sábado, 18 de diciembre de 2010

EL GÓLEM DE GUSTAV MEYRINK Y EL ANFITRIÓN DE PLAUTO. TERCERA PARTE: EL NOMBRE Y EL DISFRAZ

Seguimos con nuestro repaso de la obra de Plauto y la de Meyrink en torno al tema del doble. Vamos a entrar hoy en el análisis de dos rasgos muy pertinentes, como son el nombre de los personajes y el uso del vestido. Una imagen de Praga, la ciudad del Gólem, sirve para ilustrar esta nueva entrega. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO. HLGE
La pertinente distinción dentro de las parejas de dobles entre uno verdadero y otro falso permite cuestionar la naturaleza de éste último, bien como "otro yo", o como mero reflejo de la conciencia. Este aspecto puede encontrarse explícitamente expuesto en la novela de Meyrink:

"Usted me dirá que otros se encontraron también a sí mismos, por ejemplo Goethe, quienes en un puente, o en cualquier otro escalón, que lleva desde una orilla a otra, se miraron a sí mismos a los ojos y no se volvieron locos. Pero en esos casos sólo se trataba de un reflejo de la propia conciencia y no del verdadero doble." (p.118).
"Schon so mancher, werden Sie sagen, ist sich selbst begegnet, z.B.Goethe, gewöhnlich auf einer Brücke, oder sonst einem Steig, der von einem Ufer eines Flusses zum andern führt, -hat sich selbst ins Auge geblickt und ist nicht wahnsinning geworden. Aber dann war's eben nur eine Spiegelung des eigenen Bewusstseins und nicht der wahre Doppelgänger (...)" (p.122)

La impresión de que el doble ("Doppelgänger") es un reflejo del mismo yo puede verse en la alternativa léxica del alemán "reflejo de la imagen" ("Spiegelbild" ). Esta impresión universal del doble como reflejo es común tanto para Plauto

"Cierto, por Pólux, que cuando me fijo en él y reconozco mi figura tal como soy -me he mirado muchas veces al espejo- es demasiado semejante de mí". Citamos el texto latino por la edición de W.M.Lindsay (Oxford Classical Texts). Para la traducción, reproducimos la de B.García Hernández (Plauto, Comedias [Anfitrión, Las Báquides, Los Menecmos], Madrid, Akal, 1993)."
certe edepol, quom illum contemplo et formam cognosco meam, / quem ad modum ego sum -saepe in speculum inspexi-, nimi' similest atque ego; ([Pl.Amph.441-2])

como para Meyrink

"Me siento como si me viera en un espejo, tan parecido es su rostro al mío" (p.278).
"Mir ist, als sähe ich mich im Spiegel, so ähnlich ist sein Gesicht dem meiningen" [p.299].

Bien sea “otro yo” o un mero reflejo, hay dos aspectos en apariencia muy simples que definen al doble, como son la imposición de un nombre y su relación con el disfraz:

a) La privación o imposición de un nombre. La importancia del nombre para articular la estructura del doble es un aspecto común y muy llamativo en una y otra obra, pues la privación o imposición de aquél es fundamental para determinar la identidad de la persona (tuam formam apstulit cum nomine [Amph.600]). Así, Sosia se ve despojado de su propio nombre e identidad cuando se lo arrebata el dios Mercurio:

"ME. ¿De quién eres? SO. Te digo que soy Sosia, el de Anfitrión. ME. Pues bien, tanto mayor paliza recibirás por mentiroso. Yo soy Sosia, no tú."
ME. quoius es? SO. Amphitruonis, inquam, Sosia. ME. ergo istoc magis, / quia uaniloquo's, uapulabis: ego sum, non tu, Sosia. (Amph.378-379)

Inversamente, en Der Golem no se le quita el nombre al protagonista, sino que se le impone otro:

"De repente, estoy sentado otra vez sin sombrero y sin abrigo, junto a la mesa. Y soy yo. Yo, yo. Athanasius Pernath." (p.28).
"Da plötzlich sitze ich wieder ohne Hut, ohne Mantel, am Tischeund bin ich. Ich, ich. Athanasius Pernath." (p.20)

b) El disfraz. Puede parecer sorprendente, en principio, que las metamorfosis de Júpiter y Mercurio no sean otra cosa que un simple cambio de vestido :

"me convierto en Anfitrión y cambio mi atuendo".
IV. (...) Amphitruo fio et uestitum immuto meum (Amph.866)
"tiene el mismo sombrero y atuendo; tan parecido es a mí;"
SO. (...) itidem habet petasum ac uestitum: tam consimilest atque ego; (Amph.443)

Esta relación tan evidente que vemos en la comedia de Plauto, casi a caballo entre un universal antropológico y una convención teatral, se ve extraordinariamente desarrollada en la novela de Meyrink. La relación entre el atuendo y la transformación es en este caso muy compleja. Nos parece muy interesante el momento de la transformación del narrador en el Golem:

"Mi mirada se posó entonces sobre los harapos del rincón, me arrojé sobre ellos y me los eché con las manos vacilantes sobre mis ropas.
Era un traje desgastado, de un paño grueso y oscuro con un corte extraño, anticuadísimo.
Olía a moho (...).
Estuve allí, encogido, inmóvil, durante horas y horas -en mi rincón, como un esqueleto helado y rígido envuelto en ropas extrañas y mohosas- y él también, allí mismo: mi propio yo.
Mudo e inmóvil.
Así nos estuvimos mirando a los ojos: uno el horrible reflejo del otro." (pp.105 y 107).
"Da fiel mein Blick auf die Lumpen in der Ecke, und ich stürzte daraut zu und zog sie mit schlotternden Händen über meine Kleider.
Es war ein zerschlissener Anzug aus dickem, dunklem Tuch von uraltmodischem, seltsamem Schnitt.
Ein Geruch nach Moder ging von ihm aus. (...)
Stunde und Stunden kauerte ich da - unbeweglich - in meinem Winkel, ein frosterstarrtes Gerippe in fremden, modrigen Kleidern! - Und er drüben: ich selbst.
Stumm und regungslos.
So starrten wir uns in die Augen -- einer das grässliche Spiegelbild des andern." (pp.108 y 110)

Aquí podemos encontrar la dimensión esotérica de los harapos como heridas del alma, así como la clara función del vestido convertido en disfraz, que convierte al que lo lleva en otro. Hay, por lo demás, una estrecha relación entre la voluntad y lo que se lleva puesto:

"Tenía la intención de agarrar mi abrigo y mi sombrero e ir a comer a la pequeña tarberna Zum alten Ungelt donde se reunían todas las noches, hasta muy tarde, Zwakh, Vrieslander y Prokop y se contaban unos a otros locas historias; pero apenas entré en mi habitación se me fue la intención: como si unas manos invisibles me hubieran arrancado un paño o algo que llevara sobre el cuerpo." (p.146).
"Ich hatte die Absicht, mir Mantel und Stock zu holen und in die kleine Wirtsstube «Zum alten Ungelt» essen zu gehen, wo allabendlich Zwakh, Vrieslander und Prokop bisspät indie Nact beisammensassen und einander verrückte Geschichten erzählten; aber kaum betrat ich mein Zimmer, da fiel der Vorsatz von mir ab, - wie wenn mir Hände ein Tuch oder sonst etwas, was ich am Leibe getragen, abgerissen hätten." (p.152)

El texto anterior nos da idea, por lo demás, de la importancia específica que tiene la prenda de la cabeza, como sede de la inteligencia, y a la que ya nos hemos referido cuando hablábamos de Hércules y Atlante. La prenda de la cabeza es también muy significativa en la obra de Plauto, pues el pétaso, o el gorro de viaje que llevan puesto los personajes de Anfitrión sirve para distinguir a los respectivos dobles, como nos dice Sosia al comenzo de la obra:

"Pero para que podáis distinguirnos más fácilmente, yo llevaré continuamente estas plumas en el sombrero; además mi padre tendrá un cordón dorado bajo su sombrero; Anfitrión no tendrá esa contraseña. Nadie de esta casa podrá advertir esas contraseñas, pero vosotros las veréis."
nunc internosse ut nos possitis facilius, / ego has habebo usque in petaso pinnulas; / tum meo patri autem torulus interit aureus / sub petaso: id signum Amphitrioni non erit. / ea signa nemo horum familiarium / uidere poterit: uerum uos uidebitis (Amph. 142-147)

No deja de resultar sorprendente que en Der Golem sea el cambio involuntario de un sombrero el que motive el desdoblamiento. No es casualidad tampoco que el sombrero lleve grabado, precisamente en letras de oro, el nombre de Athanasius Pernath:

"Todavía me cubre el sueño como un pesado abrigo de lana y el nombre Pernath se dibuja en mi recuerdo en letras doradas.
¿Dónde he leído este nombre? ¡Athanasius Pernath!
Yo creo, creo que hace mucho, mucho tiempo, en alguna parte, tomé otro sombrero, por confusión, comprobando asombrado que me sentaba tan bien, teniendo, como tengo, una cabeza de forma tan especial.
Y miré en el sombrero y entonces... Sí, sí, allí estaba en letras doradas la etiqueta sobre el forro blanco:
ATHANASIUS PERNATH
Me asusté del sombrero y me dio miedo, no sabía por qué." (p.21).
"Noch liegt der Schlaf auf mir wie ein schwerer, wolliger Mantel undder Name Pernath steht in goldener Buchstaben vor meiner Erinnerung.
Wo nur habe ich diesen Namen gelesen? - Athanasius Pernath? -
Ich glaube, ich glaube vor langer, langer Zeit habe ich einmal irgendwo meinen Hutverwechselt, und ich wunderte mich damals, dass er mir so genau passe, wo ich doch eine höchst eigentümliche Kopfform habe.
Und ich sah in den fremden Hut hinein - damals und -- ja, ja, dort hatte es gestanden in goldenen Papierbuchstaben auf dem weissen Futter:
ATHANASIUS PERNATH.
Ich hatte mich vor dem Hut gescheut und gefürchtet, ich wusste nicht warum." (p.13)

La novela termina, efectivamente, aludiendo a ese involuntario, creemos, intercambio de sombrero que ha motivado toda la pesadilla del narrador. En ella observamos, una vez más, la estrecha relación de la prenda con la voluntad:

"-El señor Athanasius Pernath le da muchísimas gracias y le ruega que no lo considere inhospitalario por no invitarlo a entrar en el jardín. Pero ésta es una severa norma de la casa desde tiempos muy lejanos.
Me encarga que le haga saber que él no se ha puesto su sombrero, ya que al momento se dio cuenta del cambio.
Solamente espera que el suyo no le haya causado muchos dolores de cabeza." (p.279).
"«Herr Athanasius Pernath lässt verbindlichst danken und bittet, ihn nicht für ungastfreundlich zu halten, dass er Sie nicht einlädt in den Garten zu kommen, aber es ist strenges Hausgesetz so von alters her.
Ihren Hut, soll ich ausrichten, habe er nicht aufgesetzt, da ihm die Verwechslung sofort aufgefallen sei.
Er wolle nur hoffen, dass der seinige Ihnen keine Kopfschmerzen verursacht habe.» (p.300)

Los dos rasgos analizados (nombre y disfraz) serían suficientes para delimitar buena parte del carácter del doble en una y otra obra. No obstante, creemos conveniente analizar tres aspectos más: la presencia del personaje femenino, la "noche larga" y el espacio literario, pero esto ya será en una nueva entrega. FRANCISCO GARCÍA JURADO.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante, pero esta debe ser la tercera parte, no la segunda

Francisco García Jurado dijo...

Tiene toda la razón. Ya lo he corregido. muchas gracias por su interés.