básica

Francisco García Jurado, "Apuntes para una historia prohibida de la Literatura Latina en el S. XX: la voz de los lectores no académicos", Contemporaneidad de los clásicos en el umbral del tercer milenio : actas del congreso internacional de los clásicos. La tradición grecolatina ante el siglo XXI (La Habana, 1 a 5 de diciembre de 1998) / coord. por María Consuelo Alvarez Morán, Rosa María Iglesias Montiel, 1999a, pags. 77-86


disponible en la dirección web


Francisco García Jurado, Encuentros complejos entre la literatura latina y las modernas: una propuesta desde el comparatismo, Madrid, Asociación española de eslavistas, 1999b
Francisco García Jurado, "Virgilio entre los modernos. Un singular capítulo de la lectura de Las Geórgicas en Joris Karl Huysmans, José María Eça de Queiroz y Cristóbal Serra (ensayo de Literatura Comparada)”, CFC (E.Lat) 16, 1999c, 45-75
Francisco García Jurado, "Melancolías y «clásicos cotidianos». Hacia una historia no académica de la literatura grecolatina en las letras modernas", Tropelías 12-14, 2001-2003, 149-177
Francisco García Jurado, “La historiografía de la literatura latina y su conciencia en los autores modernos: visiones divergentes del canon y la decadencia en Pérez Galdós y Huysmans”, Cuadernos de filología clásica: Estudios latinos, 24, 2004, 115-147
Claudio Guillén, Teorías de la historia literaria, Madrid, Espasa-Calpe, 1989
Claudio Guillén, Entre lo uno y lo diverso (ayer y hoy), Barcelona, Tusquets, 2005

Si tenéis alguna opinión sobre el texto que acabo de publicar os ruego que la pongáis en la sección de comentarios. Las tendré muy en cuenta.
Francisco García Jurado
H.L.G.E.

sábado, 30 de agosto de 2008

EDICIONES RETROSPECTIVAS: LA RECUPERACIÓN DEL PASADO PATRIO

Estos días estoy corrigiendo la Tesis de Máster de Salomé Blanco, que prepara un trabajo interesante sobre las traducciones de Plauto y Terencio en España, particularmente las publicadas en el siglo XIX. Resulta interesante observar cómo se vuelve a publicar la antigua traducción humanista de Terencio hecha por Pedro Simón Abril, algo que un siglo antes ya había hecho Gregorio Mayáns. Es un caso parecido a lo que el propio Mayáns hace con Virgilio, y que ahora voy a relatar brevemente a partir de un ejemplar determinado.

En abril de 2007 adquirí para fines de investigación un ejemplar antiguo de la Vida de Virgilio, de Mayáns. Se trata de una segunda edición, póstuma, reeditada diecisiete años después de la primera. El hecho de que se tratara, precisamente, de una segunda edición me brindó un documento inesperado, en concreto una carta prologal del hermano de Gregorio, Juan Antonio Mayáns, de gran interés, dado que hace explícitas las intenciones de la obra:

“Los siglos decimo quinto, i decimo sexto han sido los mas floridos en virtud, letras i armas de la Nacion Española; pero como los sucessos del mundo estan en un continuo trassiego, se siguio algun descaecimiento, procedido en gran parte de no conocer el precio de las cosas proprias, i estimar sin discernimiento las agenas. De donde ha nacido, que se han hecho raras muchas obras nuestras, que devieran andar en manos de todos, i servir de modelos, para escrivir con solidez, i elegancia. Nuestra Nacion sería indubitablemente mas sábia, i nuestro lenguage tendría toda la magestad, i harmonía, que le son proprias, si los excelentes escritos de nuestros antepassados fueran mas leïdos: porque demás de la gran dotrina, que en sí contienen, i con que se han enriquecido los estrangeros; nos enseñarían tambien a meditar, i ser originales, i como si fueran nativos los nuevos, i solidos pensamientos que en ellos encontramos. Por eso son mui benemeritos de la Patria, i digníssimos de todo elogio los que se dedican a reimprimir, i hacer comunes tales obras. (...) Para contribuir yo de algun modo al deseo de U.E. de conservar el esplendor del lenguage que tanto ennoblece a nuestra Nacion, i hacer familiar a la juventud estudiosa el Poeta Romano, he pensado repetir la Edicion que veinte años atrás dio a la luz pública mi hermano. Merecen elogio particular cada una de las Traduciones que aquí se imprimen; mas entre todas se distinguen las que hizo en prossa Frai Luis de Leon, por no aver escrito, que contenga tantos, tan proprios, i elegantes modismos de nuestro Idioma, enseñando al mismo tiempo las correspondencias Latinas, bien dificiles de atinar (...)” (J. A. Mayáns, “Al Exc.mo Señor D. Eugenio de Llaguno, Amirola, i Ugalde”, en Vida de Virgilio, pp. III-VII)

