domingo, 3 de enero de 2010
LAS HISTORIAS LITERARIAS, ENTRE LA ILUSTRACIÓN Y EL LIBERALISMO
Hace ya unos días dediqué unos de estos blogs a las historias literarias durante la Ilustración. Ahora corresponde que veamos qué ocurrió durante los años de cambio, difíciles y complejos, que nos llevan a los nuevos presupuestos liberales. Este es el sucinto relato de los hechos.
Las materias históricas, patrimonio del pensamiento ilustrado, sufren una notable merma desde 1808 hasta 1833, cuando el ideario liberal, en buena medida heredero de esa Ilustración frustrada, vuelva a asumirlas. En lo que a la enseñanza de la Literatura Latina respecta, cabe hacer una neta diferenciación entre la enseñanza tradicional del Latín asumida durante la época de Fernando VII y el planteamiento novedoso de la Historia de la Literatura Latina, que no volverá al panorama educativo hasta el regreso de los liberales al poder. Asimismo, mientras la enseñanza del Latín se desarrolla desde una perspectiva dominada aún por la estética del clasicismo, la nueva asignatura de orientación histórica tendrá ya claramente unos presupuestos románticos, como veremos en el apartado siguiente. Este reparto no implica, naturalmente, una asociación simplista de la enseñanza del Latín con el absolutismo. De hecho, aquel momento nos ofrece algunos excelentes latinistas identificados con el propio movimiento liberal, como José Marchena, que a finales del siglo XVIII había compuesto el Fragmentum Petronii, o Sánchez Barbero, cuya retórica rescata unos años después Alfredo Adolfo Camús, ya en tiempos de Isabel II. Estos latinistas representan, de hecho, con su condición de exiliados, una de las más conocidas discontinuidades históricas, la del exilio. Fuera de España se están publicando historiografía hispana. Además de la conceptualización como tal de una Historia de la Literatura Latina por parte de Wolf en 1787, tenemos a Madame de Staël y el asunto de la relación entre literatura y sociedad. José Carlos Mainer ha encontrado ideas propias de Madame de Stäel en discretos manuales españoles de la primera mitad del XIX, como las Lecciones elementales de Literatura aplicadas
especialmente a la castellana del preceptista de latinidad Luis de Mata y Araujo (1839). En los años 20 del nuevo siglo Friedrich Schlegel dicta unas importantes conferencias que van a fructificar en el libro titulado Geschichte der alten und neuen Literatur (1825), donde en buena medida se marcan las directrices
de lo que se va a llamar la «historia filosófica», es decir, romántica, de la literatura, y donde se colocan al mismo nivel las literaturas clásicas y las modernas. Al igual que ocurrió en los países europeos, el libro tendrá una gran influencia en España, una vez se traduzca al castellano en la fecha clave de 1843, precisamente un año antes de la publicación del manual de Literatura Española de Gil de Zárate y tres años antes del de Literatura Latina de Terradillos. De otro exiliado afincado en Londres, Alcalá Galiano, tenemos un interesante panorama de la Literatura Española de su tiempo, compuesto en 1834, donde puede verse fácilmente el paso a una nueva estética. Este tiempo es interesante, además de por el éxodo liberal, porque son años en los que se están formando los profesores que vendrán a ocupar las cátedras de las nuevas universidades, como las de la Central de Madrid. Si bien se interrumpe el relato historiográfico de la Literatura Latina, no por ello dejan de prepararse los presupuestos humanos e ideológicos de la nueva etapa, el liberalismo moderado del nuevo período isabelino.
FRANCISCO GARCÍA JURADO
H.L.G.E.
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