martes, 22 de julio de 2008

PLACAS ILUSTRES Y TURISMO V: LHOMOND EN PARÍS



Y yo me pregunto: ¿qué rótulo puede ser más ilustre que éste que aquí veis, pura exaltación latina del vino? Mi primer bourdeos lo tomé en París, en un restaurante francés a la orilla del Sena, recomendado por la Guía del Trotamundos. Pero no voy a hablar de eso. Lo que me interesa hoy es esta tienda de vinos que está en el Barrio Latino, en una de sus calles más famosas, La llamada Calle de la Montaña de Santa Genoveva. Fue aquel lugar donde los estudiantes no se distinguían en nada de los goliardos, e hicieron allí durante la Edad Media su reino y señorío. Es el París de Villón y de Abelardo. La calle conserva aún, en alguno de sus rincones, el encanto medieval, pero hoy no es más una cuesta que nos lleva nada menos que hasta el magnífico Panteón. Dice Ernst Robert Curtius que en el siglo XIX el barrio universitario de París todavía dejaba percibir su aroma latino. No en vano, un sabio profesor llamado Lhomond escribió por aquel entonces un pequeño libro que llegó a ser de lectura obligada en la enseñanza del latín. Su titulo, que tanto recuerda al historiador Cornelio Nepote, es DE VIRIS ILLUSTRIBVS VRBIS ROMAE, y todavía es relativamente fácil encontrarlo en librerías de viejo (hay en mi biblioteca una edición de 1891).

Sin sentirme una persona corporativa, a veces siento pena al ver qué pocas ocasiones de gozo intelectual brinda ya el latín a los estudiantes de ahora. Este libro de Lhomond, extractado, fue una de mis primeras lecturas en la lengua de Virgilio, y me sirvió de llave, como a los viejos humanistas, para conocer un mundo nuevo.


En todo caso, cerca de esta Montaña de Santa Genoveva hay otra calle dedicada Lhomond, el autor de DE VIRIS ILLVSTRIBVS, y ya veis que en la propia calle de que os hablo alguien ha tenido la humorada de llamar a su enoteca DE VINIS ILLVSTRIBVS, en un latín perfecto (no como esos restaurantes que ahora afloran junto al Carrefour y que se llaman NOSTRUS).

Celebremos con una buena copa de vino a nuestros amigos franceses, el latinista Lhomond, el sabio Montaigne (ante quien oré en la Rue des Écoles) y el poeta Ausonio.
Francisco García Jurado
H.L.G.E.

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