Entre otros posibles comentarios que pueden hacerse sobre este interesante texto justificativo, debe destacarse el valor que se da a lo “propio” de la tradición hispana frente a lo “ajeno”, idea unida a una revitalización del pasado patrio que es la que legitima la reimpresión de libros de los siglos anteriores. Ya en lo que atañe a Virgilio, se señala el interés por “hacer familiar a la juventud estudiosa el Poeta Romano” mediante la reimpresión de las mejores traducciones al castellano. Así las cosas, la Vida de Virgilio estaba destinada a acompañar a unos Opera Omnia del poeta latino que contenían, además del texto original en latín, una cuidada selección de traducciones hispanas, en particular debidas a Fray Luis de León, Hernández de Velasco y Juan de Guzmán, todos ellos autores del siglo XVI. El hecho de que la Vida de Virgilio pueda aparecer con su propia paginación hace posible su publicación independiente o junto a una o varias traducciones virgilianas. Este es un fenómeno normal en la edición del siglo XVIII, dado que el pergamino permite un tipo de encuadernación abierta que no tiene que ver con nuestros modernos conceptos de encuadernación editorial. Nuestro ejemplar en cuestión, encuadernado en pergamino de la época, ofrece juntas la Vida de Mayáns y, abriendo el volumen, la traducción de Las Geórgicas de Publio Virgilio Maron, en versión de Juan de Guzmán[1], según la edición de Salamanca de 1586, como queda expresado en la misma portada:

LAS GEORGICAS
DE PUBLIO VIRGILIO MARON,
PRINCIPE DE LOS POETAS LATINOS,
NUEVAMENTE TRADUCIDAS
EN NUESTRA LENGUA CASTELLANA
EN VERSO SUELTO,
CON MUCHAS NOTACIONES
QUE SIRVEN EN LUGAR DE COMENTO,
POR JUAN DE GUZMAN,
Catedrático de la Villa de Ponte-Vedra,
en el Reyno de Galicia.

En Salamanca en Casa de Juan Fernandez
Año 1586.
TOMO II

EN VALENCIA
EN LA OFICINA DE LOS HERMANOS DE ORGA
AÑO M.DCC.XCV.
CON LAS LICENCIAS NECESARIAS.

Se trata de un Tomo II, que sigue a otro con los Opera Omnia virgilianos y la vida de Claudio Donato. Si observamos bien esta nueva portada, observamos que aparecen dos fechas: primero la fecha de la primera edición (1586), con la ciudad y el editor, y luego la fecha de la nueva edición con el impresor actual. La constatación conjunta de la reedición moderna y la de la antigua edición de finales del XVI tiene un gran valor testimonial. Es ahí, precisamente, donde podemos ver cómo una idea, un planteamiento, ha dejado plasmada su huella precisa en un objeto material. La traducción que Juan de Guzmán hace de Virgilio es notable porque forma parte de la propia historia de las versiones de Virgilio al castellano trazada por Mayáns en su segunda parte de la Vida. Que ya en la misma portada se haga notar que no se trata de una traducción actual, sino de una traducción histórica, supone el reconocimiento explícito de un interés por la propia Tradición Literaria, en particular por la tradición de las traducciones virgilianas al castellano. Ya en el siglo XVII Nicolás Antonio había recogido en su Bibliotheca Hispana Nova esta obra de Juan de Guzmán, humanista y discípulo de El Brocense[2]. Entre Nicolás Antonio y Mayáns se da ese sutil paso que va del interés meramente bibliográfico a la valoración histórica, pues la traducción de Juan de Guzmán supone algo más que un mero dato, se vuelve acontecimiento historiográfico dentro del estudio de las traducciones de Virgilio a la lengua castellana. La cuestión tiene mucho mayor alcance del que pudiera parecer a simple vista.
Francisco García Jurado
H.L.G.E.

