martes, 8 de diciembre de 2009

APUNTES PARA UNA HISTORIA NO ACADÉMICA DE LA LITERATURA

La idea de escribir una historia no académica de la literatura grecolatina en las letras modernas me lleva rondando, más bien obsesionando, desde hace años. Y el tiempo no pasa en vano, pues he ido acostumbrándome a su diferente naturaleza, tan diferente de las historias oficiales de la literatura, y poco a poco va adquiriendo forma. Sus tensiones, su articulación en torno a las ideas del autor/libro, los textos/citas, los comentarios/críticas o las relecturas modernas de los antiguos géneros. Todo ello crea al fin el mapa general de un sinfín de relaciones literarias que desafían al tiempo. Me apetece esta noche ensayar tan sólo una de las modalidades que he encontrado en la indagación incansable de lecturas distintas. Me refiero en concreto a la idea del AUTOR SIN OBRA. En un reciente trabajo que hemos publicado María José Barrios y yo acerca de la estética del cuento latino en Marcel Schwob y Leopoldo Alas Clarín, observamos fascinados cómo ambos autores desarrollaban aspectos distintos de esta singular idea. En principio, que un autor no tenga obra es una circunstancia que se nos antoja extrema. Caben diferentes posibilidades: que el autor todavía no la haya escrito (o no pretenda, ni tan siquiera, escribirla, como Sócrates), o que su obra se haya perdido para siempre. El poeta Lucrecio, según la vida imaginaria que de él traza Schwob, es un autor sin obra en la ficción, ya que llega a concebir su poema sobre la Naturaleza de las cosas precisamente antes de morir y comprender las causas últimas del amor y la muerte. El poeta Vario, según nos lo presenta Clarín, es un poeta que ve cómo su obra terminará perdiéndonse, devorada por las castástrofes y el tiempo. El autor sin obra es una suerte de desafío, incluso más poderoso que el de la obra sin autor. Las obras anóminas son también terribles, pues nos impiden imaginar, tras un nombre que a veces no es más que una máscara, la figura de quién las compuso, pues este ejercicio imaginativo es algo que a los lectores nos encanta hacer. Borges habló en cierta ocasión de la posibilidad de una literatura sin autores. Esto daría lugar a una literatura ciega, pero también a una dimensión claramente democrática de la literatura, donde no habría propiedades intelectuales ni tampoco préstamos indebidos, pues todo sería de todos. Estos planteamientos son, entre otros, los que nos ofrece la inacabable historia no académica de la literatura. La representación de los autores, de sus biografías y sus voces, también es una forma de lectura, sobre todo de representación de esa lectura. Lucrecio murió, de forma significativa, tras leer los textos de Epicuro. Para la ficción de Schwob, Lucrecio fue, ante todo, lector, en particular lector de Epicuro. Leer es una forma significativa de imaginar al autor, a veces de dialogar con él, incluso de suplantarlo.



Francisco García Jurado
H.L.G.E.

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