[1] Palau VIII, 158935 dice al respecto: “Esta vida se halla a continuación de las Geórgicas de Virgilio, traducidas por Juan de Guzmán, Valencia, 1795, y también corre suelta. 15 pts. 1936”.
[2] Así lo vemos en Nicolás Antonio, Bibliotheca Hispana Nova. Tomus Primus, Visor, Madrid 1996 (edición facsímil de Viuda y herederos de Joaquín Ibarra, Madrid 1788), p. 709, que presenta a Guzmán como “Latinis literis & rhetorica arte instructus apud Franciscum Sancium Brocensem”. Al final del artículo cita su traducción: “vertit item in sermonem vernaculum: Las Georgicas de Virgilio y decima Egloga. Salmanticae apud Joannem Fernandez 1586. in 12”.

miércoles, 20 de agosto de 2008

LOS NEOCATÓLICOS CONTRA EL MAESTRO CAMÚS


María José, en las pesquisas continuas que hace acerca de los documentos de la Hemeroteca Nacional, ahora disponibles en internet, está encontrando verdaderas joyas para continuar indagando en la biografía de alguno de los profesores que ya venimos estudiando, como Lázaro Bardón o Alfredo Adolfo Camús. Precisamente, sobre este autor publiqué en nuestra monografía de Analecta Malacitana y también en la revista Estudios Clásicos un trabajo relativo a la difusión de las ideas de abate Gaume en España por parte de los llamados Neo-católicos. Camús era un hombre profundamente cristiano, pero mucho más cercano a los presupuestos de Erasmo que a los de San Ignacio. Esto le valió duras críticas por su difusión de las ideas del Humanismo Renacentista. El libro de Gaume es difícil de encontrar en España. Quizá fue más difundido por el boca a boca que por medio de la lectura directa. En todo caso, las ideas de Gaume, contrarias a la enseñanza de los clásicos grecolatinos (por creerlas difusoras de los males del mundo moderno, tales como el "comunismo" o el "divorcio") se hicieron fuertes en España. He aquí un texto en defensa de Camús:

Publicado en LA IBERIA el 19 de octubre de 1862

"La guerra encarnizada que hacen los neo-católicos a la enseñanza universitaria, y que ya se personaliza completamente, ha inspirado a nuestro apreciable colega La Discusión un elocuente, erudito y sentido artículo en que después de hacer notar que esta guerra contra la Universidad es implacable; que un día se censura la ciencia moderna, en Sanz del Río; otro día las expansiones de un corazón liberal, en Núñez Arenas; otro día el amor a las letras clásicas, eterno modelo de buen gusto, en Camus, y siempre la ciencia, porque mientras se oiga una voz independiente, no será posible educar una juventud que ahogue las conquistas del siglo y nos vuelva a los tiempos de los realistas, en que se abrían las escuelas de tauromaquia, y una Universidad felicitaba al Rey por haber tenido la dicha de concluir con la fatal manía de pensar; y después de probar que el proceder que se sigue para estas acusaciones es completamente inquisitorial y jesuítico, pues se cree en ellas que los periodistas neos que acusan a los catedráticos no les han oído esplicar (sic), sino que los juzgan por conjeturas, demuestran la falta de fundamento de los ataques neocatólicos al señor Camus, fundados en las ridiculeces del abate Gaume, a quien para ser una autoridad, solo faltan dos cosas, a saber: instrucción y talento. Nosotros, discípulos del señor Camus, amigos y admiradores suyos como el articulista del diario democrático, no gastaremos el tiempo en defender al erudito catedrático de la Universidad central, de ataques que le honran. Solo diremos a los que observen los ataques que le dirijen (sic) los neos, repitiendo una observación muy antigua: "los perros no ladran sino á las ruedas que giran".


Francisco García Jurado

H.L.G.E.

domingo, 17 de agosto de 2008

PROYECTO PARA UNA EXPOSICIÓN BIBLIOGRÁFICA



En algún momento hemos acariciado la posibilidad de organizar una exposición bibliográfica sóbre libros dedicados a los estudios clásicos durante la llamada "Edad de Plata de la Cultura Española". Como ya dije en una ocasión anterior, se trata de un patrimonio olvidado, salvo excepciones (como algunas traducciones ilustres), y una vez se comienza a estudiar se puede apreciar la variedad que presenta y los diversos aspectos de la vida cultural con que se relaciona. El video que abre este blog es, simplemente, un tímido ejemplo de lo que podría ser esta exposición. Hemos hecho una selección pequeña, aunque significativa, tratando de resaltar algunas relaciones interesantes con el mundo editorial. Espero que os guste.

El vídeo también esta en youtube http://es.youtube.com/watch?v=_J-3nsjV3ME

Francisco García Jurado

María José Barrios Castro

H.L.G.E.

viernes, 15 de agosto de 2008

ANA EN HARVARD -suplemento-

Como complemento al texto de Ana, os paso también las tres fotos a las que ella alude en el blog y que no aparecen allí, a saber, dos (las primera y segunda) de la Biblioteca Widener y una (la tercera) del departamento de Clásicas:





ANA EN HARVARD

Ana lleva ya unos días en la Universidad de Harvard con el propósito real de terminar su tesis o tenerla liquidada para cuando vuelva. Le pedía que nos hiciera un pequeño reportaje de su estancia allí, incluyendo algunas fotos, y esto es lo que hoy os ofrezco. Pasamos, pues, el texto de Ana:

"Bueno, ya estoy más asentada en mi nuevo hogar (para los dos próximos meses), y ya me estoy haciendo a la vida harvardiana. Por aquí, todo precioso, muy colonial, como podrás imaginarte. Académicamente, todo es comodísimo: tengo mi despacho, mi tarjeta de Harvard para acceder a la inmensa biblioteca, mis llaves para poder salir y entrar del campus y del despacho a cualquier hora del día y de la noche… En fin, que esto está hecho para trabajar de verdad. Por otra parte, ya me he dado un paseo por el “Harvard Yard” que es realmente “awesome”, como dicen aquí. En medio del campus, la estatua de John Harvard (fundador, 1638) con el zapato desgastado (la tradición es tocar el zapato para que dé suerte; véase la foto). La gracia del tema es que Harvard no se fundó en 1638, sino en 1636, que John Harvard no es su fundador, y que el señor de la estatua tampoco es John Harvard, sino un modelo cualquiera. Irónicamente, el lema de la universidad es “veritas” (je, je!). La biblioteca, la Widener, es enorme (también envío una foto). Debe su nombre a un bibliófilo, ex-alumno de Harvard, que se ahogó en el Titanic por ir a buscar un libro a su camarote (como me comentaban unos estudiantes: está claro que Harvard te enseña muchas cosas, pero entre ellas no está el sentido común). La biblioteca ya parece inmensa desde fuera, pero tiene también cinco pisos subterráneos. El departamento de clásicas (otra foto) es de una arquitectura más moderna (irónicamente, de nuevo), pero también resulta bonito. El resto de Cambridge, como digo, muy colonial, con las casas de madera de tres pisos y sus tejados de dos aguas. Por último, Boston también me encanta. En ella se mezcla la historia con la modernidad. Es un lugar clave para la independencia de los EEUU, el camino a la democracia, etc., etc., y, como buenos americanos (y businessmen), lo han sabido explotar. En cuanto a los alrededores de Boston y Cambridge, pues ya te iré contando. Quiero visitar Salem (trabajo de campo para mi tesis, no por ocio, claro J), Nueva York, quizá Baltimore (clave para el estudio de Poe, of course)… Pero sólo los fines de semana, y después de un duro trabajo durante los días laborales, lo prometo."

Ana González-Rivas Fernández

H.L.G.E.

miércoles, 13 de agosto de 2008

ORTEGA Y LA GRAMÁTICA LATINA DE CEJADOR (SEGUNDA Y ÚLTIMA PARTE)


Vuelvo al texto de Ortega sobre la Gramática Latina de Cejador cuya primera parte ofrecí el otro día. Habíamos dejado al pensador disertando sobre conceptos tan complejos como los de "civilización" y "cultura":

"Paralelamente a este olvido de lo cultural se ha mostrado un gran desdén hacia lo clásico: es muy frecuente entre nosotros la creencia de que a la palabra "clasicismo" no corresponde realidad alguna, y que es apta, a lo sumo, para fáciles ampliaciones de una retórica extemporánea. Y, sin embargo, yo pienso que tras ese vocablo alienta místicamente la realidad más granada y plenaria, pues tengo a lo clásico no solo por el embrión de la cultura, sino por el sentido perenne de ella. Si no temiera tanto parecer oscuro -¡Dios me libre de ello, luciferina Ática!- me expresaría de este modo: sólo traslaticiamente puede hablarse de cultura del campo: cultura vale en propiedad como cultura del hombre, y significa eleboración y henchimiento progresivo de lo específicamente humano. Si no se puede apreciar la progresión, la palabra cultura no tiene sentido, y no se puede apreciar aquella si no se supone una dirección, si no se tira una línea guión sobre la que luego hayan de marcarse los grados del avance. Aquí está -creo yo- el problema entero de la metodología histórica, de la historia como ciencia, cuya solución ha encomendado el Demiurgo a este oscuro siglo que va naciendo entre nosotros. Porque es menester clamar tan alto que nos oigan los sociólogos sordos -¡sociología, cuánta barbarie se ha condensado en esta palabra, luciferina Grecia!- es menester clamar que no existen hechos históricos, sino una larga pesadilla de sucesos grisientos e insignificantes donde pone la cronología un ritmo monótono de telar. El mero tamizar aquella pesadilla, para escoger de ella algunos acontecimientos más claros que llamamos representativos y que ungimos con el privilegio de los hechos históricos, es imposible sin esa línea soberana que da un sentido y una afirmación a la cultura. Y no se diga que bastaría una línea simbólica de un progreso en civilización, pues esta es solo instrumento de la cultura, y el progreso en civilización supondrá siempre al cabo la hipótesis de un progreso en cultura con que sopesar los quilates de aquel.

Esa línea magnífica que orienta la historia y pone en ristre los siglos hacia un ideal porvenir necesita, como toda línea, de dos puntos para ser determinada: y el uno, el de oriundez, está en Grecia, donde el hombre nació, y el otro, el de fenecimiento, está en lo infinito, donde el hombre impondrá la urna de su corazón cocida en un horno de Grecia por un alfarero socrático. En la danza general de la vda inserta el clasicismo un gesto de dignidad, gracias al cual aquella danza burlesca se ordena en majestuosa teoría humana.

Clasicismo solo hay uno, clasicismo griego, y los renacimientos serán siempre, forzosamente, un volver a nacer de Grecia, un volver a abrevarse en la energía perenne de las ruinas helénicas, "más perennes que el bronce". Y cuando hoy se habla de un renacimiento sobre el indianismo, se comete cierto abuso indelicado con las palabras, aun cuando por mi parte siento grave respeto hacia el sánscrito, que es el lenguaje con que hablan los sabios elefantes en el junco.

Quisiera escribir corto para que los lectores no se quejaran de mí: y así, al encontrarme en el fin de estas cuartillas, lamento la incontinencia de mi pluma, que sin haber hecho otra cosa que iniciar la cuestión del clasicismo deja intacta la cuestión del humanismo, objeto principal de ellas. Pero era necesario: el humanismo es solo una función del clasicismo. Para indicar lo que en aquel más nos importa a los españoles, bastaría decir: si el clasicismo es el sentido íntimo de la cultura, es el humanismo greco-latino el clasicismo de las "formas" de la cultura, y muy especialmente de las "formas" mediterráneas de la cultura. Estoy convencido de aque las artes españolas serán y deberán ser siempre realistas. Mas por lo mismo, solo manteniendo constantemente ante los ojos las pautas y las normas de las humanidades evitaremos que nuestro realismo caiga en lo chabacano y se arregoste en menesteres infrahumanos. No fue el azar quien inventó el nombre de "humanidades".

De todo ello hablaré otro día: hoy quería solo mentar la obrilla nueva de mi maestro y mi amigo don Julio Cejador, el cual publicó hace unos siete años una Gramática griega, según el método histórico-comparado; hace seis la Introducción a su obra capital El Lenguaje; hace cinco Los Gérmenes del Lenguaje; hace tres La Embriogenia del Lenguaje; hace dos la Gramática del Quijote; hace uno el Diccionario del Quijote; hace dos meses un tomo de ensayos sobre cuestiones filológicas y lingüísticas. Luego de grandes afanes, alcanzó el señor Cejador una cátedra de latín en el Instituto de Palencia. Y ahí está enseñando pretéritos y supinos a unos angelitos celtíberos.

Sin perder compás y buen ánimo, el señor Cejador, que aprendió en las lucha jacobinas con los problemas científicos la clásica virtud de la modestia irónica, ha compuesto un lindísimo arte latino, tan lindo, tan fresco y tan sencillo, que parece un idilio pedagógico. La gramática, el tinglado inorgánico de reglas, expeciones, etc., todo el artefacto enredoso de la pedagogía jesuítica desaparece diluido en una conversación. Porque el Nuevo Método se compone de dos libros: el libro de clase y el libro de casa, y ambos libros se hablan y el diálogo de ambos libros es lo que se me antoja un idilio didáctico, casi tan bello como el otro idilio que os he traído a la memoria de Pan y Siringa."
José Ortega y Gasset